El paraíso secreto de Yelapa, Jalisco - México Desconocido
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El paraíso secreto de Yelapa, Jalisco

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El paraíso secreto de Yelapa, Jalisco fifu

Yelapa es un lugar paradisiaco. Un pueblo cuya magia es difícil de encontrar en otro lugar. Al conocerlo pude entender por qué algunos visitantes van por un día, y deciden quedarse hasta por varios años.

Llegamos a Puerto Vallarta una mañana soleada. Ubicado en el estado de Jalisco, sobre las costas del Pacífico, Puerto Vallarta es un destino turístico obligado. Al lado opuesto de la población, en la popular Playa de los Muertos -ahora conocida como Playa del Sol-, se encuentra un embarcadero en donde atracan lanchas y pangas que, durante todo el día, vienen y van entre el puerto y Yelapa. También se puede salir del embarcadero Rosita, el más antiguo del lugar, al principio del malecón; o desde Boca de Tomatlán, a quince minutos en automóvil por la carretera de Barra de Navidad. Justamente ahí, la carretera se interna hacia la montaña, por eso la única forma de arribar a Yelapa es en lancha.

La panga que abordamos iba cargada hasta el tope; sólo uno de los pasajeros llevaba varias cajas de provisiones, un perro cojo ¡y hasta una escalera! Hicimos un recorrido de media hora con rumbo al sur; nos detuvimos en los Arcos, formaciones naturales de rocas con más de 20 metros de altura, que se han convertido en el símbolo de Puerto Vallarta. Entre los túneles o “arcos”, se aloja un santuario marino donde la gente bucea y practica la natación con snorkel. Ahí, recogimos el correo que venía en otra lancha y seguimos navegando ante las formas caprichosas de la sierra que se introducen en el mar. Nos detuvimos una vez más, en la caleta de Quimixto; después en la Playa de las Ánimas, de blanca arena, donde sólo se descubren dos casas. Proseguimos el viaje, refrescados con cervezas frías, y finalmente entramos en la pequeña bahía en el extremo sur de la Bahía de Banderas.

El espectáculo deslumbra. Frente a la vista aguamarina que frece el océano, y enclavada en medio de las montañas, se asoma una aldea, en su mayor parte formada por palapas rodeadas de palmeras y una maleza tropical exuberante. Como remate, una magnífica cascada destaca su azul sobre el verde fondo. La escena parece surgida de las Islas Polinesias. Yelapa tiene espíritu bohemio. Sus amigables habitantes muestran, con entusiasmo y cariño, las maravillas que rodean a la población. Acompañados por Jeff Elíes, recorrimos Yelapa de punta a punta. Además, nos invitó a su casa, situada en lo más alto de la montaña.

En general, se usan techos altos, las plantas arquitectónicas tienen formas rectangulares, y no hay paredes que impidan gozar del panorama. No existen llaves, porque casi ninguna casa tiene puerta. Hasta hace poco tiempo, la mayoría de las casas tenía techos de palma. Ahora, para evitar a los alacranes, la gente local ha incorporado tejas y cemento. La única desventaja es que durante el verano sus casas se convierten en verdaderos hornos, ya que la brisa no corre igual. Los extranjeros conservan las palapas originales. La población no cuenta con servicio eléctrico, aunque algunas casas aprovechan la luz solar; los cuatro restaurantes iluminan la cena con velas; y, por las noches, la gente alumbra el camino con linternas -que son un utensilio imprescindible-, pues todo queda sumido en la oscuridad.

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Yelapa significa “Lugar donde se juntan o se encharcan las aguas”. El origen del vocablo es purépecha, lengua indígena que se habla principalmente en Michoacán. Interesado en los orígenes del lugar, Tomás del Solar nos explicó que la historia de Yelapa ha sido poco estudiada. Sus primeros asentamientos se remontan a los tiempos prehispánicos. Prueba de ello son los descubrimientos, en un cerro de la localidad, de objetos cerámicos, característicos de las culturas que florecieron en Occidente: puntas de flecha, cuchillos de obsidiana y petroglifos que representan figuras humanas. Asimismo, al cavar un pozo, recientemente se encontró un hacha tallada en piedra, sumamente antigua y en perfectas condiciones.

Ya en la época colonial, el primer dato fidedigno sobre la existencia de la Bahía se remonta al año de 1523, cuando Francisco Cortés de San Buenaventura -sobrino de Hernán Cortés-, tocó estas playas al pasar hacia Colima, lugar done fue nombrado teniente del gobernador. Más tarde, en 1652, el evangelizador franciscano fray Antonio Tello, historiador dominico, se refirió a la zona en suCrónica miscelánea… de la Santa Providencia de Xalisco… al narrar la conquista del Occidente bajo el mando de Nuño de Guzmán.

