Burroughs y Vollmer en la colonia Roma: una historia trágica de la Generación Beat
En los años 50's la Ciudad de México fue el lugar de residencia de los escritores William Burroughs y Joan Vollmer. Te decimos cómo terminó su triste historia.
William Burroughs nació el 5 de febrero de 1914 en San Luis, Misuri, Estados Unidos. Fue novelista, ensayista, artista visual y crítico social. Estudió en la Universidad de Harvard, de la cual se graduó en 1936. Desde joven fue consciente de su inclinación homosexual y fue un apasionado de las armas de fuego; ambas cosas le acompañarían toda su vida. Gran parte de su obra relata su autobiografía, narrando temas como su adicción a las drogas.
La primera etapa de su obra se centra en el surrealismo y se categoriza dentro de la Generación Beat. Mantuvo amistades con importantes intelectuales de su época, entre ellos, el poeta Allen Ginsberg, quien se piensa fue su amante. Estuvo casado con Ilse Klapper de 1937 a 1946.
En 1946, Burroughs inició una relación con Joan Vollmer, la mujer más prominente del primer círculo de la Generación Beat, quien más tarde se convertiría en su segunda concubina. La relación fue incentivada por Ginsberg, quien pensaba que la contraparte femenina de Burroughs era Vollmer. Posteriormente, Ginsberg procuró una ruptura entre Vollmer y Burroughs, pues deseaba recuperar la atención de su amigo, sin embargo, no sucedió. Un año más tarde, en 1947, Vollmer y Burroughs se convirtieron en padres de William Jr.
Burroughs y Vollmer en México
La pareja se vio constantemente involucrada en problemas con la ley debido al abuso de sustancias como heroína y anfetaminas. En 1946 habían sido arrestados por mantener relaciones sexuales en un automóvil estacionado, así como por falsificar recetas. El constante acoso de las autoridades hizo que se mudaran a Texas, Nueva Órleans y, finalmente, a la Ciudad de México. Debido a los cargos de posesión y venta de drogas, Burroughs estaba destinado a ir a la cárcel en Estados Unidos, razón por la que se vio en la necesidad de huir. Poco tiempo después se reunió con Joan Vollmer en México.
«No hay nada.
No hay sabiduría final ni experiencia reveladora;
ninguna puta cosa.
No hay Santo Grial.
No hay Satori definitivo ni solución final.
Solo conflicto.
La única cosa que puede resolver este conflicto es el amor.
Amor puro.
Lo que yo siento ahora y sentí siempre por mis gatos.
¿Amor? ¿Qué es eso?
El calmante más natural para el dolor que existe.
Amor.»William Burroughs
De acuerdo con los informes, Vollmer no estaba contenta de vivir en la Ciudad de México, porque la bencedrina, droga a la que era adicta, no estaba disponible. Sumado a ello, Vollmer padecía depresión y se había vuelto alcohólica. Aunque era una buena madre, tenía periodos autodestructivos, mismos que se potenciaban con la compañía de Burroughs.
Durante su estancia en México, Vollmer envejeció de forma prematura, tanto por su alcoholismo, como por un brote de poliomielitis, el cual le hacía cojear. Sobre la situación de la pareja, Ginsberg se alarmó cuando vistió a Vollmer en 1951, pues la veía con tendencias suicidas. Ella se lamentaba de la indiferencia de Burroughs, quien en ese momento se encontraba con un joven amante en Guatemala y se había volcado completamente a las drogas.
La colonia Roma, escenario de una tragedia
La crisis de la relación también fue testimoniada por Burroughs en 1980, durante una entrevista. Relató que golpeó a Vollmer en el rostro porque ésta había tirado su heroína al inodoro. También, el acontecimiento fue plasmado en Junkie: Confessions of an Unredeemed Drug Addict, obra de Burroughs; dicho texto fue escrito en la Ciudad de México.
«Cuando mi esposa vio que estaba volviendo a tener el hábito, hizo algo que nunca había hecho… Mi esposa agarró la cuchara y tiró la droga al suelo. La abofeteé dos veces en la cara y se tiró sobre la cama, sollozando», relata en el texto.
Aunque en 1950 la pareja intentó separarse, no lograron disolver su concubinato. Existe consenso sobre la desgracia de la pareja durante su época en México, Burroughs se había vuelto abiertamente homosexual y ella bebía y mantenía amoríos con otros hombres.
La escena de William Tell de William Burroughs y Joan Vollmer
Finalmente, la noche del 6 de septiembre de 1951, Burroughs y Vollmer se encontraban drogados y en estado de ebriedad. Entonces decidieron replicar el acto de William Tell, el cual consiste en dispararle a un objeto sobre la cabeza de otra persona. Joan Vollmer se colocó un vaso, Burroughs sacó su pistola Star 380. Apuntó y en el primer tiro falló, Vollmer se desvanecía rodeada de la inmundicia de las drogas y el alcohol.
La tragedia sucedió en la calle de Monterrey, número 122, en la Colonia Roma, durante una fiesta en casa de sus amigos. Ellos habitaban un departamento a una cuadras, en la calle de Orizaba de la misma colonia.
Aunque Vollmer llegó con vida al hospital, inmediatamente murió. Burroughs contó lo sucedido a la policía y fue recluido en la penitenciaría de Lecumberri, Sin embargo, salió libre gracias a sobornos y a la defensa del abogado Bernabé Jurado, quien era conocido como el abogado del diablo.
Para salir libre, Burroughs cambió su declaración y narró que había sido un accidente.
«Yo saqué la pistola para mostrarla a mis amigos, pero se me resbaló, cayó, se golpeó con una mesa y se descargó. Todo fue puramente accidental», declaró al periódico La Prensa.
Corrupción y contrabando, el México de los 50’s
Aunque Burroughs estuvo preso solo 13 días, gracias a la corrupción de los días del presidente Miguel Alemán, el fantasma de Vollmer lo persiguió toda su vida. Intentó refugiarse en las drogas, pero sólo la literatura pudo ser el espacio de desahogo para su oscuridad.
Pese a su homosexualidad, Burroughs había amado a Vollmer, sin embargo, siempre se cuestionó si inconscientemente deseó asesinarla. Tras la tragedia, Vollmer quedó en el olvido, mientras Burroughs alcanzó la fama. William Burroughs falleció el 2 de agosto de 1997, debido a un infarto fulminante.
“Entonces supe
Allen Ginsberg
que ella era un sueño: y la interrogué
-¿Joan, qué clase de conocimiento tienen
los muertos? ¿podéis amar aún
a vuestros conocidos mortales?
¿Qué recuerdas de nosotros?
Ella
se desvaneció ante mí – El instante siguiente vi
su lápida manchada por la lluvia
detrás un epitafio ilegible
bajo la retorcida rama de un pequeño
árbol entre la hierba salvaje
de un jardín que nadie visita en México”.
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