Alfonso Gómez Lara, saltillense por adopción
Gómez Lara es el iniciador e impulsor de la escuela de acuarelistas saltillenses.
El pintor, nacido en la capital de la República, ama entrañablemente esta tierra, a la que adoptó hace más de cincuenta años. Su serie “Saltillo 400”, “La Catedral de Santiago” y “Saltillo Romántico” posee un doble valor: el estético y el histórico, por cuanto registra la evolución que ha sufrido la ciudad a través del tiempo.
“He deseado pintar a nuestro pueblo y de esta manera comunicarme con él; para mí es vital y necesario, ya que son personas que hablan un mismo lenguaje, que sufren, gozan y conviven dentro de una misma filosofía. Con la acuarela –siempre un reto– puedo expresarme mejor, sin menospreciar con esto otras técnicas”.
Hace muchas décadas tuvieron su primer encuentro los ojos de un pintor y un paisaje urbano –Alfonso Gómez Lara y Saltillo–, encuentro que ha fructificado en una larga relación resuelta en sucesivas series de estampas de la ciudad arrebatadas a la doble fatalidad del deterioro y la transformación. Estas series de acuarelas, ya convertidas en litografías, multiplican por miles a los entrañables y emblemáticos rincones saltillenses. Adoptadas como signos de identidad, las reproducciones de las acuarelas de Gómez Lara forman parte del menaje de casa de centenares de hogares, alegran oficinas y decoran álbumes y paredes.
Arquitecto de formación –una de sus obras importantes fue la restauración de la Catedral de Saltillo– y pintor desde muy pequeño, cuando se asomaba a los barrios de la Merced y de la Candelaria de los Patos, y veía los murales de artistas anónimos.
Fuente: Tips de Aeroméxico No. 31 Coahuila / verano 2004