Travesía en bicicleta por el Camino de la Plata, San Luis Potosí
Iniciamos nuestro viaje con la idea de realizar una travesía totalmente autónoma que nos permitiera saborear un poco de lo que vivieron los primeros expedicionarios. Nos apoyamos en la bicicleta de montaña, clara ventaja sobre los viajeros de aquella época.
Situado al norte del estado de San Luis Potosí se encuentra el Altiplano potosino lugar donde se tienen antecedentes de civilización en la zona desde el 30000 a.C. (El Cedral). Los principales grupos indígenas de la zona son pames, guachichiles y negritos, que a su vez forman parte de la etnia chichimeca.
Fue a principios del siglo xvi que los españoles realizaron expediciones en busca de metales y explotación de minas; hacia 1450 el capitán Fuenmayor entra a La Gran Chichimeca por Zacatecas, rumbo a Texas, y funda Charcas en 1542. Esto originó que en 1550 diera inicio la guerra chichimeca.
Fue cuatro décadas más tarde, gracias a la intervención de fray Diego de la Magdalena y el capitán Caldera, que el virrey Enríquez de Almanza permite la introducción de indios tlaxcaltecas a la zona, como medio de culturizar a los nativos. Finalmente, el 30 de marzo de 1590 se logra un acuerdo con los caciques y viene la paz. Se crean importantes asentamientos humanos que viven una época de auge y bonanza, que florecen y decaen al agotarse los yacimientos argentíferos a flor de tierra.
San Luis Potosí – Coronado
Salimos de la ciudad de San Luis Potosí a mediodía hacia la hacienda Peñasco, que dista 25 km por carretera pavimentada. El casco está en proceso de restauración; la hacienda ganadera y mezcalera data de finales del siglo XVII y aún se aprecia su chimenea en buen estado.
A partir de este punto comienza un camino de terracería y de subida durante unos 16 km hasta La Melada, otra pequeña hacienda. Desde este sitio hasta Bocas hay una bajada de 13 km, aproximadamente, aunque el letrero indica 9 kilómetros.
Bocas de Maticoya fue una importante hacienda agrícola-ganadera de la época, y se encuentra en perfecto estado. Sus actuales dueños la habitan frecuentemente y en estos parajes se ve la diferencia, pues en la zona hay agua en el subsuelo a escasa profundidad.
Seguimos el camino rumbo al noreste por otra carretera pavimentada de unos 20 km; el camino es agradable, lleno de plantíos de lechuga que indican, nuevamente, la riqueza de agua. Llegamos a la desviación a El Epazote, la siguiente hacienda por visitar. En el entronque de la carretera con la terracería nos anocheció, por lo que tomamos un refrigerio, alistamos las linternas y continuamos, llegando a El Epazote un par de horas más tarde. El plan original era quedarnos aquí y visitar la hacienda por la mañana, pero al ver la bóveda celeste con incontables estrellas optamos por pedalear un rato más hasta Coronado, unos 11 km más adelante.
Al llegar a esta hacienda, como a medianoche, oímos el ruido de un motor generador de luz, era justamente en el casco de la hacienda. Al acercarnos nos encontramos con el señor Honorio Mata, administrador de la hacienda y abarrotero. Temprano en la mañana visitamos la hacienda de fines del siglo XVI, que actualmente es una ganadería de toros de lidia. Es una hacienda un tanto diferente a la de Bocas, pues aquí se aprecia que la vida es más dura y nunca tuvo tantos lujos. Entre los haberes de la hacienda tenemos que aquí se inventó el famoso dulce de leche de cabra o cajeta del mismo nombre.
Coronado – Solís
Nos dispusimos a continuar antes de que el sol calentara, pues la siguiente parte es justamente donde se cruza la Sierra de Coronado, aproximadamente 15 km de subida, y cerca de 4 horas hasta La Trinidad, simpático ranchito donde descansamos un poco antes de seguir a Elorza, hacienda como a seis kilómetros pero ya sin tanta pendiente y que se ubica en un pequeño oasis; fue fundada a finales del siglo XIX y es muy agradable, pero decidimos seguir, pues la cuesta de ascenso no acababa.
De este punto en adelante comenzó una ligera pendiente a nuestro favor hasta llegar a Santa Isabel (7 km), hacienda de finales del siglo XIX que fabrica mezcal, “del más puro”, según el señor Barajas, encargado que nos mostró el proceso de destilación, y en el que constatamos que está hecho 100 por ciento de agave. Después de descansar y tomar refrescos en la abarrotería local, continuamos.
Siguió una buena bajada (8 km), la cual sirvió como impulso al camino que aún faltaba por recorrer; al final llegamos a la hacienda de Solís, la cual está restaurada casi en su totalidad, y su iglesia es particularmente bonita, su importancia era capital pues servía de enlace entre las provincias del Nuevo Santander, Charcas y el Nuevo Reino de León, entre los siglos XVII y XVIII. Comimos en sus frescos jardines frente a la iglesia.
Solís – La Boca
A partir de este punto volvimos a tomar la carretera pavimentada durante unos 30 km hasta la desviación hacia La Biznaga, ya en las faldas de la parte oriental de la Sierra de Catorce, para llegar, 10 km y un par de horas después, a Tanque Colorado, hacienda ixtlera de finales del siglo XVIII, donde se luchó durante la Independencia. Un par de kilómetros adelante en el camino a La Joya, acampamos nuevamente bajo un cielo lleno de estrellas.
Dormimos como troncos y al amanecer despertamos bajo un banco de niebla apenas a dos me-tros del suelo; levantamos el campamento y continuamos cruzando Sacramento unos siete kilómetros hasta la hacienda La Boca, que se localiza a unos cuatro kilómetros de La Paz, pueblo que aún explota las minas cupríferas de la zona.
La hacienda La Boca también fue reconstruida por sus actuales dueños quienes, a diferencia de otros propietarios de haciendas, la habitan. Sus orígenes datan de finales del siglo XVIII, y se dedicaba al ganado caballar como forma de abastecimiento a las minas de la zona (La Paz, Matehuala y Real de Catorce) de fuerza animal para el acarreo de mineral y malacates de sangre.
Terminando esta parte del Camino de la Plata y luego de un buen almuerzo, nos fuimos a Matehuala, la ciudad más importante del Altiplano, desde donde se puede realizar un sinfín de excursiones de uno o dos días. Desde aquí tomamos un autobús de regreso, con todo y bicicleta en el compartimiento de equipaje, a casa.
Al final, todo lo que se tiene que aprender de la zona es difícil de asimilar en tan poco tiempo, pero la inquietud de seguir buscando lugares interesantes permanece más despierta que nunca.
Para visitar estos lugares:
Encontrará caminos de terracería durante todo el trayecto, pero cualquier vehículo 4×2 (camioneta recomendable) es suficiente. Hay posibilidad de conseguir alimento en las principales haciendas. Sugerimos llevar bastante agua, combustible y protección contra el sol.
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