La población de Yelapa es de mil habitantes aproximadamente; de los cuales alrededor de cuarenta son extranjeros. Durante el invierno este dato fluctúa, debido al turismo que acude, principalmente, de Canadá y Estados Unidos. Además, cada año, unas 200 personas llegan en busca de buen clima y se quedan por temporadas que se prolonga, por lo general, hasta el caluroso verano. Una gran cantidad de niños alegra la aldea. A menudo trabajan como “guías de turistas”. La mayoría de las familias son grandes, con cuatro y hasta ocho hijos, de manera que el 65 por ciento de la población está formada por niños y jóvenes en edad escolar. La localidad tiene una escuela que ofrece desde preescolar hasta secundaria.

En Yelapa abundan los artistas, pintores, escultores, escritores y cineastas que aprecian el contacto directo con la naturaleza y la tranquilidad de la vida sencilla y rústica. Aquí disfrutan de noches estrelladas, sin luz eléctrica, sin teléfonos que suenen, sin ruido de tránsito, sin aire contaminada por la industria. Viven aislados del mundo, fuera de la sociedad consumista, con un generador natural idóneo para recargar las energías de la vida.

Para venir, la mejor temporada es entre septiembre y febrero, cuando la humedad decrece. Además, a partir de diciembre se disfruta del espectáculo que ofrecen las ballenas jorobadas, cantando y saltando en la bahía. Yelapa es perfecta para acampar, caminar, explorar río arriba, internarse en la selva, visitar las cascadas, o pasear en lancha para “descubrir” playas solitarias. El Hotel Lagunita cuenta con treinta cabañas privadas; aunque es posible rentar una casa, o sólo una habitación.

A orillas del mar se encuentra una docena de palapas donde se ofrece, entre otros platillos, pescado muy sabroso, o bien, un suculento y espectacular plato con mariscos frescos. De noviembre a mayo la pesca es muy abundante y variada: pez vela, marlin, dorado y atún; el resto del año se consiguen peces sierra y huachinango. En toda esta región abunda el agua. Además del mar, Yelapa tiene dos ríos, el Tuito y el Yelapa, cuyos declives pronunciados permiten aprovechar sus torrentes gracias a la fuerza de gravedad. La Cascada Yelapa, con más de 30 metros de altura, se localiza a casi 15 minutos de caminata desde la costa.

Tras una larga y pesada caminata como de una hora, por una vereda estrecha en medio de la selva, se llega a otra caída de agua 4 metros de altura, que permite bañarse y deleitarse con su frescura. Después de caminar 45 minutos, tras cruzar en varias ocasiones el río Tuito, se llega a El Salto, una cascada de 10 metros de altura. Una hora más de caminata, por la espesa vegetación, conduce a la cascada El Berenjenal, también conocida como La Catedral, cuyo esplendoroso chorro alcanza 35 metros. Más lejos aún se encuentra la cascada del río Calderas, que rebasa los 30 metros de altura. Para llegar a ella, se hacen más o menos tres horas y media desde la playa. Otro lugar sobresaliente, incluso de gran atractivo para acampar, es la Playa Larga, a dos horas y media de caminata.

Antiguamente, la comunidad vivía del sembradío de plátanos y la copra del coquillo, para fabricar aceite y jabones. También se cultivaba el café y el chicle natural, cuyo árbol crece extraordinariamente, aunque el producto ha sido sustituido por la industria. Las frutas características de la zona son plátano, coco, papaya, naranja y toronja. Finalmente, como un recuerdo material de Yelapa, los artesanos venden sus trabajos de palo de rosa otancincirán: platones, ensaladeras, floreros, rodillos y otros objetos torneados.

SI USTED VA A YELAPA

Para llegar a Yelapa desde la Ciudad de México, tome la autopista número 120 que va a Guadalajara. Posteriormente tome la carretera número 15 con dirección a Tepic, continúe por la carretera 68 hacia Las Varas que entronca con la núm. 200 hacia Puerto Vallarta. En Puerto Vallarta hay que tomar una panga o lancha que lo transporte a Yelapa, pues es la única forma de llegar es por mar.

Existen varias opciones. Una es en la Playa de los Muertos, donde salen lanchas durante todo el día, haciendo un recorrido de media hora. También se puede salir del Embarcadero Rosita, ubicado en el malecón de Puerto Vallarta. La tercera opción es Boca de Tomatlán, ubicado en la carretera hacia Barra de Navidad, quince minutos antes de Puerto Vallarta. A partir de Boca de Tomatlán, la carretera se interna en la montaña, por eso sólo se puede arribar a Yelapa por mar.

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autor Conoce México, sus tradiciones y costumbres, pueblos mágicos, zonas arqueológicas, playas y hasta la comida mexicana.
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