El misterio de las figuras huésped teotihuacanas
Uno de los grandes misterios de la arqueología mexicana es el de las figuras huésped, originarias de Teotihuacan. Aún se debate su función ¿Para qué habrán servido?
La arqueología mexicana es una de las más fascinantes y vivas del mundo. El constante trabajo e investigación, así como el hallazgo de nuevos sitios, la hacen estar en permanente movimiento. Sin embargo, en ella persisten algunos grandes misterios. Uno de ellos es el de las figuras huésped teotihuacanas. ¿Qué se sabe sobre éstas enigmáticas efigies?
¿Qué es una figura huésped?
Las figuras huésped son esculturas hechas de cerámica, de forma humana, usualmente sentadas. Son de diferentes dimensiones. Suelen estar constituidas de dos partes: la de «las anfitrionas», que son las figuras que actúan como contenedores; tienen rostros impersonales, están desnudas y son asexuadas. Por otro lado están «las huéspedes”. Son figuritas pequeñas que se alojan en el interior de las primeras, las cuales tienen una apertura en el tórax.
Regularmente han sido consideradas piezas propias de Teotihuacan ya que allí se les encontró por primera vez y con bastante frecuencia, aunque también proceden de sitios de la cuenca de México y de lugares más distantes, como Michoacán, Becán o Guatemala. No existe en la actualidad consenso acerca de su cronología, aunque predomina la tendencia de ubicarlas en la fase arqueológica Metepec (550-650 d. C.), durante el periodo Clásico.
El misterio
Aunque parezca obvio el uso especial (cuando menos) de las figuras huésped, se desconoce su empleo específico. Parece ser que el fin era el ritual, pero no se sabe cual en concreto. La arqueología no ha logrado desentrañar los misterios que rodean no solo a estas piezas, sino en general a la cultura teotihuacana. Pese a su sofisticación, no conocemos que grupo de gentes la habitó o si tenía una lengua conocida en la actualidad. Inclusive, no se han hallado entierros de dignatarios o gentes de la Ciudad de los Dioses. Solos restos de sacrificios humanos.
Algunos especialistas se han aventurado a conjeturar que las figuras huésped son una representación simbólica de la estructura social teotihuacana. Es como si fueran evocaciones del «cuerpo político» teotihuacano; las «anfitrionas» serían pues una metáfora de la ciudad.
También se ha planteado la hipótesis de que representan al nahual de los seres humanos, su proyección sobrenatural, asociada usualmente a los sacerdotes y brujos. Esto marcaría una continuidad entre el periodo Clásico y el pensamiento religioso del periodo Posclásico. El gran pero, es que el nahual es una manifestación zoomorfa, es decir, tiene forma animal.
En la línea de pensamiento de Alfredo López Austin, también se ha propuesto que las figuras huésped son representaciones de las fuerzas anímicas del cuerpo humano, entendido éste como un cosmos particular, una alegoría de la esencia del individuo. Sin embargo, conceptos tan complejos como el tonalli (signo o destino de la persona) o el teyolía (el espíritu entre los nahuas), no podrían ser explicados meramente a través de la figura humana.
¿Qué se sabe de las figuras huésped?
Actualmente se ha planteado, gracias a los trabajos arqueológicos, la posibilidad de que estas enigmáticas figuras hubiesen sido empleadas en un culto doméstico a los antepasados. Es probable de que hubiesen sido expuestas tanto dentro del hogar, como en los patios de los conjuntos residenciales de Teotihuacan. Ello explicaría la representación y rasgos concretos de los personajes.
En cuanto a los «anfitriones», su aspecto ambiguo y asexual los enmarca como seres sobrenaturales. Más que una abstracción de la ciudad, parecen haber sido los intermediarios entre el mundo terrenal y el mundo de los muertos. Los restos de pirita encontrados en ellos dan fundamento a esta idea, ya que dicho material era un canal de los vivos con los antepasados y los dioses en el mundo mesoamericano.
Sin embargo, las interrogantes y misterios alrededor de estas efigies continúa fascinando a todos.