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Fin de semana en Puebla de Zaragoza

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Pasa un fin de semana en Puebla de Zaragoza y disfruta del Mercado de la Victoria, los rincones del Zócalo, la catedral, los museos de Puebla y más.

Fin de semana en Puebla de Zaragoza

SÁBADO

09:00 Sobre la 2 Oriente, a unos pasos de la esquina con 4 Norte, está la PANADERÍA DE ZACATLÁN, que en su interior tiene unos cuatro o cinco banquitos para desayunar café o atole con tamales o, de preferencia, pan de queso, especialidad de la casa. Partiendo de aquí, damos un breve paseo que a mano derecha nos lleva hasta el pasaje comercial que se distingue por los característicos vitrales firmados por Pellandini. Aunque a estas horas son pocos los comercios abiertos, podemos apreciar aparadores que lo mismo exhiben artesanías que artículos para regalo. Salimos al zócalo desde donde admiramos el PALACIO DEL AYUNTAMIENTO, concluido en 1906 y plenamente repuesto de los daños sufridos con el sismo de 1999. En la esquina, a nuestra derecha, observamos la CASA DE LOS MUÑECOS, construida a finales del siglo XVIII y que hoy alberga al MUSEO UNIVERSITARIO. Su fachada está decorada con figuras de azulejo que representan danzantes y encantadores de serpientes.

10:00 Atravesamos la PLAZA DE ARMAS y bordeamos la reja de hierro desde la que los ángeles custodian el atrio de la CATEDRAL para quedar frente a su fachada principal o del Perdón, construida en cantera gris y salpicada de esculturas de arcángeles y santos labrados en piedra blanca de Villerías. Como sabemos, sus torres de casi 80 metros tienen fama de ser las más altas del país, y la obra mantiene una considerable unidad de estilo a pesar de los casi 250 años y las fuertes personalidades (como el obispo Palafox y el arquitecto Manuel Tolsá) que intervinieron en su construcción. En el interior destacan el baldaquín o ciprés diseñado por Tolsá, así como la cúpula del Altar de los Reyes, en la que Cristóbal de Villalpando realizó un mural que representa la Apoteosis de la Eucaristía.

Salimos de la catedral por la puerta sur y cruzando la calle llegamos a lo que Juan de Palafox convirtió en el SEMINARIO TRIDENTINO, que habría de competir con los jesuitas por la educación de los fieles. En 1646 Palafox donó al seminario los 6 mil volúmenes de la biblioteca que hoy lleva su nombre, pero que es más conocida como la PALAFOXIANA, y que recibe por igual a quienes recorremos sus estantes admirando los lomos de pergamino rotulados a mano, que a los afortunados investigadores con grado de maestría que, dueños de las claves paleográficas, pueden dialogar con ellos.

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Caminamos una cuadra por detrás de la catedral y encontramos a nuestra derecha el edificio que ocupa El Sol de Puebla, conocido como LA CASA DEL QUE MATÓ AL ANIMAL, una de las más antiguas de la ciudad; fue construida a mediados del siglo XVI y de ella sólo se conserva la portada. Seguimos por el portal y luego de dar vuelta a la derecha nos asomamos a la CASA ARRONTE, cuya fachada, típica combinación poblana de ladrillo y azulejo, se extiende por las cuatro paredes de un tranquilo patio.

12:00 Hemos tenido suerte. Esta mañana, al salir del hotel, nos encontramos al flautista Horacio Franco, quien amablemente nos invitó a “un conciertito” en la CASA DE LAS BÓVEDAS de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Espléndido escenario de cantera y yeso, público numeroso y la sencillez de un virtuoso que interpreta con igual devoción una pieza del folclor guatemalteco que una de Bach; además, tiene la paciencia y la generosidad de explicar y contextuar obras, autores e instrumentos.

13:30 Dos cuadras al norte se encuentra el antiguo HOSPITAL DE SAN PEDRO, cuya construcción se inició en 1545 y que con el paso de los años fue sede de la Escuela de Medicina y de la de Artes Teatrales, de oficinas de gobierno, de una biblioteca e incluso de un estadio de baloncesto. En 1999, después de un ejemplar trabajo de restauración, el edificio fue reabierto con una pequeña exposición permanente en la que nos cuenta su propia historia y, a falta de un acervo propio, ha devenido en un museo de exposiciones temporales en el que se ofrecen diversos talleres y servicios culturales. Para nuestra fortuna, hoy tres de sus salas exhiben una importante muestra de la colección del MUSEO DE JOSÉ LUIS BELLO Y GONZÁLEZ, que incluye mapas antiguos, cuadros de Arrieta, muebles coloniales con aplicaciones de nácar, y las célebres colecciones de herrajes y talavera.

14:30 Visitamos ahora la CASA DEL ALFEÑIQUE, nombre con el que se conoce a los dulces de azúcar de formas caprichosas, como las que adornan la fachada de este pequeño museo que recorre la historia de la ciudad a través de retratos y paisajes, documentos, uniformes y trajes típicos, entre ellos el original de china poblana. En el piso superior se recrea una vivienda antigua en la que destaca la capilla de estilo churrigueresco.

Saliendo nos encontramos frente al PARIÁN, mercado centenario actualmente especializado en artesanías como la infaltable talavera, piezas de ónix y bordados de la región serrana.

16:00 Hacia el norte llegamos al TEATRO PRINCIPAL, del que Salvador Novo dijo que está “considerado como el primero construido en América”, y que se ha mantenido en actividad desde el siglo XVIII. El teatro se encuentra casi en la esquina del Boulevard 5 de Mayo. Para cruzarlo, vale la pena tomar el puente peatonal que nos conduce al CENTRO DE CONVENCIONES, audaz propuesta arquitectónica contemporánea, respetuosa y bien integrada a su entorno.

