La calle Madero, el corredor creado por Hernán Cortés

Hernán Cortés mandó trazar la calle Madero; siglos después, Pancho Villa le dio el nombre que hoy todos conocen. Te contamos por qué.
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La calle de Madero de la Ciudad de México no solo conecta al Zócalo con la Alameda Central, también guarda en sus adoquines siglos de historia, secretos de poder y una transformación que la convirtió en una de las avenidas más emblemáticas del país.
Desde sus orígenes coloniales hasta su transformación en el corredor urbano más importante de la capital del país. Aquí te contamos la historia sobre esta calle.
Origen colonial de la calle de Madero
Pocos saben que fue Hernán Cortés quien mandó trazar la calle de Madero en pleno siglo XVI. Su intención era tener una vía rápida de escape hacia Tacuba, en caso de que los pueblos mexicas se rebelaran.
Esta decisión respondió a la amarga experiencia de la Noche Triste –también conocida como Noche Victoriosa–, cuando los puentes fueron destruidos y los españoles sufrieron una gran derrota.
Con el paso del tiempo, esta calle dejó de ser una ruta táctica y se transformó en un corredor urbano lleno de vida. Las familias más ricas de la Nueva España comenzaron a construir aquí sus residencias. Palacios como el de Iturbide y la Casa de los Azulejos todavía lo atestiguan.

De San Francisco a Plateros
Durante mucho tiempo se conoció como calle de San Francisco, ya que conducía directamente al convento del mismo nombre, el cual todavía se conserva junto a la Torre Latinoamericana.
Más tarde, en 1638, el virrey Lope de Armendáriz ordenó que todos los plateros del virreinato se establecieran en esa zona. Desde entonces, el tramo pasó a llamarse El Paseo de Plateros, y se convirtió en un espacio para caminar, ver escaparates y lucir vestimenta.
Fue tan importante que incluso aquí se instaló el primer sistema de alumbrado público en la Ciudad de México. En 1875, en lo que hoy conocemos como la calle de Madero, se colocaron los primeros doce postes de luz eléctrica y la gente salía de noche solo para verlos brillar.
Aunque al inicio todo fue fiesta, pronto surgieron las quejas: algunos usaban los postes como baño público, otros trepaban para robar desde los balcones y, curiosamente, muchas mujeres se quejaban porque la nueva iluminación dejaba ver más las arrugas que la luz tenue de las velas.
Pancho Villa y el renombre simbólico
Después de la Revolución Mexicana, la calle fue rebautizada en honor a Francisco I. Madero, pero no sin resistencia. El general Lucio Blanco fue el primero en colocar el nuevo letrero, aunque los zapatistas lo retiraron.
Fue Francisco Villa quien finalmente impuso el nombre al colocar personalmente un letrero en la esquina de Isabel la Católica, justo donde hoy se ubica la tienda Zara. Una fotografía histórica documenta ese momento clave.
De hecho, en la actualidad, se colocó una escultura de bronce de Pancho Villa para conmemorar dicho momento histórico.

Además, fue sobre esta calle donde el francés Jean Prélier Dudoille abrió su establecimiento –en el número 9–. Fue él quien tomó la primera fotografía de México en 1839, en el puerto de Veracruz, y la primera de la Catedral Metropolitana.

Otro dato destacable es que, en 1839 se tomó la primera fotografía en la Ciudad de México, traída por un francés, quien abrió su establecimiento en el número nueve de la calle de Plateros.
Durante el Porfiriato, el lugar fue punto de encuentro para la vida social capitalina. Se instalaron bares, tiendas de lujo y cafés, muchos de los cuales siguen operando hasta hoy en edificios que datan de los siglos XVIII y XIX.
Calle Madero peatonal: del caos al paseo urbano
Aunque en 1931 los autos se apoderaron del espacio, la calle volvió a ser peatonal en 2009, transformándose en un ejemplo exitoso de rescate urbano. Hoy es transitada por miles de personas cada día, turistas y locales que la recorren de punta a punta, entre músicos, vitrinas históricas y algunos de los monumentos más significativos de la ciudad.
¿Qué lugares históricos puedes visitar en la calle Madero?
Si decides caminar por esta emblemática vía del Centro Histórico, no dejes de detenerte en estos puntos llenos de historia y arquitectura impresionante:
- Casa de los Azulejos: Antigua residencia del siglo XVIII decorada con azulejos de talavera poblana. Hoy alberga un Sanborns, pero conserva su estructura original y una espectacular escalera barroca.
- Palacio de Iturbide: También conocido como el Palacio de los Condes de San Mateo de Valparaíso. Aquí se hospedó Agustín de Iturbide antes de ser proclamado emperador. Actualmente es sede de exposiciones de la Fundación Banamex.
- Templo de San Francisco: Uno de los templos más antiguos de la ciudad, parte de un enorme convento del siglo XVI. Su fachada es uno de los mejores ejemplos del barroco novohispano.
- Museo del Estanquillo: Ubicado en una esquina privilegiada frente a la Profesa, este museo alberga la colección personal de Carlos Monsiváis. El edificio fue originalmente una tienda de ropa del siglo XIX.
- Templo de la Profesa: Su nombre formal es Oratorio de San Felipe Neri. Este templo jesuita ha sido escenario de conspiraciones políticas, como la del Padre Mier y el Plan de Iguala.
- Edificio de la Nacional Monte de Piedad: En la esquina con el Zócalo, este edificio del siglo XVIII funcionó como casa de empeño y ha sido testigo de la historia financiera y social del país.
- Antiguo Hotel Majestic y Hotel Ritz: Ambos edificios históricos conservan detalles de la arquitectura porfiriana y fueron clave en la vida social de la ciudad en los siglos XIX y XX.
- Antiguo edificio de la Joyería La Esmeralda: Ejemplo del art déco capitalino, se encuentra en una de las esquinas más transitadas frente a la Torre Latinoamericana.
La calle Madero es mucho más que un paso entre avenidas: es un testimonio vivo de las transformaciones que han dado forma a la historia de México. Cada edificio, cada nombre que ha tenido y cada historia que guarda la convierten en un destino que vale la pena caminar con los ojos bien abiertos.
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