Ixtlahuacán, cultura y naturaleza al sureste de Colima
Ixtlahuacán es una región donde se combina la riqueza histórica, reflejada en los vestigios de la cultura náhuatl, con la belleza natural de sus contrastantes paisajes.
Aunque son varios los significados que se le atribuyen a la palabra Ixtlahuacán, el más reconocido por los habitantes de este pueblo es «lugar desde donde se observa o vigila», compuesto por los vocablos: ixtli (ojo, observar, punto de mira); hua (donde, o pertenece a) y can (prefijo de lugar o tiempo). Una razón de la aceptación generalizada de este significado se debe a que el antiguo territorio de Ixtlahuacán -más extenso que el actual- fue paso obligado de las tribus purépechas que trataban de apoderarse de las salinas. Otra más se atribuye a que en este sitio se libraron algunas de las principales batallas de la región para rechazar a los invasores durante la conquista española.
Por estos acontecimientos, se podría suponer que fue un pueblo guerrero donde, aprovechando las grandes altitudes de los cerros que rodean el lugar, se vigilaba y avisaba de posibles incursiones de grupos ajenos. Ixtlahuacán es un municipio del estado de Colima situado en el sureste de la entidad, al sur de la ciudad de Colima y en el límite con Michoacán. En esta zona, donde se combina la riqueza de la cultura náhuatl con hermosos paisajes naturales, existen varios sitios que vale la pena conocer. Estuvimos en algunos lugares interesantes que se localizan cerca de la cabecera municipal de Ixtlahuacán, punto de partida de nuestro recorrido.
LA GRUTA DE SAN GABRIEL
El primer lugar que visitamos fue la gruta de San Gabriel o Teoyostoc (cueva sagrada o de los dioses), ubicada en el cerro del mismo nombre. Actualmente pertenece al municipio de Tecomán pero siempre ha sido considerada como parte de Ixtlahuacán, ya que anteriormente sí formaba parte de este municipio. Salimos por el camino empedrado que parte desde la plazuela de Ixtlahuacán hacia el sur, desde el cual se observan los sembradíos de tamarindos que están junto al poblado. A unos 15 minutos seguimos por una desviación a la derecha justo cuando comienza la pendiente del cerro.
En la parte alta, es imposible observar y disfrutar de un impactante paisaje: una pequeña planicie en primer plano; más allá, los cerros que circundan a Ixtlahuacán y a lo lejos, enormes montañas que simulan ser los guardianes del lugar. Después de una hora de camino llegamos a la comunidad de San Gabriel, saludamos a algunos de los vecinos y un muchacho se ofreció a acompañarnos hasta la gruta que se localiza a unos cuantos metros de las casas, pero que pasa completamente inadvertida para quien no sabe que ahí se encuentra esta maravillosa obra de la naturaleza.
Con la seguridad de que iríamos por el camino correcto, iniciamos nuestro recorrido. Unos cien metros adelante, el guía nos condujo entre la maleza, 20 m más y ahí estaba un gran hoyo de aproximadamente 7 m de diámetro rodeado por rocas y un enorme árbol en una de sus orillas, el que invita al curioso a deslizarse por sus raíces para bajar unos 15 m hasta la entrada a la gruta. Nuestro acompañante nos demostró lo «fácil» que es bajar sin más ayuda que sus pies y manos, sin embargo, nosotros preferimos descender ayudados por una fuerte soga. La entrada a la gruta es una pequeña abertura en el piso entre las piedras, donde apenas cabe una persona. Ahí, siguiendo las indicaciones del guía, nos deslizamos y nos sorprendimos al ver un búho que aparentemente estaba lastimado y se había refugiado en la entrada de la gruta.
Como la luz que logra filtrarse al interior es mínima, es necesario llevar lámparas para poder observar la magnificencia del lugar: una cámara de unos 30 m de fondo, por 15 de ancho y con una altura de aproximadamente 20 metros. El techo está formado casi en su totalidad por estalactitas, que en algunos casos se llegan a juntar con las estalagmitas que parecen surgir del suelo y que en conjunto resplandecen al dirigir la luz hacia ellas. Algo triste fue apreciar cómo algunos visitantes anteriores, sin respetar lo que la naturaleza ha formado durante miles de años, han arrancado grandes trozos de este prodigio natural para llevarlos de recuerdo.
Cuando recorrimos el interior de la gruta y aún extasiados por su belleza, vimos cómo desde el orificio de entrada y hacia abajo se van formando unas amplias escalinatas de piedra, que según exploraciones y estudios realizados, fueron construidas en la época prehispánica con el propósito de convertir este espacio en un centro ceremonial. Incluso se tiene la teoría de que las tumbas de tiro encontradas en los estados de Colima y Michoacán y en las repúblicas de Ecuador y Colombia, puede tener una relación con esta gruta u otras similares, ya que sus estructuras se asemejan. Cabe mencionar que en este lugar, que según la historia fue localizado en 1957 por unos cazadores, no se tiene referencia de hallazgos de piezas arqueológicas. No obstante, es muy conocido por los habitantes del municipio en diversos descubrimientos de los vestigios de la cultura náhuatl ha existido un saqueo casi total y que nadie puede explicar en dónde está un gran número de piezas encontradas.
