Año Nuevo seri, una ceremonia que te conecta con el universo
El Año Nuevo seri no es una sino varias fiestas. Los seris tienen un ánimo increíble y su amabilidad provoca gratitud entre los turistas que, si se conectan con esta energía ancestral que los seris invocan, lograrán sentirse parte de este pueblo milenario que ha sobrevivido a diversos embates. Aquí la crónica de esta celebración.
Cómo llegar a celebrar el Año Nuevo seri en Sonora
Hay que llegar a Hermosillo (hay vuelos y corridas de autobús desde las principales ciudades del país). De Hermosillo tomar la carretera hacía Bahía de Kino (aproximadamente a hora y media de camino).
Desde Bahía de Kino es necesario adentrarnos una hora en carretera por la costa del mar para poder llegar hasta Punta Chueca, frente a Isla Tiburón.
El camino hacia el Año Nuevo seri
El camino nos muestra una belleza desolada, donde el desierto y el Golfo de California se unen en dualidad para dar vida y hogar a esta gran nación: los comca’ac o seris, que en la primera Luna Nueva del verano celebran su Año Nuevo.
Después de un hermoso recorrido acompañado de montañas y cactus, llegué a la comunidad donde ya han comenzado los preparativos para el Año Nuevo seri.
Son apenas las 6 de la mañana y el sol comienza a salir pintando de rojo toda la Isla Tiburón y el paisaje de arena y mar.
Me dirijo al lugar donde se encuentra el Consejo de Ancianos, ahí las mujeres, ataviadas con faldas largas y cubiertas casi por completo de su rostro, construyen unas chozas con ramas del desierto que representan la manera tradicional en que antes vivían.
Estas casas serán adornadas para recibir el Año Nuevo con listones de color blanco, azul y rojo que representan simbólicamente la buena suerte, el mar y la sangre.
Con esos mismos tonos algunas comienzan a decorar su rostro. Dibujan líneas, rombos, triángulos y puntos que abarcan desde su nariz hasta los pómulos.
Cada uno es una historia de vida donde plasman su relación con la naturaleza y con lo divino; es decir, son una conexión con el mundo mágico, afirman.
Los hombres ya se han adentrado en el mar en busca del animal que dio origen a la Tierra, según su cosmovisión, y que es al mismo tiempo su alimento legendario: la tortuga caguama.
Para esta cultura este animal está rodeado de misticismo y en estas fechas ofrenda su vida en favor de los beneficios que han de llegar al pueblo en el año que inicia.
“Muere el animal, sobrevive el hombre”, estas son las palabras pronunciadas antes de sacrificar a la caguama a la orilla de la playa.
Después las mujeres tateman a la tortuga con ramas secas y luego la limpian: le sacan los órganos y, finalmente, la preparan para ofrecerla a todo aquel propio y extraño que quiera compartir con ellos.
Los hombres dicen que tendrán que beber la sangre para obtener la fortaleza que sostiene su tribu.
El festejo del Año Nuevo seri
En la Isla tiburón el sol finalmente se pone y la luna se alza hermosa y renovada. El canto de los ancianos anuncia la renovación del espíritu y la vida.
El Año Nuevo seri, la celebración, comienza: es momento de dar gracias por lo recibido, atraer lo bueno y dejar ir lo malo para permitir que llegue algo nuevo en el camino.
El abuelo mayor aparece, Chapito, quien eleva su canto al cielo y arroja arena al aire al mismo tiempo que hacen sus peticiones para todo el pueblo: bendiciones, salud, alegría y sustento.
Canta para la fertilidad, el equilibrio de la naturaleza y la vida, cantan a la tortuga marina, la ballena y el borrego cimarrón, como agradecimiento, ya que son parte de su sustento y supervivencia.
El origen de esta temporada tiene un significado: comienzan las lluvias, el desierto florece y los frutos aparecen, el mar se llena de peces y en las montañas los venados se dejan ver; el ciclo empieza porque la cacería, la pesca y la recolección de frutos es basta.
Se realizan las primeras danzas y los abuelos comienzan a cantar. Todo el pueblo es inundado por el sonido de las voces de los mayores, que fueron elegidos dentro de cada familia para invocar y agradecer a todo lo que habita aquí en el desierto en su lengua materna.
Los que viven en la arena levantan sus banderas y agradecen la vida; con el grito de guerra del gobernador de la tribu como fondo, un grupo de mujeres jóvenes o ancianos caminan portando con orgullo la bandera comca’ac, la izan en el centro de la plaza y mientras el viento la hace ondear en lo alto, ellos, orgullosos, felices la saludan.
Es un momento muy emotivo, algunos lloran: ver su bandera en lo alto significa que están vivos un año más, que siguen existiendo como nación.
Después vienen los abrazos, la oración de agradecimiento porque están aquí, porque de ser 200 pobladores en 1920 después de casi un exterminio, hoy son cerca de 2,400.
