La Pasión de Cristo en Iztapalapa
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Arte y Artesanías

La Pasión de Cristo en Iztapalapa

Ciudad de México
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© Viacrucis Iztapalapa / La Marmota Azul

En Iztapalapa tiene lugar una ceremonia, fiesta y representación de la Pasión, que no responde ni a una narración sacra, ni a un teatro tradicional: es una expresión de múltiples aportaciones que se funde en una particular sincretización.

Los misioneros utilizaron el teatro para catequizar a los antiguos mexicanos y desterrar así las prácticas religiosas anteriores. Las escenificaciones de la Pasión, conmovían profundamente a los espectadores; así, el teatro de los evangelizadores actuó en favor de la cristianización. Del pasado llegan las voces que amalgaman en el presente una forma particular de sincretismo, donde las viejas costumbres, los componentes internos y externos del drama, se llenan de nuevos contenidos sin desalojar completamente a las anteriores.

EI escenario general

Iztapalapa sustituyó sus canales, chinampas y trajineras con verduras y flores, por ejes viales, grandes colonias y el Metro. Tiene en el Cerro de la Estrella, en sus templos, plazas y jardines de Ia cabecera, los espacios sagrados donde se escenifica cada año la representación ritual por excelencia. La coexistencia de Iztapalapa con la gran urbe, no ha logrado borrar Ias viejas costumbres; sus habitantes renuevan sus lazos de amistad, de compadrazgo y vecindad, de pertenencia e identidad con el barrio y con Ia localidad en las distintas fiestas de su calendario, pero es en la Semana Santa cuando éstos aparecen con mayor fuerza.

Los moradores de los ocho barrios: La Asunción, San Ignacio, Santa Bárbara, San Lucas, San Pablo, San Miguel, San Pedro y San José, conviven entre la modernidad y la tradición: los que mantienen un ancestral apego a la tierra y los que llegan y demandan un lugar donde vivir. Comparten una costumbre heredada de muchos años, un deseo de mantener la unidad, a través de la cooperación y el esfuerzo colectivo para representar, con gran realismo, la Pasión de Jesucristo en una fiesta que permite la reafirmación y Ia cohesión cultural de sus residentes.

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Viacrucis Iztapalapa / La Marmota Azul
En los barrios se eligen a los mayordomos; éstos organizan las fiestas, entre ellas, la del Señor de Ia Cuevita; la de San Lucas -conocido popularmente como San Luquitas, patrono de Iztapalapa-, que se celebra el 18 de octubre, con feria, danzantes y a veces octava, y en diciembre la de la Virgen de Guadalupe. En los festejos dedicados a los santos de cada una de las ocho capillas, se levantan arcos de madera adornados con flores y semillas en las entradas de los atrios y de los templos. El Señor de la Cuevita eligió el pueblo, «ya no se quiso ir»; por esta razón le dedicaron un templo y le tienen especial devoción. En la tercera década del siglo pasado, una epidemia de cólera azotó a la población; la creencia popular atribuyó a la divina imagen el cese de la mortandad. En agradecimiento a tan prodigiosa intervención, se inicia la escenificación de la Pasión, con actores del pueblo, y año con año se repite hasta hoy. La ceremonia, fiesta y representación de la Semana Santa, vuelca lo popular hacia lo sagrado, en un hecho que es por un lado civil y por otro religioso. Las autoridades eclesiásticas apoyan estos actos masivos, aunque no los aceptan como totalmente litúrgicos; más bien «dejan hacer» al pueblo, que escenifica desde hace más de 150 años Ia Pasión de Cristo.

