Los fenicios de América - México Desconocido
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Los fenicios de América

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Los fenicios de América fifu

Conocedores de la geografía de su mundo, los mayas diseñaron un sofisticado sistema de navegación que incluyó embarcaciones con proas y popas levantadas, así como un código de señalizaciones naturales y otras creadas por ellos que les permitieron cubrir largas distancias de forma segura y eficaz.

La navegación es un arte-ciencia que implica el conocimiento de las corrientes acuáticas, de los vientos, de los astros y de las condiciones ambientales imperantes en la región. Después de navegar el río Usumacinta y de salir al mar por esta vertiente vivimos en carne propia las bondades y los retos de ese gran arte practicado por los mayas desde épocas tempranas. Los antiguos comerciantes-navegantes mayas establecieron rutas que dieron vida a una compleja red de comunicación e intercambio, que incorporó vías terrestres, fluviales y marítimas. El tramo del río que nosotros recorrimos es sólo una muestra experimental que nos permitió reconocer sus desafíos y sus aportaciones.

En tiempos de los mayas

Sahagún y Bernal Díaz del Castillo mencionan en sus respectivas obras que las canoas podían ser compradas o alquiladas, por lo que se puede fundamentar nuestra suposición. Una canoa valía un quachtli (manta) o un centenar de almendras de cacao, y en lo que respecta al alquiler, se dice que Jerónimo de Aguilar pagó en cuentas verdes a los remeros que le llevaron a encontrarse con Hernán Cortés en la isla de Cozumel.

En cuanto a los sitios arqueológicos, en el área del bajo Usumacinta se localizan Pomoná y Reforma; no es claro si controlaron alguna sección del río, pero sí sabemos, gracias al desciframiento de las inscripciones, que se vieron inmersos en los enfrentamientos de las entidades políticas que competían por hacerse del control tanto de territorios como de los productos que, finalmente, contribuían a su estabilidad y desarrollo.

A lo largo del trayecto que va de Boca del Cerro hasta el punto en donde el río se bifurca en el río Palizada, se encuentran numerosos sitios arqueológicos menores que seguramente formaron parte de las comunidades vinculadas a las capitales regionales que alcanzaron su apogeo entre los años 600-800 d.C.

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La ruta hacia el Golfo

En la Relación de las cosas de Yucatán, del obispo español Diego de Landa (1524-1579), se asienta que del pueblo de Xonutla (Jonuta) se acostumbraba ir en canoa a la provincia de Yucatán, navegando por el río San Pedro y San Pablo y de ahí a la Laguna de Términos, pasando por diferentes puertos en la misma laguna hasta el pueblo de Tixchel, de donde se regresaban las canoas a Xonutla. Esto confirma no sólo la existencia de la ruta fluvial-marítima en época prehispánica, sino también que se realizaba en las dos direcciones, a favor y en contra de la corriente.

Por el Usumacinta se podía llegar al Golfo de México de diferentes maneras, por la desembocadura del río Grijalva, por el río San Pedro y San Pablo, o por el río Palizada que conduce a la Laguna de Términos. A ésta también pudieron arribar los comerciantes que seguían la ruta de Petén al Golfo de México por el río Candelaria.

Los “fenicios de América”

Aunque se navegaba y comerciaba desde el 1,000 a.C., a través de los ríos y lagunas de las Tierras Bajas de Tabasco y Campeche, no es sino después del 900 d.c., cuando el comercio por vía marítima adquirió gran importancia, al circunnavegar la Península de Yucatán, que era controlada por grupos de filiación chontal, conocidos como putunes o itzáes.

La región chontal se extendía desde el río Cupilco, cerca de Comalcalco, hacia la costa en los deltas del río Grijalva, San Pedro y San Pablo, la cuenca del río Candelaria, la Laguna de Términos, y probablemente hasta Potonchán, poblado situado en la costa de Campeche. Hacia el interior, por el bajo Usumacinta, llegó hasta Tenosique y las estribaciones de la sierra. Según el arqueólogo estadounidense Edward Thompson (1857-1935), los itzáes llegaron a dominar las cuencas de los ríos Chixoy y Cancuén, además de tener enclaves comerciales en el puerto de Naco en las inmediaciones del río Chalmalecón, en Honduras y el puerto de Nito, en el Golfo Dulce.

Las características geográficas de la región habitada por los chontales, favoreció el hecho de que se convirtieran en navegantes experimentados y que aprovecharan los sistemas fluviales que permitían la comunicación con sitios más allá de sus fronteras; posteriormente conquistaron territorios y regiones productoras e impusieron tributos, así pudieron ejercer el control sobre la ruta de comercio de larga distancia. Establecieron una extensa red de puertos ubicados en puntos estratégicos a lo largo de la ruta y además desarrollaron todo un sistema de navegación marítima, esto implicó varios avances como: la fabricación de embarcaciones más aptas; señalamientos a lo largo de las rutas para acertar el camino (desde las marcas en los árboles que menciona Fray Diego de Landa, hasta estructuras de mampostería); la creación y uso de derroteros, incluso plasmados en lienzos (como el que le fue entregado a Hernán Cortés); así como el uso de un código de señales emitidas tanto por el movimiento de banderas o fuegos a manera de señal.

A lo largo del desarrollo de esta cultura, las rutas comerciales por vías acuáticas se modificaron, igual que los intereses y los actores que las controlaron; siendo las de mayor distancia, las efectuadas durante el Clásico por el vasto sistema fluvial Grijalva-Usumacinta y para el Posclásico las que bordeaban la península, que partían de sitios en la costa del Golfo y llegaban hasta Honduras.

En la región que recorrimos, encontramos varios puertos:

• Potonchán en el delta del Grijalva, que permitía la comunicación con los puertos situados tanto al norte como al sur.
• Aunque no hay pruebas feacientes de la existencia de uno de los más importantes, se cree que Xicalango, en la península del mismo nombre, llegaban los comerciantes desde el centro de México, Yucatán y Honduras a través de diferentes rutas.
• También fueron puertos importantes de filiación chontal: Tixchel en el estero de Sabancuy, e Itzamkanac en la cuenca del río Candelaria, mismo que corresponde al sitio arqueológico de El Tigre. De todos ellos partían los comerciantes hacia diversos puntos de Mesoamérica.
• Para la costa de Campeche, las fuentes mencionan a Champotón como un pueblo con 8,000 casas de mampostería y que diariamente salían a pescar unas 2,000 canoas que regresaban al atardecer, por lo cual debió constituir una ciudad portuaria, aunque su auge se da en fecha más tardía que la de los puertos mencionados.

Control desde las alturas

Los cuyos son elevaciones del terreno hechas por el hombre, sin elementos arquitectónicos, que alcanzan grandes alturas y están localizados en las riberas del río, en posiciones estratégicas. Entre los cuyos más importantes se encuentran los de las poblaciones de Zapata y Jonuta, puesto que desde ahí se domina buena parte del río.

La cerámica, valiosa mercancía

La región de Jonuta fue en la segunda mitad del periodo Clásico y principios del Posclásico (600-1200 d.C.) productora de una cerámica de pasta fina, ampliamente comercializada, tanto a lo largo del Usumacinta como en la Costa de Campeche. Su alfarería se ha encontrado en sitios como Uaymil y la isla de Jaina en Campeche, lugares importantes de la ruta de comercio marítimo de larga distancia que efectuaron los mayas y que esperamos visitar en nuestro próximo recorrido.

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autor Conoce México, sus tradiciones y costumbres, pueblos mágicos, zonas arqueológicas, playas y hasta la comida mexicana.
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