El mundo mágico de los caballos de carreras
La magia de las carreras de caballos atrae, subyuga y divierte al aficionado y lo conduce por caminos de expectativas y de ilusiones. Este es su mundo.
La magia de las carreras de caballos atrae, subyuga y divierte al aficionado y lo conduce por caminos de expectativas y de ilusiones. Este es su mundo.
En el espectáculo de las carreras de caballos están involucrados jinetes, caballos ¡Claro!, entrenadores, caballerangos, médicos, veterinarios, herreros, taquilleros, personal de administración, restaurantes, limpieza, jardinería y vigilancia.
El personal del cuarto de jinetes atiende a los llamados “Muñecos de seda”. Les proporciona los “Colores” adecuados (camisa con los colores de la cuadra participante), ajustan el peso de su sillín y están atentos a satisfacer todas las necesidades de los jinetes para que puedan hacer su trabajo.
Entrenadores y jinetes se mueven a un ritmo vertiginoso. Carreras van y vienen. Es todo un espectáculo ver a los jinetes desmontar, llegar al recinto sin los colores anteriores y salir apenas unos minutos después, frescos y listos para cumplir su siguiente compromiso.
UN MUNDO MÁGICO
En las caballerizas habitan varios centenares de caballos, los protagonistas del hipódromo.
El propietario de un caballo o de una cuadra completa, es una pieza importante en la hípica, pues con su entusiasmo y apoyo económico, sustenta no sólo al espectáculo, sino a una significativa industria: la crianza del caballo de carreras, ya sea “Pura Sangre” o “Cuarto de Milla”.
El “Pura Sangre” es un caballo versátil que se desempeña aceptablemente en diferentes distancias, mientras que el segundo no va más allá de los 500 metros. Sin embargo, tienen el mismo objetivo: producir un singular espectáculo, ya sea mediante el relámpago de la velocidad, o el esfuerzo prolongado en carreras de larga distancia.
Para tener un caballo de carreras, hay que criarlo o comprarlo. Es un trabajo difícil, de alto riesgo.
El entrenamiento previo, instalación en las caballerizas del hipódromo y la presentación en la pista como participante de una carrera integran una cadena de esfuerzos y atenciones, durante un camino muy largo. Este esfuerzo requiere un amplio conocimiento por parte del criador, para efectuar la cruza debida, contar con médicos veterinarios competentes, proporcionarle al potrillo la alimentación adecuada, mantenerlo en corraletas diseñadas especialmente para propiciar el fortalecimiento de músculos y el sistema óseo.
Los caballistas son, por naturaleza, personas entusiastas, positivas, con mil ilusiones en su mente. Adquieren un potrillo en una subasta o en privado, con la certeza de que será un campeón, pero si el animalito no tiene la calidad esperada, no importa, insisten repetidamente en espera de que en una de esas ocasiones, la suerte cambie de rumbo y venga el triunfo, la satisfacción y la alegría infinita.
De eso viven los caballistas en los hipódromos: de ilusiones y de los triunfos alcanzados por sus ejemplares en las pistas. Cuando entran al cuadrilátero de ganadores para recibir a su caballo triunfante, se olvidan de todos los problemas económicos o sentimentales. En ese momento cumbre de su vida, son los triunfadores y nada más. No se cambian por nadie.
LOS ENTRENADORES
No podemos olvidarnos de los sufridos hombres que siempre cargan con la culpa de la derrota y pocas veces obtienen el reconocimiento por la victoria de sus pupilos.
Desde antes de las seis de la mañana, inicia su día de trabajo. Deben programar la actividad de cada uno de los caballos a su cargo, que tiene principio pero no final. Una vez dictadas las órdenes a caballerangos y galopadotes, el entrenador se coloca cerca de la pista para observar el entrenamiento de sus ejemplares, calibrar la condición física y planear el entrenamiento del día siguiente. Cada día es distinto, cada caballo diferente, que requiere una atención especializada.
Por la tarde, la segunda actividad del entrenador es ensillar a los ejemplares. En ocasiones hay seis o más caballos para diversas carreras, así que debe atendérseles debidamente y enviarlos a la pista en las mejores condiciones posibles, darle al jinete las indicaciones sobre la estrategia a seguir en el curso de la carrera.