EL ESTANQUE DE LAURA
Después de haber quedado embelesados por las imponentes imágenes del interior de la gruta de San Gabriel, seguimos nuestro recorrido hacia Las Conchas, un pequeño poblado localizado a 23 km hacia el oriente de Ixtlahuacán. Un kilómetro adelante de Las Conchas nos detuvimos en un gran paraje conocido como el estanque de Laura, donde los árboles parecen unirse para ofrecer un lugar fresco bajo su sombra junto al río Grande. Ahí, a la orilla del río que separa los estados de Colima y Michoacán, vimos a unos niños nadar en sus aguas al tiempo que escuchábamos el claro murmullo del río acompañado por el canto de las calandrias, cuyos colores, negro y amarillo, revoloteaban por todos lados. Antes de dirigirnos al próximo destino, el guía nos señaló varios nidos construidos por estas aves. Al respecto nos comentó que según los ancestros si la mayoría de los nidos están en los lugares más altos, no habrá muchas ventiscas; en cambio, si están en partes más bajas, es señal de que la temporada de lluvias llegará con fuertes ventarrones.
LAS TUMBAS DE TIRO DE CHAMILA
De Las Conchas continuamos por el camino que va hacia Ixtlahuacán, ahora rodeado de grandes sembradíos de mango, tamarindo y limón. En el trayecto nos sorprendió una venadita que pasó corriendo por enfrente de nosotros. Qué desesperante y triste es ver que algunas personas, en vez de disfrutar y agradecer estos encuentros, de inmediato sacan el arma y tratan de cazar a estos animales que cada vez son más difíciles de encontrar.
Aproximadamente a 8 km de Las Conchas llegamos a Chamila, comunidad que se encuentra al pie del cerro del mismo nombre. Pasando entre un huerto limonero y un sembradío de maíz llegamos a una parte un poco más elevada que el resto del terreno, de unos 30 por 30 metros, donde se ha establecido lo que fue un cementerio prehispánico, ya que a la fecha han sido descubiertas alrededor de 25 tumbas. Este cementerio corresponde al complejo de los Ortices, que data del año 300 de nuestra era y constituye una de las principales fuentes de conocimiento de la época prehispánica del estado de Colima. Aunque las tumbas de tiro varían en su tamaño, profundidad y forma, se consideran típicas de la región porque generalmente fueron construidas en terreno de tepetate, y cuentan con un tiro y una o más cámaras funerarias adyacentes donde se han encontrado los restos de los difuntos y sus ofrendas. El lugar de acceso a cada sepulcro es un pozo con un diámetro de entre 80 y 120 cm y una profundidad de entre 2 y 3 metros. Las cámaras mortuorias tienen alrededor de un metro y 20 cm de altura, por 3 m de largo, comunicándose por pequeños agujeros entre algunas de ellas.
Cuando se descubrieron las tumbas, la comunicación del tiro con la cámara generalmente se encontró obstruida por piezas de cerámica o piedra, como ollas, vasijas y metates. Algunos investigadores señalan que la tumba de tiro tiene un gran simbolismo, pues siguiere el vientre materno y la sepultura, se consideraba la terminación del ciclo de la vida: se inicia con el nacimiento y se termina regresando al vientre de la tierra. Donde se acaba el terreno del cementerio está un petroglifo, una gran piedra que tiene grabada una inscripción. Aparentemente es un mapa que señala la ubicación de las tumbas de tiro en el lugar, con algunas líneas que indican la comunicación existente entre ellas. Además, en la piedra está grabado algo sumamente interesante: dos huellas de pies, una que parece ser de un indígena adulto y una de un pequeño. Nuevamente, para nuestro pesar, al preguntar por las piezas arqueológicas encontradas en el sitio, las respuestas de los habitantes y de las autoridades del municipio señalaron que se habían saqueado las tumbas casi en su totalidad. Al respecto, hay quienes aseguran que el botín aquí obtenido por los saqueadores se encuentra en su mayoría en el extranjero.
LA TOMA DE LA CIUDADELA
Ya de regreso a Ixtlahuacán, unos 3 km antes, seguimos una pequeña desviación para conocer La Toma, un hermoso estanque que ha sido aprovechado desde 1995 como granja acuícola, en donde se siembra carpa blanca. Al salir de La Toma observamos a la distancia, en los terrenos de «Las haciendas», varios montículos tapizados de piedras que por su disposición en el lugar llaman la atención. Todo parece indicar que bajo las prominencias de tierra se encuentran construcciones de la época prehispánica, ya que por sus formas se asemejan a pequeñas pirámides que incluso parecen rodear lo que pudiera ser un campo de juego. Más allá de estas aparentes construcciones se hayan cuatro montículos, en cuyo centro -según nos dijeron y no lo pudimos constatar por lo crecido de la hierba- existe lo que parece ser un altar de piedra. Nos llamó la atención que sobre las pequeñas pirámides hubiera abundante pedacería de cerámica esparcida e ídolos fragmentados.
Este último lugar de nuestro recorrido, nos llevó a la siguiente reflexión: Toda esta región ha sido pródiga en vestigios de una de nuestras culturas ancestrales, gracias a los cuales es posible conocernos mejor. Sin embargo, hay quienes ven en esto sólo el beneficio del lucro personal. Ojalá y no sean ellos los únicos que saquean ventaja de esta riqueza y que se rescate lo que aún queda para beneficio de todos, para que de esta forma cada vez sea menos el México desconocido.
SI USTED VA AL IXTLAHUACÁN
De Colima tome la carretera 110 rumbo al puerto de Manzanillo. En el kilómetro 30 se sigue el señalamiento a la izquierda y ocho kilómetros después se llega a Ixtlahuacán, pasando un poco antes el pequeño poblado de Tamala. Iniciando temprano es posible realizar todo el recorrido en un día. Para la visita a la gruta es necesario contar con una cuerda resistente de por lo menos 25 metros y no olvide llevar lámparas. Antes de emprender la expedición es conveniente contactar en la presidencia municipal de Ixtlahuacán al señor José Manuel Mariscal Olivares, cronista del lugar, a quien por cierto agradecemos su apoyo para la realización de este reportaje.
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