Cargar cosas con la cabeza, un arte casi en desuso
La práctica de cargar cosas con la cabeza fue común en México hasta mediados del siglo XX. Hoy sobrevive principalmente en el sureste mexicano.
Azota el sol.
Extracto del poema maya de Briceida Cuevas Cob
Hace sudar mi frente.
Me acaricia la grata frescura del gran pozo.
El cántaro está conmigo, es mi compañero de andanzas, me sonríe.
Todo el tiempo ríe, aun teniendo sed.
Agradablemente lo manoseo.
Braceo la soga, serpiente-juguete, que se enrolla en mis pies.
Con ella sube la cubeta con agua.
Doy de beber agua al cántaro.
Canta levemente mientras bebe”.
A lo largo de su historia, el ser humano se ha visto en la necesidad de cargar objetos para la vida cotidiana. De hecho, en el México prehispánico existían los tamemes, cargadores especializados en transportar mercancías y personas.
Los tamemes, cargadores prehispánicos que siguen existiendo hoy en día
Más tarde, y a falta de animales o vehículos de carga, las mujeres de comunidades rurales, encargadas de los asuntos domésticos, aprendieron a cargar cosas con la cabeza para transportar alimentos, ropa, enseres domésticos, mercancías o agua.
Testimonios de este arte en desuso hay varios; ahí están los registros fotográficos en blanco y negro de mujeres con sus cántaros de barro a la cabeza en Tehuantepec y Monte Albán, Oaxaca; en Chiapas y en la Ciudad de México. Por sus sonrisas, parecería que sus cargas son ligeras como plumas.
El largo entrenamiento para cargar cosas con la cabeza
Sin embargo, soportar peso sobre la cabeza mientras se camina requiere, en primer lugar, un largo entrenamiento que normalmente inicia en la infancia; también, buena musculatura y por último, aprender a andar con incrementos graduales de carga para repartir el peso por toda la columna vertebral; solo así se evitan fracturas o daños en cuello o espalda.
Asimismo, según diferentes fuentes, la cabeza humana es capaz de soportar el 20% del peso corporal en carga, pero algunos medios apuntan a que podría aguantar hasta 300 kilogramos de peso sin sufrir daños. Eso sí, lograrlo requeriría años de práctica.
Una costumbre que desaparece poco a poco
Finalmente, los medios de transporte actuales, como la bicicleta, el automóvil y el autobús, han sustituido esta forma de cargar. No obstante, en estados del centro y sur del país, incluida la Ciudad de México, es posible observar algunos de estos cargadores detenidos en el tiempo.
Por ejemplo, en los mercados y calles de Oaxaca y del sureste mexicano es común ver a las mujeres con cestas sobre sus cabezas cargando todo tipo de cosas. Igualmente, en la capital, aún se puede admirar a los panaderos ambulantes, con grandes cestas repletas de teleras y conchas, caminar alegremente por las calles de la ciudad.
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