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Arte y Artesanías

Un siglo al servicio del conocimiento (Distrito Federal)

Ciudad de México
Un siglo al servicio del conocimiento (Distrito Federal) fifu

Desde el siglo XVIII y como parte de una euforia mundial, se comenzó a gestar un ambiente cultural ávido de conocimientos científicos que condujeran a la verdad; en cuanto a México, los ideales de los extranjeros cobraron frutos en los criollos de ciencia y en los sacerdotes letrados.

El cambio era inevitable, las guerras prepararon la necesidad por concretar el significado de nación mexicana. Se requería algo que identificara a los habitantes del país. En este contexto surgió el denominado actualmente Museo Universitario del Chopo.   

Estas condiciones propiciaron la creación de un museo que apoyara y exaltara nuestras características, que al mismo tiempo reuniera los requerimientos cientificistas de la época y por lo tanto que abarcara todos los dominios del conocimiento humano. Así, la colección que fue reuniendo el Museo Nacional (1825-1925) –ubicado en la actual calle de Moneda, a un costado de Palacio Nacional– fue ecléctica; en ella se podía encontrar desde los grandes descubrimientos arqueológicos como la Piedra del Sol y la Coatlicue (1790), así como muestras fehacientes de la magnificencia de nuestras primeras culturas prehispánicas, hasta objetos curiosos de relativa importancia recopilados por particulares.    Por algún tiempo, en un mismo edificio convivieron arqueología, historia natural e historia patria; debido a que el espacio físico comenzó a ser insuficiente, en los primeros meses de 1909 se decidió que el museo se dividiera en dos: Museo de Antropología, Historia y Etnología y Museo Nacional de Historia Natural.   

ANTAÑO PARA FERIAS   

Encontrar un sitio lo suficientemente amplio con las características necesarias para la exhibición y mudar toda la colección de historia natural no fue tarea fácil. Primero se pensó en el edificio del antiguo arzobispado en Tacubaya, que pertenecía a la universidad, y de hecho se comenzó a trasladar parte del acervo, pero el espacio no resultó bastante. Fue hasta que se localizó una grande y hermosa construcción erigida en 1903 para fungir como lugar de ferias o exposiciones industriales y comerciales, que la Secretaría de Instrucción Pública destinó este inmueble como sede del recién creado Museo Nacional de Historia Natural. Sin embargo, con los festejos del Centenario de la Independencia en puerta, se decidió inaugurar provisionalmente la construcción con la exposición comercial japonesa, por lo que en sus primeros años se conoció como Pabellón Japonés.      

La delicada edificación, en un sencillo estilo art noveau, se preserva como una típica obra de la revo-lución industrial, cuyo objetivo estético era desafiar la construcción con formas y líneas parecidas a la naturaleza, pero utilizando nuevos materiales como el hierro, el tabique prensado y el cristal, los que se trajeron de Düsseldorf, Alemania, mientras el diseño es una réplica de un edificio de dicha ciudad. Los ingenieros Luis Bachmeister, Ruelas y Dorner trabajaron en armar el inmueble entre 1903 y 1905. Fue hasta el 1º de diciembre de 1913 que se inauguró como Museo Nacional de Historia Natural en la calle del Chopo, con las siguien-tes secciones: Botánica, Zoología, Biología, Mineralogía y Geología.   

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La colección contaba con minerales, plantas, esqueletos humanos, cráneos, cerebros, animales disecados, corazones, fetos, fotografías de las diversas etnias nacionales, animales con anomalías –borregos de dos y cerdos de seis patas–, siameses, hermafroditas, etc. No obstante, desde 1930 su orgullo fue la réplica del esqueleto de dinosaurio Diplodocus carnegii, encontrado en Utah, Estados Unidos, en 1899 y un obsequio para México. Era el dinosaurio más grande del mundo, medía 27 m de largo y cuatro de alto; con su llegada el museo alcanzaba su cumbre como una de las instituciones de vanguardia científica con proyección internacional.   

DEL AUGE AL OLVIDO   

Junto con el Museo Nacional de Antropología, el del Chopo se convirtió en uno de los más importantes de la capital mexicana, pues recibía diariamente alrededor de 1 200 personas y era lugar obligado para las escuelas primarias. Servía de apoyo a la educación científica y técnica al menos hasta 1964, cuando cerró por decadencia económica hasta llegar a mostrar el deterioro en sus extrañas y maravillosas colecciones. Los objetos exhibidos fueron repartidos en varias instituciones como el Museo de Historia Natural, perteneciente a Socicultur, y varias dependencias de la UNAM, como el Instituto de Biología, el Museo de Geología, el Museo Nacional de las Culturas, ENEP Iztacala y la Escuela Nacional Preparatoria No.9.      

Durante algunos años permaneció abandonado, periodo durante el cual se filmaron en él algunas películas como La mansión de la locura, de Juan López Moctezuma y Vidita Negra, de Mario Zacarías, ambas en 1971. En 1973 se emprende nuevamente el rescate y restauración para establecer el actual Museo Universitario del Chopo, inaugurado el 25 de noviembre de 1975 como apoyo al Proyecto de Difusión Cultural de la Universidad Nacional Autónoma de México con el obje-tivo de presentar nuevas expresiones artísticas. Se estableció entonces como uno de los mejores foros para los creadores jóvenes y se convirtió en un espacio vivo que desde siempre presagió su futuro discurso de ruptu-ra entre el orden y el caos científico-artístico. Sean pues estas líneas un homenaje a un siglo de existencia para el conocimiento y el arte.   

Fuente:  México desconocido No. 332 / octubre 2004

autor Conoce México, sus tradiciones y costumbres, pueblos mágicos, zonas arqueológicas, playas y hasta la comida mexicana.
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