Cantinas del Centro Histórico de la CDMX: Tío Pepe
Acompaña a Andoni Aldasoro en su búsqueda de historias en las cantinas más tradicionales de la Ciudad de México
«Apenas encuentro por dónde empezar; pero a veces, por decir algo, pongo la causa de todo esto en la cuenta de mi abuelo. Ese podría ser un buen comienzo para esta historia. Mi abuelo venía a esta cantina aún cuando no tenía edad para hacerlo, ¿cómo?… era organillero, rentaba con un amigo el instrumento y venían a trabajar a esta zona, a la XEW, al Mercado San Juan. A veces le tocaba mover la manivela, a veces entrar a los locales a pedir dinero, le gustaba más lo primero porque sentía que pasar el sombrero era como mendigar. Era un trabajo digno, lo sé, pero él lo sentía de esa manera. Más de una vez, y esto lo recuerdo claramente, porque él también lo recordaba claramente, entró a esta cantina y quedó maravillado por el espejo detrás de la barra, antes de que el Cognac Hennessy llegara a México y pusieran ese vitral. Mucho antes. Estamos hablando de 1874 o 1875″.
Enrique Salgado, quien me está contando esto, casi no levanta la mirada, como si sobre la pequeña mesa se vieran proyectados sus recuerdos, como si yo también pudiese verlos. El repentino silencio me permite observar el interior de la cantina Tío Pepe con más detenimiento. La oscura barra de madera abarca casi todo el largo del local, arriba de ésta, unas estanterías casi vacías; frente a la barra, y ocupando todo el espacio que ésta deja hay una línea de mesas y bancas empotradas.
Vuelvo a lo que pasa en nuestra mesa y Enrique permanece en silencio. Miro por la rendija que permite ver al exterior, al frente: la calle Dolores, con coloridos adornos chinos; a mi derecha: Independencia. A mis espaldas hay varias fotos viejísimas de gente que posiblemente esté muerta. Cuando trato de enfocar la mirada a los rostros sonrientes de dos hombres vuelvo a escuchar la voz de Enrique.
«¿Qué es eso que pidió?» pregunta mirando la copa coctelera de contenido rosa que descansa de mi lado de la mesa. «Quise saber cuál era la especialidad de esta cantina, el mesero me dijo que esto. Tiene jugo de limón, jarabe, vodka, licor de sandía y agua mineral, pero no veo a nadie más con una bebida rosa». Mi sonrisa encontró eco en la suya.
«Buca una historia ¿no es cierto? ¿qué pensaría si le dijera que mi abuelo conoció a los de La Banda del Automóvil Gris? Pocas veces vino a esta cantina como civil, es decir, sin el organillo. Una de esas veces se sentó en esta misma mesa, pidió una cerveza y dedicó gran parte de la tarde a mirar el espejo que tanto le gustaba, nunca había visto un espejo tan grande. Antes de terminar el último trago de la última botella del día, un señor muy bien vestido se sentó a su mesa. Parecía querer confesar algo, como queriendo deshacerse de una gran culpa que cargaba. Le contó, no sin pena, que él pertenecía a esta banda de delincuentes; que en varias ocasiones vinieron a esta cantina ya sea a planear el próximo golpe o a celebrar el éxito del pasado; que ya quería abandonar al grupo pero que hacía mucho había cruzado la línea en que eso era sido posible. Quería confesarlo todo a alguien que pudiera escucharlo y eligió a mi abuelo. Platicaron por varias horas. Prometió contarle todo lo demás y lo citó ese mismo día en esta misma mesa, pero nunca se presentó. Días después mi abuelo vio la foto del misterioso personaje en el la portada de El Universal. Lo habían fusilado, junto con el resto de la Banda».
«¿Qué le alcanzó a contar? Esa sí que es una gran historia. Invíteme una de esas bebidas rosas y se lo platico».
Encuentra tu historia.
¿Dónde está?
Cantina Tío Pepe
Dolores esquina Independencia,
Barrio Chino, Centro Histórico, Ciudad de México
Horario: Lunes a sábado de 12pm a 10:30 pm.
Metro: Juárez (Línea 3) y Bellas Artes (Líneas 2 y 8)
T. 5521 9136
Recorridos y Visitas Culturales
T. 6546 0768 Recorridosyvisitas.com
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