Gelatineros ambulantes, oficio que sigue deleitando los paladares mexicanos
¡Descubre la dulce tradición de los gelatineros ambulantes! Aunque enfrentan desafíos modernos, estos vendedores siguen deleitando con sus vibrantes postres.
En algún momento de nuestras vidas, todos hemos visto a los gelatineros ambulantes en las calles de México. Con sus carritos de cristal llenos de gelatinas temblorosas y coloridas, estos vendedores son una parte entrañable de nuestra memoria colectiva. Sin embargo, la presencia de los gelatineros parece estar disminuyendo en las bulliciosas calles de la ciudad.
Los gelatineros, oficio tradicional
La tradición de vender gelatinas en México tiene raíces profundas. La llegada de la gelatina al país se remonta a la época del virreinato, cuando se consideraba un manjar reservado para la élite.
Preparada en conventos y grandes casas, la gelatina se consideraba un lujo reservado para pocos. Con el tiempo, su elaboración se democratizó, y durante el siglo XIX se convirtió en un producto accesible para todos. Fue entonces cuando los primeros gelatineros comenzaron a recorrer las calles, ofreciendo sus cristalinos postres a cualquier transeúnte.
A mediados del siglo XX, los vendedores de gelatinas se multiplicaron. Equipados con vitrinas de cristal, estos comerciantes se ubicaban en esquinas estratégicas: hospitales, mercados, iglesias.
La gelatina, con su característico medio círculo y sus vibrantes colores, se convirtió en un deleite cotidiano. Sin embargo, a pesar de su popularidad, la información sobre estos vendedores es escasa y sus orígenes exactos permanecen difusos.
El oficio de gelatinero, aunque lleno de tradición, enfrenta numerosos desafíos en la actualidad. La modernización y la preferencia por postres más sofisticados han desplazado a los gelatineros de las calles.
Además, el aumento de los costos de producción y la competencia con otros tipos de vendedores ambulantes han contribuido a la disminución de estos comerciantes tradicionales.
A pesar de estos obstáculos, algunos gelatineros continúan perseverando. Ellos se levantan temprano cada mañana, cargando sus carritos de cristal llenos de gelatinas de todos los sabores: limón, fresa, vainilla y más. Con paciencia y dedicación, recorren las calles, esperando atraer a aquellos que buscan un dulce recuerdo del pasado.
Variedad de sabores
Las gelatinas, con su infinita variedad de sabores y texturas, han capturado el paladar de generaciones de mexicanos. Desde la clásica gelatina de agua, refrescante y vibrante, hasta la cremosa gelatina de leche, cada tipo ofrece una experiencia única.
La gelatina mosaico, por ejemplo, combina diferentes colores y sabores en un solo postre, creando un festín visual y gustativo que encanta a niños y adultos por igual.
Además, existen variantes más elaboradas que incorporan ingredientes adicionales como nueces y pasas, elevando el simple postre a un nuevo nivel de sofisticación. Estas versiones no solo agregan un toque de crunch, sino que también aportan un sabor y una textura rica que complementa la suavidad de la gelatina.
Con una gama tan diversa de opciones, no es de extrañar que la gelatina siga siendo un favorito en fiestas, reuniones familiares y como un dulce antojo para cualquier momento del día.
Historias de resiliencia de los gelatineros ambulantes
José Luis Velázquez, un gelatinero de 65 años, ha dedicado más de tres décadas a este oficio. José Luis aprendió el oficio de un vecino y, aunque las ganancias son modestas, ha encontrado satisfacción y sustento en este trabajo.
“Aprendí a hacer gelatinas sobre la marcha. Un señor me enseñó cuando todavía era joven y pues mira, llevo 35 años vendiendo”, compartió en una entrevista al diario El Universal.
Olga López, otra vendedora de gelatinas, relata cómo una amiga le ofreció la oportunidad de unirse al negocio. Aunque lleva solo unos meses vendiendo fuera del Hospital General de Zona ‘Maximiliano Ruiz Castañeda’, ya ha aprendido mucho sobre la elaboración y el gusto por las gelatinas naturales.
“Estas gelatinas no se hacen con las bolsitas que venden en el súper. Me han contado, y he probado que son diferentes, pues su ingrediente principal es la grenetina natural”, dijo en una entrevista con El Universal.
El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) ya no reconoce oficialmente a los vendedores de gelatinas debido a su escaso número. Sin embargo, la tradición sigue viva en las manos de quienes se niegan a dejarla morir. La clave para ellos radica en adaptarse a los tiempos modernos sin perder la esencia de su oficio.
Los gelatineros modernos han comenzado a explorar nuevas formas de atraer clientes, desde la incorporación de sabores innovadores hasta el uso de redes sociales para promocionar sus productos. Aunque el camino es arduo, su amor por la gelatina y su deseo de mantener viva esta tradición los impulsa a seguir adelante.
Los vendedores ambulantes de gelatinas son un símbolo de una tradición que se resiste a desaparecer. A pesar de los desafíos, estos comerciantes continúan ofreciendo sus coloridos postres, evocando recuerdos de tiempos mejores.