Fray Antonio de Ciudad Real y Las Grandezas de la Nueva España - México Desconocido
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Fray Antonio de Ciudad Real y Las Grandezas de la Nueva España

Fray Antonio de Ciudad Real y Las Grandezas de la Nueva España fifu

Fray Antonio de Ciudad Real nació en 1551 en Castilla la Nueva y a los 15 años de edad ingresó al convento de San Francisco en Toledo.

Cuando el “culturicida” Diego de Landa vino por segunda vez a Nueva España ya como obispo de Yucatán, trajo a un grupo de franciscanos entre quienes venía Antonio como corista; desembarcaron en octubre de 1573 en Campeche. Nuestro personaje profesó en Yucatán, donde aprendió con soltura la lengua maya.

En septiembre de 1584 llegó a México el comisario general Alonso Ponce de León, visitador de las provincias franciscanas. Durante los cinco años que aquí estuvo, hasta junio de 1589, su secretario fue Ciudad Real y juntos viajaron desde Nayarit hasta Nicaragua, de lo cual destacan sus numerosos recorridos por el altiplano mexicano. Acerca de ese lustro escribió en tercera persona el Tratado curioso y docto de las grandezas de la Nueva España; redactado hacia 1590, aunque no vio la luz pública hasta 1872, en Madrid. En 1603 fue electo provincial de su orden, y murió en Mérida el 5 de julio de 1617.

Muchas noticias nos dejó Ciudad Real. “En el convento capitalino de Santa Clara ‘se guarda una canilla de la pierna de una de las once mil vírgenes‘. Y a propósito de reliquias, en el conven-to de Xochimilco “hay una canilla de un brazo del bienaventurado San Sebastián; trújase de Roma con testimonios muy auténticos y guárdase en un arco de la pared de la iglesia”.

El objetivo del periplo fue cumplido. Ponce y su secretario visitaron 166 conventos en las seis provincias franciscanas y ocho dominicos, cinco agustinos y tres de los jesuitas. Aunque el motivo del viaje eran dichas visitas, el libro de Ciudad Real es un verdadero diario que recoge valiosa información antropológica, zoológica, botánica y de la más variada índole.

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Por ejemplo, un etnólogo podría profundizar en las fiestas y bailes indígenas del Bajío de fines del siglo XVI, ya mestizados, a partir de esta obra: “Se le hizo muy buen recibimiento, saliendo también algunos indios a caballo y haciéndoles mal por hacerle fiesta; hubo muchas ramadas y colgados en ellas muchos pájaros vivos muy vistosos […]Salieron algunos indios a caballo, buen trecho antes que llegase, y otros muchos de a pie, dando voces y alaridos como chichimecas, y salió una danza de negros contrahechos, y otra de indios con un juego que llaman del palo”.

También proporciona el libro abundante material para los investigadores paremiológicos, pues Antonio de Ciudad Real era muy dicharachero. Valgan estas muestras que entresaqué de su obra: “Ellos son los que lavan la lana y todo es mal para el cántaro; Traer vara alta; No hay atajo sin trabajo; Uña y carne; Donde no está su dueño, ahí está su duelo; Pocos en ausencia se hallan justos; Quien no parece, perece; Duelo ajeno de pelo cuelga; Favorecer a banderas desplegadas; Sacar de sus casillas; Mostrar hombro y pecho; Estaban en sus trece; Caer ya sobre mojado; Dares y tomares; Cosas que se han quedado entre renglones; Tocó en la misma tecla; Llorar a lágrima viva; Enmendarse y hacer libro nuevo; Muy a la sorda; Por su corazón quería juzgar el ajeno; Piensa el ladrón que todos son de su condición; Salirse con la suya; Tener a raya; A río vuelto ganancia de pescadores; y Vivir a las anchas”.

Los temas zoológicos también son de la preferencia de este curioso franciscano: que los patos de los lagos del valle de México “cázanlos los indios con una curiosidad extraña, y es que cercan gran parte de la laguna donde van a dormir en los henares y zacatelas, con redes puestas en unos palos hincados algo altos, y a la mañana antes que sea de día, espantan los patos que duermen por allí, y como van a volar quedan asidos y presos de los pies en las redes”.

Que en el mismo lugar “se saca gran suma de moscas a manera de hormigas o gusanillos, los cuales venden las indias en los mercados para el sustento de los pájaros que en México tienen enjaulados los españoles y aun los indios, y cogen estas moscas […] con unas redecillas en las partes que no está honda la laguna, de la cual también sacan muchos huevecillos de moscas (ahuaucles), de que hacen algunos guisados que comen y tienen por muy gustosos”.

Que cerca de Autlán “se crían alacranes muy ponzoñosos y chinches voladoras y otras sabandijas sucias y penosas, para las cuales […] proveyó Dios un remedio maravilloso, y es que a temporadas acuden a aquella villa bandadas de unas hormigas que llaman arrieras, y entran en las casas, y sin hacer mal a otra casa suben a los techos y dellos y de los agujeros echan abajo muertos, cuantos alacranes y chinches tapan, y hecho esto en una casa se pasan a otra a hacer lo mismo, y de allí a otra y a otras y así las limpian todas”.

La variada información de Ciudad Real continúa: Que en el cerro de Chapultepec “está labrada y esculpida la estatua y figura de Moctezuma”. Que los plátanos dominicos se llaman así porque los trajeron de la isla de Santo Domingo. Que las aguas termales del Peñón de los Baños, que hasta hoy subsisten, ya se usaban con fines medicinales. Que el río Acaponeta se cruzaba en balsas con calabazas huecas a manera de flotadores, como en el río Balsas, del estado de Guerrero.

Ciudad Real describe las ruinas de Uxmal y Chichén Itzá; visitó las fuentes termales de la ciudad de Puebla y su minúsculo volcán hoy urbano; prescribe piedras que tienen uso medicinal; se sorprendió ante las canoas de cañas de la laguna de Chapala, con flotación independiente del agua que penetra entre sus carrizos; vio el “sumidero” de San Cristóbal, hoy Las Casas, donde desaparece un río; nos recuerda que algunas formas de medir distancias eran un tiro de piedra, un tiro de ballesta y un tiro de arcabuz. El “juego del palo” que tanto sorprendió a Hernán Cortés, al grado de enviar a España a unos indígenas que lo practicaban, es descrito con todo detalle por este cronista.

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autor Conoce México, sus tradiciones y costumbres, pueblos mágicos, zonas arqueológicas, playas y hasta la comida mexicana.
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