Coatetelco, lugar que celebra el Día de Muertos en septiembre
En el municipio de Coatetelco el máiz es un fruto sumamente importante y juega un papel valioso en su celebración de Día de Muertos.
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El Día de Muertos es una de las celebraciones más importantes de la cultura mexicana. Si bien esta fiesta se realiza los primeros días de noviembre, en el poblado de Coatetelco, en Morelos, adelantan el festejo meses antes.
Coatetelco es un municipio indígena que, pese al paso del tiempo, aún conserva parte de sus rituales mesoamericanos. En este sitio comienzan con el culto a sus difuntos a finales del mes de septiembre, fecha que se vincula al ciclo agrícola.
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El maíz, un fruto sagrado
Este importante ritual se realiza el 28 de septiembre, pues es el momento en el que la milpa ofrece sus primeros frutos. Por ello los pobladores de esta región ofrendan el maíz a sus fieles difuntos.
Este festejo data desde antes de la época de la Colonia y se vincula al culto de dos deidades prehispánicas: Xilonen y Chicomecóatl. Posteriormente se sincretizó con el festejo a San Miguel Arcángel.
Este ritual se celebra durante septiembre debido a que antaño este mes era uno de los más críticos para la población. En esos tiempos el maíz era la comida elemental, sin embargo, al agotarse su grano, la alimentación de la población mesoamericana se veía limitada.
Este punto crítico terminaba, según las creencias de nuestros antepasados, el 28 de septiembre, cuando la milpa ofrece sus primeros frutos.
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Ofrendas de tamales para los difuntos de Coatetelco
La tradición en Coatetelco para honrar a los fieles difuntos es preparar una tamaliza a base del maíz. A primera hora de la mañana, los residentes de este pueblo comienzan con la preparación de los tamales de elote que también comparten con familiares y amigos.
En el día de los tamales, como se le conoce popularmente, la gente desfila en los mercados para comprar cruces y flores con las que adornarán las tumbas de sus muertos.
La flor aromática del «yautli» o pericón es la planta principal com la que se realizan los adornos que se colocan en tumbas, ventanas y puertas de los hogares.
Al caer la tarde, los pobladores acuden a los panteones del municipio, mismos que se encuentran a los pies del Cerro del Teponasillo. Una vez ahí, la gente decora las tumbas con las cruces de flor del pericón y colocan ofrendas.
Los tamales de elote son el elemento principal en estos altares, aunque también se acompañan con velas de sebo, agua o refrescos y frutas de temporada (manzanas, guayaba, plátano, ciruelas). Se acompaña a la tumba hasta que las velas se consumen para después limpiar la tumba y compartir la ofrenda con las personas que están alrededor.
Sin embargo esta celebración que comienza a finales de septiembre, continúa durante todo octubre y finaliza el 2 de noviembre.
Esta celebración es parte de la riqueza cultural que caracteriza a nuestro país.
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