Don Domingo Galván
Cuando pregunté por Domingo Galván a un hombre que estaba detrás de un mostrador en un viejo tendajón de Ia ciudad de Apaseo EI Alto, Ia respuesta no se hizo esperar.
Todos conocen ahí al dibujante, tallador, escultor de imágenes religiosas y, también, como él mismo afirma, de ornato. Su formación, en gran medida autodidacta, se vio reforzada por su perseverancia y Ia ayuda invaluable de algunos maestros que encontró a lo largo de su vida. Nacido en Ia primera década deI siglo, don Domingo conserva a sus 85 años una gran lucidez que se manifiesta cuando relata su historia, que bien podría resumirse como Ia de un hombre dotado de una enorme habilidad artística y, sobre todo, una persona en quien el trabajo ha dejado una huella imborrable de sabiduría, orgullo y, al mismo tiempo, humildad.
Mientras descubre «sus secretos «, acompañado de una voz plenamente serena, Ias representaciones de ángeles y arcángeles guardan silencio, atentos a Ia narración deI maestro. Aparece entonces ante mis ojos Ia imagen de un joven, desdibujado en su memoria, que emprende desde su origen campesino Ia gran aventura de ser útil. Ingresa al Instituto de Capacitación de Querétaro y obtiene el título de maestro con Ia tésis Artes y oficios en Ia escueIa primaria. Este trabajo marcaría para siempre su destino.
Se conjugan en él la vocación deI artista con Ia deI maestro que en sus ratos Iibres enseñará Ias artes manuales. Treinta y tres años de su vida los dedicó a Ia docencia en escuelas primarias rurales, en Celaya, Apaseo EI Grande y EI Alto. Esa experiencia lo condujo después a Ia enseñanza de Ia talIa de Ia madera, para lo cual adquirió los conocimientos necesarios hasta convertirse en maestro de varias generaciones de nuevos artesanos. «En 1936 me acerqué al artista Jesús Mendoza radicado en Querétaro para recibir clases de escultura. Aunque Mendoza escondió algunos de sus secretos, continué asistiendo para observar cada uno de los movimientos deI maestro.»
Pero Ia actitud de Jesús Mendoza terminó por desaimarlo y fue entonces cuando empezó a visitar en el Pueblito, hoy Corregidora, en el estado de Querétaro, a don Cornelio Arellano, hombre de gran valía que combinaba su trabajo de escultor con interminables tertulias que acortaban el tiempo para el aprendizaje. «Sin embargo, fue él quien me enseñó todos Ios secretos. Con su muerte, perdí a uno de mis mejores maestros.» En 1945 un artista «venido de Iejos» trabajó en Ia restauración de Ias imágenes de Ia parroquia de Apaseo EI Alto. De sus manos surgieron obras de excepcional valor, como Ia escultura de «Las Tres Aves Marías » que se encuentra en una iglesia de Querétaro, y Ia de San Francisco que aún se conserva en Ia parroquia. Ahí estuvo don Domingo para aprender Ia media talla, ayudando al forastero con Ios trabajos que tenía encomendados. «Con este artista aprendí el dibujo, Ia anatomía; absolutamente todo, desde el princIpio: un dedo primero, una mano, Ias proporciones correctas de Ia figura humana».
Es por eso que Ias imágenes de don Domingo Galván, a diferencia de Ias que elaboran los artesanos de Ia región, conservan una proporción que respeta Ias tallas indígenas realizadas durante Ia época colonial.
En 1950 establece contacto con un anticuario de Querétaro Ilamado Jesús Guevara, a quien auxilia en su negocio reparando Ias imágenes antiguas adquiridas en los pueblos de Ia región. Allí realiza Ias primeras réplicas de piezas originales que le servirán después para dedicarse de Ileno a Ia talla de imágenes religiosas y de ornato, creando así una tradición que continúa hasta nuestros días. Son muchos los jóvenes formados por don Domingo, más de un centenar. Ajeno a Ias prácticas egoístas que le aconsejaban no enseñar «sus secretos», el maestro propició Ia creación de talleres que con su trabajo sostienen a muchísimas familias de Ia región de Apaseo EI Alto. Atrás de esta labor hubo un trabajo perseverante de investigación para encontrar Ias maderas adecuadas y dominar Ias técnicas deI estofado. «Lo más difícil fue descubrir, después de mucho tiempo, el procedimiento para dar a Ias figuras Ia pátina deI tiempo. Primero probé con humo y hasta se me chamuscaron. Tiempo después, cansado de experimentary ya desesperado, agarré chapopote y embarré una pieza: ¡eureka! había encontrado el secreto.»
EI entrevistado acaricia una de Ias imágenes para explicar Ias cualidades de Ias maderas que utiliza: menciona el colorín o patol, el palo santo que se trabaja con gran facilidad, carece de hilo y no sirve para arder, el aguacate y el mezquite.
Confiesa que actualmente el acabado se hace con materiales de menor calidad como son Ias pinturas de aceite y el oro falso-, y sólo por encargo realiza trabajos aplicando Ia Iámina de oro de 23 kilates.
Don Domingo ha formado una extensa familia de artesanos que producen obras de gran calidad y belleza. «Me he dado cuenta, en Ios concursos deI 24 de marzo en Guanajuato, de que mis discípulos son tan buenos o mejores que yo, aunque no todos respetan Ias proporciones en el arte de esculpir imágenes.» Sus hijos continúan con Ia tradición, e incluso uno de sus nietos trabajó cerca de nosotros mientras el abuelo confesaba no haber recibido homenajes. Muchos han venido hasta aquí para entrevistarlo, recibe cartas dei extranjero y no le interesan los reconocimientos. «Ya no estoy para esas cosas”.
La creatividad de este singular artesano es muy superior al éxito obtenido en el ejercicio dei comercio y Ia distribución de sus objetos. Las talIas van de mano en mano hasta Ilegar a compradores que se encargan de enviarias a distintos lugares de México y del mundo. Para él resulta complicada Ia práctica del comercio exterior, pues Ias especificaciones de los empaques son muy complejas para quienes se dedican a Ia artesanía. La relación con el mundo es sólo parte de un sueño que acompaña a Ias imágenes.
Mientras él reflexiona sobre lo que ha sido el desarrollo de Ia talla de madera por los rombos de Apaseo EI Alto, donde el sol sale para todos, yo no sabía cómo terminar Ia entrevista; era difícil comprender Ia capacidad de don Domingo para mantener Ia distancia con Ias fronteras del mundo que lo rodea. Esto hace de él un enigma, un fenómeno casuístico: un hombre dedicado toda su vida a Ia tradición, que ha hecho de su oficio un apostolado. Su contribución fundamental está ahí, en Ias extraordinarias talIas salidas de Ias manos y Ia inteligencia prodigiosa de un maestro de artesanos: don Domingo Galván.
Fuente: México en el Tiempo No. 3 octubre-noviembre 1994