Compartir los alimentos en la fiesta de Año Nuevo seri
Para esta hora en la cocina de cada familia la comida está lista y está abierta para quien quiera compartir el tradicional pan seri y demás platillos, entre los que sobresale la carne de caguama, animal sagrado e histórico y que solo en esta época el gobierno les permite cazar.
Los cantos y los bailes continúan casi sin parar a lo largo de los dos días de celebración, inundando con su energía toda la bahía, tan desolada y tan llena de vida a la vez. Comienza el tradicional juego de carrizo y todos en la comunidad viven un gran momento de felicidad por seguir de pie sobreviviendo.
Artesanías seris
En las chozas tradicionales las mujeres han puesto en venta su artesanía: figuras de palo fierro, collares, de variados y creativos diseños, que hacen a base de caracoles, conchas, vértebras de diferentes animales y algunos otros a base tela de popelina con la que realizan muñequitas seris y bultitos de salvia para protección, bordados con diseños característicos de esta tribu.
También venden canastas de la planta haat torote. La canasta representa la fertilidad y la abundancia y en sus diseños se dejan ver las peticiones de este pueblo al universo. La riqueza y complejidad de los comca’ac o seris es “tejida” por las mujeres de esta etnia y las representan a través de estas grandes cestas.
La ceremonia del vino de pitaya
En este ritual las mujeres bailan alrededor de la bebida mientras la anciana la bendice y hace sus rezos. Esta bebida, dicen, les purifica el alma y les permite obtener el derecho de entrar en el reino del creador.
Mientras todos bailamos al ritmo del canto seri, la abuela comienza a bañarnos con la bebida: nos cae en la cara, en los brazos, en toda la ropa, estamos recibiendo la bendición. Después pasamos uno a uno a beber este licor sagrado.
El concierto con Chapito
Al caer la noche hay un concierto de rock: está tocando un grupo seri. Toda la gente baila y gira feliz; de repente, aparece el abuelo Chapito en el centro del escenario. Chapito danza y danza, sonríe, canta, irradia luz y sabiduría ancestral; lo invitan a echarse un palomazo y a ritmo de guitarras, batería, bajo y órgano el abuelo mayor nos deja escuchar nuevamente su canto, su rezo, su bendición.
La danza del venado
Llego a otra celebración donde está otro abuelo haciendo la tradicional danza del venado. Sus sonajas y cascabeles suenan mientras danza imitando los movimientos de este animal.
Invita a sumarse al baile y acepto: no puedo perderme la oportunidad de llevar en mi cabeza la fortaleza del venado ni en mis manos el sonido de la mágica sonaja que invoca a las fuerzas de la naturaleza.
Comienzo mi danza y siento la energía. Los seris me aplauden, tal vez les parece extraño, pero finalmente me agradecen por participar: me obsequian collares de conchas y pulseras. ¡Me siento seri!, me invade la alegría y la nostalgia ya que el festejo está por terminar.
¿Quiénes son los seris?
Los comca’ac son una tribu única que sobrevive en el norte del país, ahí donde todo es extremo debido a la escasez de agua, alimento y de los servicios más básicos; su voluntad y fortaleza superan las carencias.
Son los habitantes de las arenas y los mares; son conocidos como seris, que en lengua apata significa “hombres de piedra que vienen de las montañas”, y “hombres de la arena” en yaqui. Habitan en el Golfo de California, frente a la costa central del estado de Sonora.
Defensores de su tierra y del mar, los seris han sobrevivido con sus costumbres contra viento y marea; ellos son los guardianes de la Isla del Tiburón y de las tradiciones milenarias que han subsistido entre sus generaciones.
Es uno de los pocos grupos étnicos de México que ha mantenido con más fuerza su lengua y cultura después del contacto con la cultura española, debido a que no pudieron ser evangelizados formalmente. Sus festividades y creencias no contienen ningún elemento católico.
Se cree que la nación Comca’ac proviene de los pobladores nómadas que cruzaron el Estrecho de Bering, por lo que su peregrinaje por estas tierras es milenario.
Se trata de una tribu que ha recorrido tanto la historia como el territorio más inhóspito del país, aventurándose entre balsas y caminatas por el desierto, sobreviviendo a sequías, guerras y exilios que estuvieron a punto de acabar con su existencia.
Gracias a esto, esta etnia comenzó a mantener una relación íntima con el medio ambiente, convirtiendo al desierto en su cobijo y a la ausencia de comida y agua en una estrecha relación con la vegetación y con el mar.
Los seris combaten la modernidad con una aguerrida pasión por la identidad cultural, la cual responde a una necesidad de sentirse vivos después de siglos de masacre, represión y negligencia. Se trata de un grupo que vive en un universo simbólico y ritualista en un lugar inexplorado en el norte de México.
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