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Arte y Artesanías

Los molcajetes de Comonfort, una artesanía que nace en la mina y termina en tu mesa

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© Luis Peagui

¿Alguna vez te has preguntado sobre la ardua y apasionante tarea que implica hacer molcajetes artesanales? Recorre junto a nosotros su proceso de producción.

El trabajo de los artesanos tiene una cualidad: ninguna de sus obras es igual a otra. Esto se debe a la relación singular del artesano con su trabajo, el cual desempeña siguiendo técnicas que le acercan íntimamente a la materia prima y sus herramientas. En la mayoría de los casos, dichos saberes impregnan la totalidad de la vida del artesano, como lo es su cosmovisión, gastronomía, cultura y relaciones sociales. Este es el caso de los productores de molcajetes del Pueblo Mágico de Comonfort, Guanajuato, cuya presentación final y belleza es un símbolo del esfuerzo y pasión que se requiere para elaborarlos.

El molcajete es uno de los elemento más significativos de la cocina mexicana. Su nombre deriva del náhuatl mollicaxtli, que quiere decir salsa (molli) Caxtli (piedra). El uso de este mortero, junto con el metate, data de la época prehispánica, y se utiliza principalmente en la molienda de chiles. Pese a los nuevos aparatos electrónicos, como lo es la licuadora, nadie pone en duda las virtudes del molcajete que se traducen en sabores únicos.

Luis Peagui Vista de Comonfort desde Las Coloradas

Los «hacedores» de molcajetes en Comonfort, Guanajuato

En el cerro de Las coloradas, Juan Manuel Quintero Salazar, artesano productor de molcajetes, permanece gran parte del día. De acuerdo su relato, suele subir en las horas en el que sol es menos abrasador, para hacer de la naturaleza semidesértica su testigo de la extracción de la piedra volcánica o basalto que se transformará en molcajete.

Su trabajo de producción de un molcajete inicia en las minas de piedra volcánica a cielo abierto. Allí, Juan Manuel discierne entre las formaciones geológicas, pues existen una gran cantidad de piedras y no todas pueden aspirar a ser un molcajete. Una vez escogido el tramo de roca que habrá de utilizar, Juan Manuel golpea la roca con sus herramientas, algunas veces grandes y otras pequeñas, según se requiera. Los golpes son exactos sin ser fríos, revelando un conocimiento que yace en el cuerpo del artesano, quien en minutos es capaz de transformar una pesada roca en la silueta de un molcajete.

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Luis Peagui

Entre escombros que deberán ser extraídos y pesadas rocas con fallas internas, Juan Manuel se hace a diario de la materia prima que transportará a su taller para continuar su trabajo. Sin embargo, y pese a la dificultad física que implica elaborar cada uno de los molcajetes, Juan Manuel expresa vocación y amor por lo que hace.

«En esta labor yo llevo más de 20 años. De niño mira uno que se vienen a hacer, de muy niño yo empecé a venir con él, mi abuelito tenía un burrito. Con él empecé yo a venir y me empezó a llamar la atención. Yo le decía pues présteme un pedazo de piedra y una herramienta», narra Juan Manuel.

Salsas con sabores únicos

Ante un sol cada vez más abrasador, Juan Manuel pone a prueba uno de sus molcajetes. Para ello, generosamente nos preparó una salsa de chiles y jitomates asados en leña cortada en La colorada. También, preparó un guiso de nopales asados y calentó rústicamente las tortillas. Para maridar las bondades del molcajete, sirve un poco de pulque, dando lugar a un auténtico festín.

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Rodrigo Osegueda

Con entusiasmo, Juan Manuel nos cuenta que su abuelo fue su maestro y transmisor de todos sus saberes. Asimismo, revela el amor que tiene por Las Coloradas, lugar que dice «aleja del bullicio y el ruido generado por la tecnología actual». También nos comenta que sus molcajetes predilectos son los que se hacen con piedra rojiza. Según relata, la piedra rojiza era discriminada ante las piedras más oscuras, esto debido a la tradición. Sin embargo, él ha sido capaz de ver la belleza en los tonos rojos excluidos y hoy sus obras cuentan con un gran reconocimiento por parte de su comunidad.

El molcajete monumental de Juan Manuel

Actualmente, Juan Manuel produce molcajetes para particulares, restaurante, exposiciones e intermediarios. Su éxito le permitió que a finales de 2020 iniciara el esculpido de un molcajete monumental con ayuda del gobierno municipal. Elaborado también de forma artesanal, el gran molcajete mide 1.50 m de ancho por 1.20 m de alto y un peso aproximado de 2 toneladas. Actualmente la obra yace en la plaza principal de Comonfort.

Una característica que hace únicos a los metates de Comonfort es la propiedad de liberar micropartículas de feldespatos, partículas salinas que mejoran el sabor de los alimentos y son benéficas para la salud. De acuerdo con Juan Manuel, los intermediarios saben que la calidad de los molcajetes de Comonfort es única, por lo cual existe un gran mercado. Sin embargo –aclara– cualquier molcajete es digno de ser lucido, aún cuando no sea con una salsa, pues se trata de una pieza importante de nuestra identidad como mexicanos.

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Luis Peagui

«Aunque sea úsenlo de florero, póngales flores y que se vea», menciona Juan Manuel mientras escoge rocas más pequeñas que servirán como tecolete, la piedra de mano para el mortero.

Los molcajetes, de la mina a la cocina

Hacia la tarde, los artesanos descienden de Las Coloradas hacia sus casas, esto con la intención de hacer el transporte de rocas una actividad menos pesada. Una vez en sus talleres, el trabajo con los molcajetes continúa. Un golpe tras otro convertirá la vida del artesano en un molcajete, destinado a alegrar los paladares.

En su taller Juan Manuel toma una postura serena pero ligera, sostiene la roca entre sus pies y da los golpes finos para formar el molcajete. Algunos de ellos cobran formas minimalistas, otros cobran vida animal, otros más conservan la tan querida forma clásica.

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Luis Peagui

Mientras pule uno de sus molcajetes, explica que para curar un molcajete solo se requiere moler cualquier tipo de semilla en su interior. Posteriormente, hay que enjuagar el molcajete, e inmediatamente puede utilizarse para moler cualquier otra cosas.

Conocimientos transmitidos de una generación a otra

Finalmente, relata que todo su trabajo es artesanal, ya que incluso él mismo funde sus herramientas, pues las disponibles en el mercado no son aptas para hacer molcajetes. Aprovechando la ocasión nos muestra su fuelle, de donde saca sus últimas herramientas fundidas. Se trata de un pequeño martillo y pico, los cuales están destinados a ser la primera herramienta de su hijo de dos años. Conmovido, Juan Manuel nos cuenta que a su pequeño hijo ha mostrado el interés y la curiosidad suficiente para que él desee transmitirle sus saberes. Aunque pareciera que el deseo de que su hijo aprenda es algo natural, nos aclara que no se trata de una imposición, sino de un reconocimiento a una vocación que él mismo sintió.

«Yo estaré laborando los molcajetes hasta que Dios quiera. Cada quien aproveche lo que sabe hacer; que cada quien valore su trabajo. Cuando tu haces un trabajo con el corazón, las cosas te salen súper bien. Hay que echarle ganas a todo lo que tú haces; hay que hacerlo de corazón y verás que nunca te va a fallar», concluye.

Luis Peagui Juan Manuel
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autor Filósofo por formación. Contempla el alma e imaginación de México.
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