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Carlos Chávez y la música en el México actual

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Dentro de dicha tradición, este destacado compositor que tanto hizo por divulgar y promover el patrimonio musical de México, y que dedicó una buena parte de su tiempo al ejercicio teórico, reconocía tres grandes etapas que, a su juicio, remitían de un modo ineludible a la secuencia misma de nuestra historia cultural.

Primeramente la música de los antiguos mexicanos (tan desconocida y a veces incluso negada, decía entonces), que llega hasta la conquista española; luego la música mestiza, que va de la conquista a la Revolución de 1910 (con compositores como Aniceto Ortega, Felipe Villanueva y Ricardo Castro, entre otros), y finalmente la música moderna (la perteneciente a una nueva era, afirmaba), que con su acento nacionalista y su revaloración de lo autóctono tuvo en Manuel M. Ponce, a partir de la segunda década del siglo XX, a uno de sus protagonistas.

En esta modernidad se inserta precisamente la obra del propio Chávez y los frutos del quehacer musical no menos importante de compositores como Candelario Huízar, Silvestre Revueltas, Julián Carrillo, Salvador Contreras, José Pablo Moncayo, Blas Galindo, Miguel Bernal Jiménez, Luis Sandi, Carlos Jiménez Mabarak y otros más a quienes se debe la modernidad musical de nuestro país.

Fueron ellos quienes sentaron las bases para una cuarta etapa, la de nuestra música contemporánea, cuyo nacimiento puede documentarse hacia los años cincuentas y sesentas del siglo XX, con personalidades artísticas como las de Leonardo Velázquez, Guillermo Noriega, Joaquín Gutiérrez Heras, Mario Kuri Aldana y Manuel Enríquez, entre otras.

Al igual que en sus inicios, una vez más Carlos Chávez, ahora en pleno ejercicio de su madurez, se mostraría generoso y entregaría su talento y experiencia a los jóvenes, pues de su taller saldrían algunos de los compositores más destacados con los que se fundaría una parte importante de la música contemporánea de México, entre ellos Mario Lavista, Héctor Quintanar y Eduardo Mata, impulsores, en su momento, de una vanguardia que enno pocos casos –dentro de un ambiente renovador y estimulante– buscó romper con el pasado, al igual que sucedía en otros ámbitos de la creación artística, como la pintura, la literatura, el teatro y la danza.

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Indudable consecuencia de este dinámico proceso, en el panorama actual de la música en México destaca la actividad de los novísimos compositores que se identifican con una gran diversidad de propuestas, cual corresponde a la vasta y rica tradición nacional que está continuamente renovándose.

Entre la tradición y la ruptura, entre la muy rica herencia de siglos y la imperiosa necesidad de cambio, la música mexicana ha ido proponiendo nuevos lenguajes para adaptarse a su tiempo. Estas transformaciones musicales siempre han estado ligadas a procesos culturales mucho más amplios y se identifican con el muy activo ámbito general de la sociedad y de la cultura mexicana en los últimos años.

Las enseñanzas de Chávez y de los otros grandes músicos mexicanos que abrevaron en la tradición nacional y en el diálogo con la universidad han sido fundamentales en el desarrollo de nuestra música que, como todas las grandes manifestaciones artísticas, concentra y expresa los sentimientos más profundos de un pueblo que al mismo tiempo revela su carácter y afirma su identidad.

En uno de sus célebres ensayos, nuestro Premio Nobel de Literatura, el gran poeta Octavio Paz, afirmó que para decir y nombrar a México, Carlos Chávez y los otros destacados músicos mexicanos tuvieron que conquistar, asimilar y transformar el lenguaje musical del siglo XX, hasta crear una expresión propia: moderna y a la vez profundamente enraizada en la tradición.

El nacionalismo musical mexicano, cuyo mayor acento se produjo en la primera mitad del siglo XX, partió de la exacta comprensión de los atributos rítmicos populares aunados a lo mejor de las enseñanzas y las experiencias de la música universal. En la escuela mexicana de composición se funden, con extraordinaria armonía, las mayores virtudes sonoras de las culturas autóctonas y los más grandes frutos de la excelente asimilación de las corrientes extranjeras.

Ajenos por completo a los estereotipos del folclor, los grandes músicos mexicanos como Ponce, Huízar, Revueltas, Moncayo, Galindo y los demás marcaron, en el siglo XX, uno de los puntos culminantes de nuestra tradición musical, pues llevaron a cabo la hazaña de equilibrar y armonizar los elementos sonoros de las fuentes tradicionales con las aportaciones cosmopolitas, sin caer en una retórica a la moda y consiguiendo ser verdaderamente originales, profundamente individuales.

En la historia de las vocaciones artísticas de México, la música ocupa un lugar de primer orden, y una de sus características más visibles en el panorama actual es que los compositores y las compositoras de nuestro país tienen la plena conciencia de que su ejercicio participa en el diálogo conla universalidad musical, sin por ello desdeñar las invaluables lecciones de la fecunda tradición nacional.

A todo ello hay que añadir el estudio y la preparación, la búsqueda incesante de nuevos lenguajes y nuevos estilos con el apoyo de las tecnologías recientes, que constituyen extraordinarias herramientas y que amplían los alcances de los procesos composicionales y, en general, de la actividad musical en México.

Es inevitable advertir que las nuevas tendencias en la música están asociadas ineludiblemente a la realidad de nuestro tiempo y que en esta realidad, entre quienes componen hoy en México y que serán muy probablemente los grandes músicos del siglo XXI, se funden lo mismo la tradición nacional y la herencia universal.

Por otra parte, la nueva expresividad musical de México, en la que se concilian lo mismo disciplina y rigor que oficio placentero, ha sido altamente beneficiada con la difusión y la promoción, así como con la generación de estímulos y apoyos que han permitido a las nuevas generaciones una más vigorosa proyección de su trabajo en beneficio del público y, por supuesto, del desarrollo musical de México.

En su libro La composición en México en el siglo XX, la estudiosa Yolanda Moreno Rivas advirtió una verdad irrefutable: “Acaso con mayor claridad que otros artistas, el compositor sabe o presiente que sin el manejo de un lenguaje moderno y comprensible para los demás hombres su arte se condena al solipsismo”. De ahí que concluya que cualquier examen de la música mexicana debe tener en cuenta el contexto de la modernidad e intentar su comprensión dentro de una realidad general más amplia, es decir universal, de la que nunca ha dejado de participar el compositor mexicano.

Con estas premisas, la música contemporánea de México actualiza sus medios acorde con una realidad dinámica para enfrentar los desafíos del siglo XXI y el tercer milenio, y renovar y reafirmar una muy larga tradición que ha dado a nuestro país, y al mundo, algunos de los músicos más originales y significativos y que sin duda seguirá produciendo artistas de relevancia.

En la historia de nuestra cultura, la música ha entregado, en todo momento, nuevas creaciones para nuevas realidades. Por ello constituye uno de nuestros más ricos y vigorosos patrimonios. Tal es su actualidad, tal su futuro.

autor Conoce México, sus tradiciones y costumbres, pueblos mágicos, zonas arqueológicas, playas y hasta la comida mexicana.
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