Tras el rastro de las guías de viajero
Un género editorial al que pudiéramos calificar de imprescindible hoy día y sin el cual no podríamos pasárnosla bien es el de la guía del viajero, cuyo origen en México se remonta a finales del siglo XVIII, cuando comenzaron a multiplicarse las expediciones en las que llegaban gente de todas partes no sólo atraídas por la riqueza de la Nueva España, sino también interesadas en las culturas y antigüedades prehispánicas difundidas por la prensa entre los intelectuales del país y europeos.
Tal afluencia de visitantes dio lugar a la publicación de las entonces guías de forasteros acompañadas de sus correspondientes planos -sobre todo de la ciudad capital-, el primero de los cuales formó parte del Calendario mundial y guía de forasteros en México, de los años1793 y 1794, realizado por Mariano Zúñiga y Ontiveros. En dichos planos aparecía las calles del centro con sus plazas, los principales edificios tanto públicos como religiosos, las vías de comunicación, y en ocasiones se marcaban los establecimientos comerciales, hoteles, bancos, clubes y restaurantes.
Y EMPEZÓ LA COMERCIALIZACIÓN
No obstante, fue a principios del siglo XIX cuando algunas compañías litográficas y después tipográficas reprodujeron los planos para su venta al público, lo cual adquirió un carácter anual, ya que se incluían las transformaciones del año anterior; de ahí que en muchos de ellos la apariencia es similar y apenas se perciben las modificaciones y agregados de algunos detalles.
De igual modo, durante el silo XIX y principios del XX se reprodujeron, para su venta, algunas litografías de vistas panorámicas de la ciudad, al punto que algunas casas comerciales las obsequiaban como publicidad.
La fundación de la federación de los estados del México independiente tuvo lugar el 31 de enero de 1824 y en el mismo año la ciudad de México se declaró como residencia de los Supremos Poderes. También se creó el Distrito Federal, cuya representación gráfica dio lugar al levantamiento de varios planos que muestran los cambios que iba enfrentando.
De 1830 es un plano aumentado y además corregido por Rafael María Calvo, que no obstante ser copia del que en 1793 realizara Diego García Conde, muestra ciertos cambios característicos de la capital del México independiente. En él se detallan las zonas periféricas, la desaparición de la estatua de Carlos IV de la Plaza Mayor, se incluye el mercado del Baratillo. La ciudad muestra el foso construido a su alrededor durante la guerra de independencia, además de que se agregan dos glorietas al paseo de Bucareli.
MÁS ELABORADOS
Al de 1858, con el título de Plano general de la ciudad de México y de autor anónimo, se le agregaron árboles a las calzadas, mientras en la Plaza Mayor aparece el zócalo del Monumento a la Independencia –que iba a ser construido en el gobierno de Santa Anna y no se realizó-.Este plano difiere en algunos detalles, como el orden de los listados y los terrenos pantanosos al poniente de La Ciudadela, además de varias construcciones que no aparecen en el de Almonte.
De entonces acá, la cantidad y calidad de las guías para el viajero en México constituyen testimonios del desarrollo de un país y de una ciudad capital en permanente transformación urbanística, en tanto muestra del avance social y tecnológico que caracteriza a una de las más modernas metrópolis del hemisferio occidental.
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