Donde las águilas se atreven (Veracruz)
El hombre siempre ha sentido un deseo irresistible y casi obsesivo por volar.
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El hombre siempre ha sentido un deseo irresistible y casi obsesivo por volar. Desde sus más primitivos orígenes ha representado a las aves como símbolos de libertad y supremacía, e identificado en sus rituales el vuelo de algunas de ellas –como el águila, el halcón, el fénix y otras–, con lo místico y lo divino: el espíritu, la visión, el mensajero de los dioses. De repente llegamos a la actualidad y vemos en los deportes de vuelo libre el sueño de Leonardo da Vinci hecho realidad. Ha tenido la oportunidad de conocer y practicar el vuelo libre en parapente, emocionante deporte, por lo cual deseo describir brevemente cómo funciona y qué se requiere para practicarlo. Se utiliza un tipo de ala en forma de paracaídas llamado precisamente parapente, hecho de tela especial muy ligera y a la vez apropiada para resistir peso. Construido en dos capas con divisiones a todo lo ancho del ala, las cuales están abiertas por el lado del borde de ataque (al frente), lo que permite que se infle con el aire que pega por su parte delantera.
El ala está sujeta por cuerdas llamadas líneas, las cuales se van agrupando en forma piramidal invertida, hasta llegar a ser dos grupos principales, unidos por dos mosquetones a un arnés tipo chaleco donde va sujeto el piloto. El arnés lleva en la parte trasera un pequeño asiento; para poder usarlo, se jala hacia abajo después de despegar. Igualmente, se sube a la hora de aterrizar, dejando así libres las piernas para correr en casa necesario. A la altura de la cabeza, las líneas principales llevan unas agarraderas o manijas, las cuales sirven para guiar el ala y maniobrar con ellas como si fuera el bastón de mando en un avión.
Las líneas se pueden utilizar individualmente o por secciones para lograr diversos ejercicios. Hay otras que llegan a la altura de los pies y casi siempre van sujetas a un pequeño tubo, el cual se utiliza para acelerar. Es importante saber usar el cuerpo, inclinándolo hacia uno y otro lado; cruzando las piernas se puede girar y maniobrar más rápida y eficazmente. Hay diferentes posturas para cortar el aire y avanzar a mayor velocidad o, por el contrario, otras para oponer resistencia al viento y así frenar mejor. No hay como la práctica para lograr la experiencia en este y en cualquier deporte, pero sí es de vital importancia estar asesorado y supervisado por un profesional experto en la enseñanza de vuelo libre en parapente. Además del ala y el arnés, como equipo protector se requiere emplear casco y lentes especiales, overol para el viento y el frío, así como unas botas cortas y resistentes para proteger los tobillos.
También se necesita como equipamiento importante. Radio transmisor para estar en contacto con el grupo de apoyo; variómetro-altímetro el cual no sólo indica la altura y sus variaciones, sino que puede dar mediciones de ubicación, distancias, velocidad del viento, humedad, temperatura, hora, según lo sofisticado del instrumento. Es recomendable para todo practicante incluir el paracaídas de emergencia. Existen parapentes de todos tipos y colores, a la medida del peso y la experiencia del piloto; para velocidad, para recorridos largos, para acrobacia, etcétera. Los hay para dos personas (en tandem), y con motor, llamado paramotor, el cual va sujeto a la espalda por medio de un arnés. El paramotor permite gran autonomía, principalmente donde no hay montañas.
El parapente despega desde un lugar alto, como la cima de algún cerro; sin embargo, el sitio debe reunir determinadas características para hacer viable el despegue: altitud, inclinación o pendiente del terreno, clima y, principalmente, que el viento que sople en ese lugar pegue de frente a la saliente del cerro con cierta intensidad y constancia, lo que facilitará el ascenso. La distancia, duración y altitud del vuelo dependerán de las condiciones climatológicas, y sobre todo de la pericia del piloto para remontar el vuelo, como lo hacen las águilas. Este deporte me ha permitido realizar lo que sólo en sueños experimenté: volar como las aves y tomar fotografías desde el aire.
ORIZABA: CAMPEONATO INTERNACIONAL
En mayo estuve como observador y fotógrafo en un evento de gran trascendencia: el III Campeonato Internacional de Vuelo Libre en Parapente en Orizaba, Veracruz. Para fortuna de los aficionados al vuelo libre y debido a su orografías, circundada de cerros y montañas, Orizaba cuenta con varios lugares para la práctica de este deporte. De todos ellos fue seleccionado el cerro de San Juan por sus muchas cualidades, pero sobre todo por el paisaje, de una belleza exuberante, a tal grado, que ha sido llamado “la pequeña Tailandia”; además, el clima, la altura y las condiciones para volar son excelentes. El cerro de San Juan se encuentra a 15 minutos de Orizaba en auto, y a 12 km en vuelo recto. Respecto a sus orientación, tiene al norte a Fortín de las flores, al este a córdoba, al sudeste a Zapoapan y al oeste a Orizaba, sede del campeonato.
