Yahualica, Hidalgo: tradiciones de un pueblo huasteco
Emplazado enla cima de una meseta, este antiguo señorío rodeado por ríos y serranías funcionó como fortaleza natural y como frontera de guerra en los límites de la Sierra Madre Oriental, en el corazón de la Huasteca
Al acercarnos por la carretera que viene de Huejutla y Atlapezco, a lo lejos apreciamos una elevación casi cuadrada, con la base rodeada por estrechas planicies que paulatinamente se tornan en elevadas serranías. A simple vista se observa Yahualica, resulta evidente su función defensiva, por lo que, desde tiempos remotos, fungió como importante fortaleza y un gran señorío que contó con guarniciones de guerreros y, según las crónicas, se mantuvo como una frontera de guerra. Incluso la aledaña provincia de Huejutla (hoy considerada el corazón de la Huasteca Hidalguense), mantenía guerras continuas contra este pueblo. Además, se dice funcionó como fortaleza del señorío de Metztitlán, con una fuerte guarnición militar, por lo que a veces fueron aliados de los pueblos huastecos y en otras ocasiones funcionó como límite fronterizo.
Con alegría en la sangre
Es una región muy amplia e interesante caracterizada por una interacción de elementos sociales, históricos, culturales y arqueológicos, en torno a los cuales se identifican diferentes poblaciones. Entre ellos, suelen compartir manifestaciones diversas como la lengua náhuatl, tradiciones y fiestas religiosas, gastronomía, actividades económicas y medio ambiente, aspectos comunes que pertenecen al mismo conjunto regional. No obstante, el mayor lazo de unión son sus festividades, engalanadas por sus llamativas danzas, la ancestral música de viento y los huapangos huastecos.
Muchas fiestas forman parte de los antiguos calendarios agrícolas y sus representaciones, híbridos entre lo católico y lo prehispánico. Destacan festividades como las del Santo Patrono San Juan Bautista, el 24 de junio; el Carnaval, el 9 de febrero; la Semana Santa, en marzo-abril; y el Día de Muertos o Xantolo, cada 1 y 2 de noviembre. La mayoría se realiza en el amplio atrio y en la parroquia construida en 1569 y dedicada a San Juan Bautista. Las danzas como la de Los Coles o Disfrazados, los Negritos, los Mecos y el Tzacanzón, se bailan en fiestas patronales, bodas, bautizos y funerales. Algunas se realizan para que la muerte no se los lleve o no los reconozca, y otras se hicieron para burlarse de los conquistadores.
Tradiciones arraigadas
En tiempos de sequía, se organizan por barrios para llevar a San José hasta cada pozo, donde lo adornan con flores, y toda la noche piden que llueva, mientras ofrecen café y comida a los presentes. El Viernes Santo, colocan al Cristo a la entrada de la iglesia y en la túnica le adhieren tejidos diminutos elaborados por niñas, como una acción simbólica para adquirir la habilidad bordadora.
Destacan los manteles y blusas bordadas, las máscaras de carnaval, las ollas y comales, las guitarras huapangueras y jaranas, y los versos del trío Alborada Huasteca.
Cada año celebran un importante y original Concurso de Arcos de Xantolo (fiesta que celebra a los niños difuntos o angelitos), que motiva la imaginación de cada habitante y mantiene vigente esta ancestral tradición.
Aquí los dioses todavía son requeridos para que concedan lluvias, buenos cultivos, mujer, salud o hasta inducir la maldad. Para ello, en el extremo norte de esta meseta, existe un «sitio de poder», donde se efectúan ritos de curación; es un balcón natural y una cima alta, donde los curanderos realizan limpias a sus pacientes. Es un lugar donde los creyentes depositan ofrendas y fetiches de trapo o papel, que representan personas o su propia figura.
Este pueblo, como toda la cultura huasteca, rindió tributo a la fertilidad y, hasta finales del siglo XIX, aún poseía el falo de piedra más grande de México, con medidas de 1.54 m de alto por 1.30 de ancho. Este teteyote o miembro pétreo ocupaba el atrio de la iglesia, donde sentaban a las recién casadas para garantizar su fecundidad en el matrimonio. Esta singular pieza está actualmente en el Museo Nacional de Antropología de la Ciudad de México.
En Yahualica también se pueden disfrutar típicos sones o huapangos, de un claro origen andaluz, según el uso del falsete y el fuerte zapateado, y que distinguen a toda la Huasteca.
Este es un lugar donde las tradiciones surgen con naturalidad durante todo el año, convirtiendo un día común en una gran fiesta, un momento para reír, compartir y danzar.
¿Qué más se puede pedir? Como podrá darse cuenta, este rincón de México tiene todo para cautivarlo, es un rincón para convivir y experimentar una cultura creativa, arrolladora, intensa, pero sobre todo, muy viva.
Ya lo pregona el cantautor regional Nicandro Castillo:
… Para hablar de la Huasteca hay que haber nacido allá, saborear la carne seca, con traguitos de mezcal, fumar cigarrito de hoja, prenderlo con pedernal, y aquel que mejor lo moja, más largo lo fumará. Esas Huastecas, quien sabe lo que tendrán, el que una vez las conoce, regresa y se queda allá… Las Tres Huastecas.
Rutas a Yahualica
Desde la Ciudad de México se toma la carretera federal 105, México–Tampico, vía corta. Llegar hasta la ciudad de Huejutla y seguir durante 45 minutos por carretera asfaltada.
El servicio de autobuses ADO o Estrella Blanca llega hasta la ciudad de Huejutla, desde ahí puede tomar un microbús o transporte local.
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