Chípil y achicopalado: dos palabras mexicanas para describir dos tipos de tristeza
¿Estás triste y necesitas un apapacho? Podrías estar chípil o simplemente achicopalado. Te contamos sobre estas dos palabras mexicanas.
¿Alguna vez te has despertado triste y con ganas de llorar? Generalmente cuando esto sucedía nuestras madres y abuelas solían decir que el niño estaba «chípil«. Sin embargo, ¿qué quiere decir con exactitud esta palabra?
De acuerdo con el Diccionario de Español de México (DEM), chípil quiere decir «que está melancólico y necesita cariño y comprensión. La persona que se encuentra en dicho estado necesita entonces de expresiones de cariño, o para ser exactos, de un fuerte apapacho«. Según la misma fuente, la palabra es de origen náhuatl y refiere al estado de ánimo cuando las mujeres están embarazados o de los niños cuando su madre tiene un embarazo.
Mientras tanto, la Real Academia de la Lengua Española (RAE) define chípil como «un niño que es destetado y enferma». Es decir, dicho estado de animo tiene que ver precisamente con la ausencia de la figura materna durante la infancia y es una palabra casi exclusiva del español mexicano.
Además, el Diccionario de Español de México, publicado por el Colegui de México, define chípil con una tercera acepción: «Que es el menor de los hijos.»
En cuanto a su raíz etimológica, la revista Algarabía sostiene que proviene del náhuatl tzípitl, y que hace referencia al «niño intranquilo y triste que reclama muestras de cariño por el embarazo de la madre.»
Chípil y su diferencia con achicopalarse
Además de chípil, existe otra segunda palabra de origen mexicano para definir otro carácter de tristeza. Se trata de achicopalarse. De acuerdo con la RAE, se trata de una voz mexicana y centroamericana que significa «achicarse«. Es decir, a diferencia de chípil, cuyo sentido es melancólico, achicopalarse tiene carácter desmoralizador y sería una mutación del español.
De acuerdo con el escritor y filólogo, Joaquín García Icazbalceta, la palabra achicopalarse tiene más significados. Sobre ello dice: «Abatirse, desanimarse, entristecerse en exceso, se aplica también a los animales y aún las plantas” (Vocabulario de mejicanismos, 1899).
Mientras tanto, el filólogo Autlán de la Grana decía sobre la palabra y su posible origen prehispánico:
“…Un niño achicopalado es el frustrado, el que se encoge y se encierra en sí mismo. Más que ‘abatido’, el achicopalado está ‘acobardado’ y ‘deprimido’. Es voz tan usada en México (“¿Qué te pasa? Te veo muy achicopalado”; “¡No se me achicopale, compadre!”), que yo la siento como nahuatlismo.