Un emporio llamado Valle del Fuerte (Sinaloa)
Por su excelente ubicación, el incremento de su producción agrícola y las oportunidades que ofrece hoy el creciente intercambio con el vecino del norte y los países de la cuenca del Pacífico, el corredor industrial y comercial Topolobampo–Los Mochis se ha convertido en una terminal marítima de altura con grandes perspectivas.
Muchos años atrás –casi a finales del siglo XIX– Robert K. Owen fundó una colonia en lo que actualmente es el puerto de Topolobampo. Un antiguo proyecto que tenía el objetivo de unir por ferrocarril la costa mexicana del Pacífico con la ciudad de Virginia en EUA, impulsó una utopía que dejó sólo una muestra de lo que podría ser el futuro.
Y así fue. Los nuevos vientos que soplaron en México hicieron de la región, en un periodo relativamente corto, un emporio que halló en Los Mochis el espacio ideal para poner en marcha uno de los desarrollos agrícolas más importantes de nuestro país.
Siguiendo la ruta del ferrocarril Chihuahua-Pacífico se puede visitar a la hermana mayor, la próspera y moderna ciudad de Los Mochis, que recibe al viajero con sus anchas calles de trazo regular –planeadas a la manera sajona–, un variado y rico menú gastronómico y la historia apasionante de lo que fue en un tiempo la frontera agrícola de México, impulsada hasta los años treinta por la familia Johnson y que tendría, con el paso de los años, los valles (El Fuerte y Carrizal) más fértiles del mundo.
Constituyen una visita obligada, si se quiere conocer el singular pasado de estas tierras, el Parque Sinaloa, jardín botánico que fuera colección particular del señor Benjamin F. Johnson, y el Museo Regional del Valle del Fuerte.
Tomando el camino del Septentrión, el viajero arriba al pequeño poblado de El Fuerte, que deja ver en sus casonas la raigambre de su arquitectura novohispana y el estilo neoclásico del Palacio Municipal, que hacen de este sitio, conocido en sus orígenes como el “Fuerte de Montesclaros”, el punto idóneo para evocar el pasado.
Muy cerca de ahí las presas Miguel Hidalgo y Josefa Ortiz de Domínguez, que almacenan las aguas del río Fuerte, reciben año con año a los turistas, principalmente norteamericanos y canadienses, que vienen a capturar a la codiciada lobina.
Uno pudiera creer que El Fuerte forma, junto con Álamos en Sonora —que por cierto se encuentra muy cerca de ahí—, un concierto arquitectónico que no tiene par en estas latitudes del territorio mexicano. Después será mayor la sorpresa al descubrir en Choix la misión de San Ignacio, claro ejemplo de la arquitectura de trazo sobrio y austero que se expresa de manera notable en su pequeña y modesta portada, adornada con un magnífico dintel. Aquí, a donde llegaron los jesuitas hace ya 300 años, se construyó recientemente la presa Huites, ahora la más grande del estado y que, cuando el río suene, contará con un inmenso lago recreativo.
“El Chepe”, cargado de nostalgias desde Los Mochis, abandona Choix con destino a la ciudad de Creel en el estado de Chihuahua. Quienes realizan el viaje a bordo de confortables vagones de pasajeros tienen el atractivo adicional de que pueden visitar las extraordinarias Barrancas del Cobre en la Sierra Tarahumara.
Esto y mucho más encontrará el viajero en ese espectacular carrusel turístico que forman Topolobampo-Los Mochis-El Fuerte-Choix-Creel y Chihuahua.
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