Xtrail México por el Cañón del Paraíso
Gabriela Guerra Rey hace la crónica de su segundo paso por el Xtrail México por el Cañón del Paraíso, en la Sierra Gorda de Querétaro.
Olvídate de la rutina y escápate:
Hacienda Laborcilla
En abril de 2017, quien escribe estas líneas corría con Xtrail México 18 kilómetros del Cañón del Paraíso, Peña Miller, en la Sierra Gorda, Querétaro. Fue mi debut oficial en carreras de montaña, y fue, por cierto, una de las más bellas que he hecho.
Mucho ha llovido desde entonces por las venas de esos cañones y por las mías propias. En este 2019 le dije a Jorge, su organizador, que quería volver allí. Y volví, otras vez en abril. Como su nombre indica, si el paraíso existe, está en aquellos cañones escarpados y violentos, donde se combinan dos ecosistemas diversos, el desierto y la selva, y de un costado crecen cactáceas, suculentas y la piedra ocre y seca, y del otro el río corre amplio y brilloso.
Cuando Isra —fotógrafo de esta carrera-crónica, y compañero ya de múltiples aventuras— y yo acordamos ir a correr allí, le dije sin temor a equivocarme “este es de los trails más lindos que se pueden hacer en México”. Al partir, cuando nuestros ojos abandonaron la imagen bella, que de todas formas iba a quedarse dentro, me dijo: “el año que viene quiero regresar”.
Cañón del Paraíso, en Querétaro
Selvas agrestes; piedras brillantes, lisas, blancas, mineralizadas; prodigiosos cañones rojizos cortados contra el infinito cielo azul; mármol negro —una de las maravillas de la zona— sobre el que tus pies resbalan; el río Xtoraz, a veces cristalino, y otras verde intenso, que corre entre las laderas de la montaña y sus parajes boscosos, y refleja la luz como si fuera el verdadero Olimpo… Allí los más de mil corredores que llegamos a esta sexta edición nos sentimos realmente dioses.
El recorrido del Xtrail México
Algunos nos detenemos en el camino para tomar fotos; el bienestar se refleja en los rostros agotados, que bajo más de cuarenta grados de temperatura han de trepar corriendo, para luego descender en una locura desbocada de alegría física y humana.
Tres distancias: 11, 18 y 26 kilómetros van a hacer del Cañón del Paraíso, como dice su convocatoria, “una carrera que hay que correr al menos una vez en la vida”. Esta ha sido comparada con rutas mundiales de un atractivo visual que se cuela en el recuerdo eterno.
Pasamos poco más de tres horas en solo 18 kilómetros, indicador de la dureza del terreno. Nuestros cuerpos se empaparon de sudor y de río. Nuestro corazón se hizo más fuerte y vulnerable a la belleza. Esto es Querétaro, este es el semidesierto y sus serranías que componen uno de los grupos montañosos con los más hermosos espectáculos de naturaleza de México.
A manera de epílogo
Escribo, cansada todavía, con esa plenitud que dejan las grandes aventuras. Recuerdo que estuve allí nuevamente, y vuelvo a agradecer a la vida todo lo que me da; a Jorge, a Isra, a esta revista que me permite la libertad de hacer las dos cosas que me apasionan más: desandar las montañas y escribirlo luego. Otra vez ha llegado abril, otra vez la primavera me siembra felicidad en las entrañas.
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