La limpieza de huesos de los difuntos: un acto de amor en Pomuch
Una tradición milenaria maya que ocurre año con año en Pomuch, Campeche. Te contamos de qué va esta historia de amor e identidad.
El pequeño y emblemático cementerio de Pomuch, en el municipio de Hecelchakán, Campeche, es conocido internacionalmente por la limpieza de sus osamentas. Se encuentra ubicado a la entrada del pueblo de sur a norte.
La villa de Pomuch, que en maya significa “lugar en donde se asolean los sapos”, se ubica a 70 kilómetros de la capital del estado de Campeche. Cada año los pobladores conmemoran a sus fieles difuntos como parte de su cosmovisión religiosa: el Choo Ba’ak o la limpieza de huesos de sus fieles difuntos. Tradición que se desarrolla del 26 de octubre al 2 de noviembre.
En qué consiste la tradición Choo Ba’ak, limpieza de huesos
Durante estos “días santos” los pomuchenses van y vienen del camposanto para limpiar y adornar el osario familiar de sus fieles difuntos. La limpieza de huesos previo al Hanal Pixán, que en maya significa Día de Muertos, es el ritual milenario que se lleva a cabo desde hace años por nuestros ancestros mayas en Pomuch.
El 30 de octubre de 2017 “la limpieza de los Santos Restos. Ritual funerario de la Comunidad Maya de Pomuch” fue inscrito al Patrimonio Cultural del Estado de Campeche.
Esta tradición prehispánica, mística y milenaria es de suma importancia para los habitantes mayas de la región. Para ellos, los muertos viven a través del recuerdo y solo de esta forma pueden rendirles tributo en su memoria para no olvidarlos.
El sepulturero señala que tienen que transcurrir tres años como mínimo para poder sacar el cuerpo, fraccionarlo y transportarlo al osario. Posteriormente se podrá “lavar” los restos óseos, hacerlo antes es imposible porque aún la piel está adherida a los huesos.
Cuando llega el momento, el familiar con mucho cariño y respeto, desempolva hueso por hueso, los acomoda en una tela bordada a mano, generalmente con figuras de ángeles y flores, junto al nombre del finado.
Los osarios
Finalmente introducen los restos en una caja de madera de 30 x 60 cm (llamada osario) y terminan adornándola con flores naturales o artificiales, además de veladoras que de acuerdo con la creencia, iluminarán el camino del finado. Ahí, el difunto es velado entre oraciones y anécdotas familiares, y esperará un año más para ser visitado por sus seres queridos. Es por esto que muchos pobladores afirman que esta tradición se trata de un acto de amor.
Integrantes de distintas generaciones participan en el ritual, como en el caso de la familia Pool Canché, donde Ernesto inicia con la limpieza de cuatro osarios bajo la supervisión de su bisabuela, madre y tías; posteriormente será su mamá, doña Alicia Canché Chablé quien finalice el proceso con los demás difuntos. Para limpiar los osarios de cuatro familiares invierten una hora.
Unión familiar e identidad
Conforme van pasando los días y se acerca el 2 de noviembre, el “Día de los Fieles Difuntos”, el camposanto del pueblo se va pintando de colores, pues es normal ver el transitar de los pobladores para arreglar, pintar y adornar los osarios de cada familiar.
El 1 y 2 de noviembre se realiza la misa en el cementerio del pueblo y las familias acuden muy puntuales y alegres pues van a recibir a sus difuntos. Con ello culmina la celebración del Día de Muertos en el poblado.
En el osario se deposita un mantel blanco bordado con el nombre del difunto y de figuras que van desde ángeles hasta rosas, de acuerdo al sexo, la personalidad y la edad del ser querido. Las cajas deben permanecer abiertas con los cráneos en la cima de los huesos para que les dé la luz del sol y el aire fresco, eso dicta la tradición.
Historias de vida y muerte
Los restos óseos de los esposos Virgilio Chan Ake y Carmela Uc Coyoc, descansan en un osario familiar. La familia Dzib Chan acude año tras año a lavar la osamenta, cambiar el paño que le bordaron o pintaron con cariño y limpian cada uno de los huesos de sus muertitos.
La señora Carmela Chan cuenta que su papá Virgilio falleció de muerte natural al “pegarle un aire frío” cuando el huracán Gilberto arribó en territorio pomuchense. “El Gilberto se lo llevó”, señala doña Carmela mientras suspira. Su mamá falleció de anemia, cuando ella tenía 15 años de edad.
La señora María Concepción Pantí Hass cuenta que su abuela fue quien le enseñó esta tradición y ahora es ella quien lo realiza en compañía de su nieta y su hijo para transmitirles la misma enseñanza que le heredaron sus antepasados.
Señala que un mes antes se dedica a bordar los paños para su papá, esposo e hijo que yacen en el cementerio. Recientemente acaba de fallecer Evelia, otro familiar y señala que tienen que hacer un “huequito”. La osamenta que su hijo baja pertenece a su papá Julián Santiago Panti Uitz quien falleció hace 30 años.
Los Pixanitos o almas pequeñas
El 31 de octubre es el día en el que se conmemora a los pixanitos y en la Villa de Pomuch no es la excepción. El Hanal Pixán o Día de Muertos es un día de convivencia entre vivos y muertos y las familias pomuchenses que han perdido a un ser querido, desde temprano comienzan sus compras para tener listo su altar con las ofrendas y recibir a las almas pequeñas que se les han adelantando.
El Sr. Gabriel es uno de los panaderos locales de la comunidad de Pomuch. El horno está ubicado en el patio de su casa y es donde elabora los conocidos «pan de muñequitos», muy solicitados para los altares de los pequeños difuntos.
La familia pomuchense Canché Cach mantiene viva la tradición al poner el altar para los pixanitos o almas pequeñas. En su altar se puede encontrar merengues, pan de muñequitos, camotes, dulces de coco adornados con papel de colores para llamar su atención; velas y veladoras de colores para que les indiquen el camino del camposanto al hogar familiar, flores y un plato de comida elaborado especialmente para el pixanito.
La Sra. Gloria Canché Chablé mantiene viva la tradición al poner el altar en honor de su bebé que perdió hace 19 años. Su nieto Aldo mantiene atado a su pie un hilo rojo o una cinta de 7 nudos (por los 7 pecados capitales) pues se tiene la creencia que con ello las ánimas no se los llevarán al otro lado cuando los visiten. La Sra. Gloria cuenta que a los ocho días posteriores al 31 de octubre, hará el Bix con lo que despiden a los pixanitos.
Benancio Tuz Chi es uno de los dos sepultureros del cementerio de Pomuch. Lleva 19 años realizando la limpieza de huesos a solicitud de los pobladores creyentes en sus tradiciones. Señala que en un día llega a limpiar hasta cincuenta osarios de difuntos.
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