Carlota: la emperatriz de México
La emperatriz Carlota fue sin duda una víctima de su tiempo quizá simplemente porque estuvo en el bando equivocado. Fue una mujer inteligente, culta, liberal y humanista que quedó atrapada entre la traición y las trágicas circunstancias de su vida.
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¿Quién fue Carlota de Habsburgo?
Carlota fue la última Emperatriz de México, y también Princesa de Bélgica, Archiduquesa de Austria, Princesa de Lorena y Hungría, Condesa de Habsburgo, y Virreina Consorte de Lombardo-Véneto.
Desde muy pequeña fue educada para gobernar, tenía conocimientos en política, geografía, música y artes. Del mismo modo dominaba el francés, el alemán, el inglés, el italiano y el español.
La emperatriz llegó a México
Carlota, cuyo nombre en francés era Charlotte, llegó al puerto de Veracruz con Maximiliano de Habsburgo en la fragata Novara el 28 de mayo de 1864, y ambos fueron coronados en la Catedral de la Ciudad de México en abril de ese mismo año, para encabezar lo que ya era entonces el Segundo Imperio Mexicano (1863-1867). Carlota Amalia de México y Maximiliano escogieron el Castillo de Chapultepec como su residencia oficial.
La primera mujer gobernante de México
La Emperatriz Carlota, durante las innumerables ausencias de Maximiliano, en varias ocasiones asumió y encabezó la regencia del Imperio. Por sus ideas liberales y posturas radicales se le conoció como “La Roja”.
Ella promulgo la abolición de los castigos corporales y estableció justas limitaciones a las terribles jornadas de trabajo de la época. Impulsó de manera decidida empresas como los ferrocarriles y los transportes de vapor; sobre todo, empresas de beneficencia para los más necesitados. En ese entonces también mandó remodelar integralmente el Zócalo de la capital, y fundó un conservatorio de música y una academia de pintura, entre otros espacios culturales.
Los emperadores tuvieron discrepancias con los conservadores
Carlota y Maximiliano nunca lograron la aceptación de sus políticas liberales por parte de los conservadores que fueron finalmente quienes habían realizado todas las gestiones para su llegada a México.
Francia abandonó a Carlota y Maximiliano
En 1866, Francia, bajo la presión de Prusia y sobre todo de Estados Unidos, abandonó políticamente a los emperadores mexicanos. Retiraron a gran parte de sus ejércitos de territorio nacional, y Benito Juárez y sus huestes empezaron entonces a ganar terreno para recuperar el país. Ese año Carlota atravesó el Océano Atlántico para pedir ayuda a los europeos y salvar el trono.
A los 26 años, Carlota llegó a París y Napoleón III le negó la ayuda, y lo mismo ocurrió en Viena y después en Roma con el Papa Pío IX, quien le dio largas y no se concretó nada.
Empiezan los síntomas de desequilibrio mental
Es en esta estancia en Roma, cuando Carlota se convierte en la primera y única mujer en la historia que duerme en la Santa Sede, y todo tiene que ver con sus primeros y evidentes síntomas de desequilibrio mental. Llegó al punto de sentir que la querían envenenar, por lo que solo tomaba agua de las fuentes públicas de Roma y del Vaticano. Viendo la situación, el Papa decidió darle albergue temporal.
El fusilamiento de Maximiliano
Si las negativas del apoyo europeo parecen ser el detonante de la locura de Carlota, al enterarse del fusilamiento de Maximiliano el 19 de junio de 1867 en el Cerro de las Campanas, Querétaro, la sacó de sus cabales. Su situación mental se agravó definitivamente; de hecho, ese año la declararon médicamente demente.
Aislamiento y reclusión de Carlota viuda
Carlota pasó el resto de su vida recluida y aislada hasta su muerte en 1927: primero en el Castillo de Miramar, después en el Castillo de Tervuren y finalmente en Bélgica, en el Castillo de Bouchout.
La hipótesis sobre la locura de Carlota
Aunque la historia nos habla de que la locura de Carlota sobrevino por las negativas europeas por darle apoyo, y se agravó a la muerte de su esposo, hay otra teoría que no tiene nada que ver con lo anterior.
Y es que se conoce que Carlota, quien nunca pudo tener hijos, le pidió ayuda a una yerbera para concebir, y esta le dio hongos conocidos como teyhuinti, también llamados “la carne de Dios”, y este hongo debe emplearse en soluciones muy diluidas porque se trata de un tónico que en concentraciones altas produce un estado de locura permanente.
Se dice, que Carlota ese día trató de ocultar su identidad con un velo; sin embargo, la yerbera que evidentemente era partidaria de Benito Juárez la reconoció.
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