En las carreras no hay nada seguro hasta que uno ve llegar a salvo a su caballo y aparece el anhelado “Resultado oficial” en el tablero electrónico.
Hay carreras en las que un caballo parece seguro ganador apenas a unos cuantos metros de la meta, pues su ventaja parece insuperable. Sin embargo, ese caballo, que se esforzó innecesariamente al principio de la carrera, se agotó prematuramente y al bajar la velocidad, resulta fácil presa para los competidores que vienen de menos a más y llegan al final de la carrera en todo su esplendor físico.
Cada carrera es diferente. Lo que fue bueno para la primera, vale para la segunda, lo que contribuye a crear una mayor expectación, signos de angustia, desesperación o de regocijo, pues la emoción impera de principio a fin en todos los presentes, quienes disfrutan de esos momentos producidos solamente en las carreras de caballos.
Todos los que de una u otra manera cooperan para el bienestar del caballo, merecen una felicitación, pues sin su labor callada y valioso apoyo sería muy difícil poder presentar un buen espectáculo de carreras de caballos.
HIPÓDROMO DE LAS AMÉRICAS
En México, el nuevo Hipódromo de Las Américas ya no es el vetusto recinto que durante 53 años cobijó a las espectaculares contiendas hípicas.
Renovadas y ampliadas todas sus instalaciones, es una de las plantas hípicas más modernas, pues utiliza el equipo más sofisticado. Lo que permite presentar el espectáculo de las carreras de caballos, al más alto nivel imaginable. El Hipódromo de Las Américas cumplió plenamente. Terminó la época de un esplendor diferente al actual, pues ahora, con otros elementos que poco a poco forjan su conocimiento del medio y abren horizontes, el espectáculo ha interesado a un nuevo núcleo de aficionados jóvenes y entusiastas.
La juventud mexicana acude cotidianamente al Hipódromo de Las Américas. A dos años de reactivación (inició el 20 de noviembre de 1999, superado el cierre de 1996), el hipódromo ha creado un espectáculo único, que ha cautivado a la afición que desea divertirse.
El Hipódromo de Las Américas tiene tresprogramas semanales de carreras, 53 clásicos integran el calendario de la temporada iniciada en febrero y que finaliza en la tercera semana de diciembre.
LAS APUESTAS
En este mundillo del espectáculo hípico, el aficionado estudia, pregunta, opina. Se inquieta, se serena y retorna al nerviosismo anterior. Todo esto en unos cuantos minutos. Sin embargo, cuando acierta y obtiene la obligada recompensa, se siente doblemente eufórico y satisfecho.
El público del hipódromo siempre está con prisa, pues debe andar muy listo para acoplarse al ritmo de las carreras. Cada 30 minutos hay una carrera y como la puntualidad es el signo del espectáculo, si el aficionado tarda demasiado en seleccionar a su caballo, puede quedarse sin apostar.
En las tribunas, los taquilleros trabajan diligentemente para satisfacer los pedimentos de los aficionados, que ordenan diferentes combinaciones, pues el público tiene varias opciones para efectuar sus apuestas, que son:
Primero, segundo y tercer lugares
•EXACTA: Modalidad en la que debe acertarse el orden exacto de llegada de los ocupantes del primero y segundo lugares.
•TRIFECTA: Bajo la misma norma, con aciertos al primero, segundo y tercer lugares.
•SUPERFECTA: Hay que acertar a los ocupantes de los cuatro primeros lugares. Aquí los pagos son suculentos y es una de las formas preferidas por el público asistente.
•DOBLE SELECCIÓN: Hay que acertar el caballo ganador de cada una de las dos carreras.
•TRIPLE SELECCIÓN: Hay que acertar al ganador de cada una de las tres carreras.
• VE X SEIS: Hay que acertaral ganador de cada una de las seis carreras.
Estas son, pues, las disímbolas maneras de jugar en un hipódromo, así que el aficionado puede jugar en la modalidad que prefiera.
Fuente: México desconocido No. 300 / Febrero 2002