Estamos ahora frente al TEMPLO DE SAN FRANCISCO, concluido hacia 1570 y cuya fachada, dos siglos posterior, es uno de los símbolos de la arquitectura colonial de la ciudad; en ella se mezclan con armonía el azulejo, el ladrillo dispuesto en petatillo y la cantera churrigueresca.

17:00 ¿Qué comer en Puebla? Cruzando hacia el norte llegamos al ANTIGUO PASEO DE SAN FRANCISCO, adornado con fuentes y jardines, entre los que se encuentran varias acogedoras fondas, famosas por las exquisitas chalupas y el mole que nos disponemos a paladear, acompañados de una cerveza bien helada.

Para el postre tenemos a unas tres cuadras la calle 6 Oriente, mejor conocida como Santa Clara, donde un sinnúmero de dulcerías desafían a la dieta más pintada con sus coloridos camotes, rompopes, suspiros de monja, merengues, alfajores y, por supuesto, con sus tortitas de Santa Clara. De hecho, en la CASA SONY conseguimos incluso un excelente mole almendrado.

19:00 La inercia nos lleva al zócalo donde está suspendido el tránsito de vehículos porque acaban de llegar los que están compitiendo en la Carrera Panamericana. Frente al PORTAL HIDALGO toda una exhibición de clásicos de los años 50 y 60 es recorrida y revisada acuciosamente por cientos de curiosos que interrogan a los pilotos, en su mayoría más o menos del mismo modelo que sus bólidos.

21:00 Después de un merecido descanso en el hotel, nos dirigimos al CALLEJÓN DE LOS SAPOS, donde podemos elegir entre restaurantes con música bohemia, antros, nuevatroveros que derrochan sentimiento y desbarran en las notas altas, y rock en vivo.

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DOMINGO

09:00 El zócalo poblano está rodeado de diversos restaurantes que se han convertido en lugares turísticos de Puebla. Entre ellos, LA PRINCESA, que conserva el estilo y la sazón del café tradicional, donde se desayunan unas sabrosas enchiladas verdes acompañadas de jugo de naranja fresco. Lo único malo es que sólo dan café soluble.

10:00 Saliendo, caminamos cinco cuadras a mano derecha y llegamos al 111 de la 11 Poniente, donde está el PATIO DE LOS AZULEJOS. Para nuestra mala suerte resulta que allí se ha instalado una oficina de gobierno que –faltaba más– hoy no trabaja aunque ocupe un sitio de interés público, que en las propias oficinas de turismo nos dijeron que podríamos visitar.

Como sabemos que el patio es parte de lo que fue la Casa de Ejercicios de la antigua IGLESIA DE LA CONCORDIA, me dirijo hacia la 9 Poniente, donde está el templo de la orden de los oratorianos, en cuyos talleres se dice que fue impreso el Plan de Iguala. Desde el techo de la iglesia logramos atisbar el famoso patio, aunque resulta más interesante la vista hacia la catedral, con la cúpula de talavera de la Inmaculada en primer plano y, al fondo, las torres de la compañía.

11:30 De la CASA DEL DEÁN, en la esquina de 16 de Septiembre y 7 Poniente, hemos leído algunas descripciones de murales rescatados, ocultos durante siglos por capas de pintura y papel tapiz. Sabemos que ésta es apenas una descripción más, así que sólo hemos de decirles que estos murales poco tienen que ver con otros de diferentes tipos que proliferan en nuestro país. No son revolucionarios, no son prehispánicos y no son religiosos. Son, por su tema y su estilo, obras eminentemente renacentistas, americanas tan sólo por su ubicación y por la inclusión de algunos motivos propios de esta tierra.

12:30 A esta hora el BARRIO DE LOS SAPOS luce en todo su esplendor matutino y dominguero. Bazares y tiendas de artesanías y antigüedades rodean la plaza pletórica de chácharas y paseantes que descubren un cartel original de “Pepe el Toro”, preguntan cómo llevarse aquel ropero de encino de 20 mil pesos, compran planchas de hierro para detener los libros y moldes de veladora para sus esencias de aromaterapia, se entusiasman por un dibujo de fulano normalmente más falso que un billete de 3.50, o se llevan un original de zutano por el que pagaron una bagatela, lo cual es cada vez más difícil, pero pasa. Afortunadamente, el tianguis y los comercios que lo circundan han sabido mantener una personalidad que los distingue de la mezcolanza jipiteco-artesanal que inunda tantas otras plazas.

14:30 Luego de recoger el equipaje nos dirijimos al MUSEO NACIONAL DEL FERROCARRIL, que está en la antigua estación inaugurada en 1869 por don Benito Juárez, lejos del centro para evitar que el hollín que arrojaban las locomotoras de vapor ensuciara las blancas cortinas y los visillos de la aristocracia. (En realidad, la estación está a 10 cuadras de la Plaza de Armas.)

15:30 Según nuestra humilde experiencia, la cocina poblana ofrece –además de los chiles en nogada y lo que ya probamos– una tercera opción que nos lleva a la última escala de esta escapada. Unas cuatro cuadras al sur del museo está el MERCADO VENUSTIANO CARRANZA, famoso por las cemitas de pollo, pierna, pata o barbacoa. No se las pierda. Son una especie de tortas aderezadas con medio aguacate, jitomate, abundante quesillo, frijoles, una rama de pápalo y chipotle al gusto. Las de pollo, por ejemplo, llevan una pechuga casi entera. Provecho.

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