Elba Garma y Juan Castañeda, pintores de la historia de Aguascalientes
En el ámbito de las artes plásticas es insospechado el creciente número de pintores que día a día engrosan la fila de espera buscando tener acceso tanto a galerías y museos como a la consideración de la crítica, para así conquistar un reconocimiento y, por ende, la tan ansiada cotización en el mercado. La inversión de energía creativa es inmedible en nuestro país, aunque no toda esta energía logra permanecer.
En el ámbito de las artes plásticas es insospechado el creciente número de pintores que día a día engrosan la fila de espera buscando tener acceso tanto a galerías y museos como a la consideración de la crítica, para así conquistar un reconocimiento y, por ende, la tan ansiada cotización en el mercado. La inversión de energía creativa es inmedible en nuestro país, aunque no toda esta energía logra permanecer.
Artistas van, artistas vienen, y así como aparecen, desaparecen. Y es que la vida del artista no es cosa fácil, pues cuando se opta por la creación, esta forma de vida no puede ser pose. Se requiere, entre otras cosas, de estudio, formación, trabajo, esfuerzo, entrega, identidad, producción, talento y tiempo.
En este camino o forma de vida son pocos los pintores que trascienden los retos y logran una permanencia; son pocos los que se fundamentan en el amplio conocimiento de los instrumentos, de la técnica y de los materiales para alcanzar su propia expresión. Son menos los que hacen una reflexión profunda para que su producción no termine siendo un tipo de objeto que cumpla las necesidades abarroteras de algunas galerías. Y menos aún son los que parten con el dominio del oficio y no se limitan a tratar de alcanzar el mercado o la tan codiciada gloria, sino que hacen de su trabajo cotidiano un reto permanente en el que cada trazo, boceto o lienzo terminado sea un intento impecable por lograr una conjugación de forma e idea que logre producir en el espectador una emoción.
De este tipo de pintores, Aguascalientes cuenta con dos de ellos. Sus nombres: Elba Garma y Juan Castañeda, cuyas obras contienen una energía creativa que a través de décadas ha logrado una permanencia. Su producción es ya parte del acervo de la plástica aguascalentense y del país. Egresados en los años sesenta de la Escuela Nacional de Pintura y Escultura del Instituto Nacional de Bellas Artes (La Esmeralda), han realizado un trabajo consistente, participando en un sinnúmero de exposiciones tanto colectivas como individuales. Los salones anuales, bienales y trienales más importantes del país han albergado la obra de estos artistas. Los premios en concursos plásticos y las becas no han faltado. La mención y clasificación de su obra por algunos de los especialistas más destacados es amplia en revistas y periódicos. Detallar el currículum de Elba y Juan requeriría de un espacio con el cual no contamos. Es más importante mostrar a nuestros lectores las obras de estos singulares pintores para entrar en el exquisito goce de la contemplación e intentar compartir el delirio y la alquimia que generan sus obras: imágenes frescas y libres que nos conducen al gozo de la forma y el color con temas variados.
Narrar lo vivido es más fácil que narrar lo imaginado, pues hay que inventar mucho más. En la obra de Elba y Juan todo gira en torno de lo vivido, lo imaginado y lo soñado.
Fuente: Tips de Aeroméxico No. 21 Aguascalientes / otoño 2001