Días antes de la competencia, el tiempo amenazó con nublados y lluvias aisladas, la oficina meteorológica de Veracruz preveía vientos del norte con estas características. Sin embargo, el día anterior al evento el tiempo mejoró notablemente, permitió algunos vuelos de pruebas y se vaticinó que para la siguiente jornada el cielo se despejaría. Así fue, a pesar de una ligera bruma que impidió la visibilidad total y por lo tanto que el sol brillara en su esplendor, pero esto en nada afectó el vuelo de los competidores. La emoción y el nerviosismo se hicieron notar en el ambiente desde un principio. Participaron pilotos de España, Francia y Venezuela. Los nacionales venían del Distrito Federal, Guadalajara, León, Monterrey, Morelia, Oaxaca, Puebla, Valle de Bravo y Veracruz. Y, por supuesto, los anfitriones de Orizaba.
A la una de la tarde se abrió la ventana (permiso oficial para volar) y se inició la categoría de avanzados. La prueba consistió en una carrera de ida y vuelta a una baliza (punto de referencia o meta parcial) en El Naranjal, población ubicada a 9 km al sudeste del despegue: el regreso fue para hacer marca (tiempo tomado por un juez) encima del despegue y finalizar con el aterrizaje oficial a un kilómetro del pie del cerro. En el despegue, en cada baliza y en la meta se encuentran ubicados dos jueces que cuentan con prismáticos y radio para ver a los pilotos, comunicarse con ellos y certificar su llegada a suficiente altura, así como el tiempo en que salió, pasó o llegó, según el caso.
La mitad de la prueba se efectuó con viento en contra, lo cual dificultó el avance y puso a prueba la pericia de los pilotos para buscar las termales (ascendentes térmicas) y apoyarse en ellas con el fin de remontar algunas de más de 1 000 m sobre el terreno y así navegar en línea recta hacia la meta, tal cual hacen los zopilotes y aguilillas, a los que se veía remontar girando sin aletear, hasta perderse entre las nubes. Estas aves expertas y profesionales del vuelo de altura son ejemplo para los que practican este deporte y les sirven de referencia para encontrar termales. Los espectadores pudimos constatar el esfuerzo y la pericia de los contendientes para lograr la supremacía; la pelea por el liderazgo estuvo reñida. En la categoría de avanzados, partieron de la meta 18 competidores de los cuales sólo tres de ellos completaron el recorrido de 19 km.
Estas distancias están consideradas en vuelo recto, sin embargo, los navegantes hacen recorridos mucho más largos, pues para lograr altura requieren encontrar termales y subir por ellas para desplazarse a distancia, hasta encontrar otra y, columpiándose en ellas, poder llegar a la meta. El mejor tiempo del recorrido fue de 59 minutos. La prueba de triangulación fue para la categoría de intermedios. El primer punto o baliza se situaba en la cima del cerro Chicahuxtla, 2 km al sudoeste del despegue para luego girar al sudeste, hacia la población de Zapoapan; la segunda baliza a 3.5 km de la anterior en pleno valle, y de ahí regresar 4 km y, remontando la ladera del cerro de San Juan, hacer marca de altura encima del despegue y finalizar también en el aterrizaje oficial (el campo de fútbol), con un recorrido total de 10.5 km. De 23 competidores sólo uno pudo completar todo el trayecto, con un tiempo de 28 minutos.
Los novatos tenían que realizar un recorrido total de 3.5 km, que consistió en llegar a dos balizas o puntos de giro, para terminar directamente en el aterrizaje oficial. Participaron 11 competidores de los cuales sólo uno llegó a la meta y su tiempo fue de 25 minutos. También en esta prueba el viento impidió un mejor rendimiento. Para el segundo día de competencia el viento mejoró, pero la bruma estuvo más densa y no se disfrutó plenamente el paisaje. En la noche después de la cena se efectuó la premiación con gran entusiasmo de todos, entre bromas, porras y aplausos. Por criterio unánime de los participantes, se felicitó a los auspiciadores, debido a ser el evento mejor organizado desde que se inició el parapente en México, incluyendo los premios otorgados.
El Club de Vuelo Libre “Cazadores del Viento, Orizaba”, a pesar del poco tiempo que tiene en esta práctica 8dos años aproximadamente), ha demostrado gran interés por este nuevo y emocionante deporte. Los integrantes del grupo, industriales y comerciantes, coinciden en el gusto por las actividades al aire libre, como ciclismo de montaña, excursionismo y otras. Además de interesarse por la naturaleza, han unido sus esfuerzos con el objetivo de mejorar el ambiente y la ecología de su ciudad y alrededores, promoviendo la conciencia ecológica industrial y fomentando deportes y actividades al aire libre; esto se complementa con su buena intención de dar a conocer a los visitantes los lugares más bellos de la zona, con el fin de promover el turismo.
Al día siguiente, domingo 3 de mayo, el evento culminó con un vuelo de exhibición sobre la ciudad, lleno de acrobacias y piruetas –barrenas o giros en caída a gran velocidad;wing-overso péndulos laterales, donde el piloto llega a estar a mayor altura que la vela;full stallo pérdida completa, desinflando totalmente la vela y cayendo verticalmente a gran velocidad, para recuperar después y continuar el vuelo–; todas fueron impresionantes. El despeque se efectuó en el cerro del Borrego; debido a la inclinación del mismo hubo algunas escenas fallidas, pero sin consecuencias. Finalmente aterrizaron en las canchas del Tecnológico, rodeados del asombro y aplausos del público concurrente.
Y así terminó el evento. Dejó un grato sabor a los que pudimos disfrutar en todo su esplendor este emocionante deporte, el cual, sin duda, requiere mucha adrenalina.
Fuente México desconocido No. 261 / noviembre 1998
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