Los ríos de la Ciudad de México que actualmente son avenidas recubiertas de asfalto
Hace siglos, los ríos de la Ciudad de México la embellecían con sus aguas cristalinas. Hoy solo quedan las avenidas que los sepultaron, con sus nombres.
Precisamente por la abundancia de agua, el valle de México fue propicio para los asentamientos humanos, desde la ciudad de Tenochtitlán hasta la capital del Virreinato. De hecho, en el siglo XVI, los ríos de la Ciudad de México maravillaron a los españoles por su gran belleza.
Desafortunadamente, en ese mismo siglo, por el riesgo permanente de inundaciones, la consigna fue desecar lagos y reubicar los cauces de los ríos de la capital. Hoy, estos cuerpos de agua han desaparecido casi por completo del paisaje urbano y los sustituyen planchas de asfalto. ¿Es esto progreso?
Lo que pasó con los ríos de la Ciudad de México
Parece que todo inició en 1555, cuando una inundación del río Santiago, puso en alerta a los nuevos residentes de la ciudad, sobre los riesgos de coexistir con los cauces de ese y otros ríos, como el de Coyoacán y el de Tacubaya. Inmediatamente, el gobierno virreinal decidió desviar el curso de algunos cauces y casi un siglo después, continuó con la tarea desviando las aguas del río de los Morales y del río Cuautitlán, que por obras mal realizadas, ocasionó la muerte de miles de personas.
De acuerdo con el historiador Francisco de Garay, en su obra El valle de México, apuntes históricos sobre su hidrografía, ya en el siglo XIX, la corriente del río Tacubaya y la del río Xola, amenazaban con inundaciones, por lo que en 1825 se encausaron sus aguas para desembocar en el Canal Nacional, en lo que se convertiría en el río de la Piedad.
Más tarde, en la primera mitad del siglo XX, aún quedaban los ríos De los Remedios, Consulado, Tlalnepantla, De la Piedad y Churubusco, cuyos cauces se controlaban con las presas de Dolores y Tecamachalco.
Llega la decisión de entubar los ríos
Con el crecimiento de la mancha urbana en la Ciudad de México, los ríos perdían la intensidad de su corriente así como la pureza de sus aguas y se habían convertido en focos de infección y tiraderos de basura. Los más problemáticos eran el río Churubusco y el río Consulado.
En consecuencia, en 1942 se decidió entubarlos. A la par, se desarrollaron obras para controlar los ríos Mixcoac, Becerra y Tacubaya. Estas adecuaciones en efecto disminuyeron el peligro de las inundaciones en la ciudad, pero a un costo ecológico alto.
Seguidamente, para 1950, el río De la Piedad y parte de los ríos Tacubaya y Becerra se había entubado también, y en unos años el río Mixcoac sufrió el mismo destino.
En las siguientes décadas los tubos llegarían al río Magdalena, al río de San Juan de Dios en Tlalpan, y al canal de Miramontes. Finalmente, el río de los Remedios, convertido en cauce de aguas negras, sería entubado para permitir la construcción del Anillo Periférico en su tramo noroeste. Hoy solo le sobrevive un tramo de casi 16 kilómetros en el poniente de la ciudad.
Con información del artículo escrito por Pablo Dueñas «¿Qué avenidas importantes de la Ciudad de México eran caudalosos ríos de agua cristalina?» publicado en la revista Relatos e Historias en México.
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