Viacrucis Iztapalapa / La Marmota Azul
Los episodios más importantes tienen lugar el Domingo de Ramos con la Procesión y la Bendición de las Palmas; el Jueves Santo en el Jardín Cuitláhuac, y el Viernes Santo con la secuencia de la sentencia, los azotes, la coronación de espinas y el Vía Crucis que culmnina en el Cerro de la Estrella con la crucifixión. Al conocerse los días en que va a caer la Semana Mayor, comienzan los preparativos y se selecciona a los protagonistas del drama, quienes inician los ensayos desde enero. EI comité organiza dor también tiene que ver con los escenarios y la coordinación de los movimientos de los personajes en los diferentes lugares donde hay representaciones. Así mismo, concerta con las autoridades de la Delegación la suspensión deI tráfico a determinadas horas en los días señalados, las calles por donde pasarán las procesiones, la seguridad de las multitudes que se concentran en las calles, las plazas y los jardines (donde además se establecen los puestos de comida, de antojitos, de diversiones, los juegos mecánicos, todo lo que conforma la feria).

Viacrucis Iztapalapa / La Marmota Azul

Los protagonistas

Los papeles ya no se heredan familiarmente como se hacía en otras épocas. Soldados romanos y judíos, integrantes del Sanedrín, vírgenes del pueblo, mujeres de Herodes, romanas, se eligen de entre los habitantes de los diferentes barrios. Los nazarenos son aquellos que por promesa, manda o voluntad propia, se imponen la carga de una cruz a lo largo de todo el trayecto del Vía Crucis, atrás del Cristo. Los actores rivalizan por los papeles principales. Los criterios para seleccionar a los personajes son diversos, y los más estrictos son para designar a los actores principales: los apóstoles y la Virgen María. Cristo, por ejemplo, debe ser fuerte para soportar el recorrido cargando la cruz, soltero, originario de Iztapalapa, de familia cristiana, y poseer un físico que concuerde con la idea que la población tiene de Jesús. Él y otros personajes se dejan crecer el pelo, se lo tiñen.

Viacrucis Iztapalapa / La Marmota Azul
En torno a él gira toda la actividad ritual y la emotividad afectiva; al dar énfasis a los aspectos humanos de la divinidad, se fomenta la religiosidad popular. Todos los detalles son objeto de minucioso cuidado: los vestidos, maquillajes, peinados; las pelucas de los soldados romanos, de Cristo, apóstoles y nazarenos. La escenografía, los aspectos visuales; los recorridos, la seguridad de los actores, de los penitentes que pagan mandas, de los devotos y del público asistente a la gran representación. Los parlamentos, la transmisión de los valores, la lección aprendida… en pocas palabras, la continuidad de la tradición popular. Afuera de todos los lugares elegidos para la representación, se levantan miles de puestos; los ruidos de la música y de los vendedores se mezclan con las voces de los actores.

Viacrucis Iztapalapa / La Marmota Azul

El drama

El Domingo de Ramos, las casas y las calles se llenan de flores, las campanas se echan a vuelo, y un ángel con un niño inician la procesión que avanza lentamente. Los cientos de nazarenos llevan adornos de bandas blancas sobre las túnicas moradas; las vírgenes y las mujeres del pueblo adornan sus cabezas con coronas de flores, la Virgen, la Magdalena, llevan atuendos únicos. Por momentos Iztapalapa se transforma en Jerusalén, la multitud se dirige al barrio de San Lucas para que el sacerdote bendiga las palmas, los ramos de manzanilla, romero y laurel (éstas se guardan, pues la gente les atribuye poderes curativos). Hay risas cuando se reciben en la cara las gotas de agua bendita; en el atrio se mezclan los olores de los puestos de comida, los gritos de los vendedores, la música de los juegos mecánicos: el pueblo mezcla lo bíblico con lo actual.

El Jueves Santo, los adornos en las calles son de color blanco y morado; los actores llegan al lugar donde han ensayado; llena de flores y frutas está la cárcel que Cristo ocupará más tarde. De una casa, sale la procesión que inician el niño y el ángel, después las vírgenes, Jesús, los nazarenos, los sacerdotes y dignatarios romanos, flanqueados por los soldados. La procesión recorre las calles de los ocho barrios, y llega hasta la iglesia del Señor de la Cuevita, donde los presentes quieren tocar la urna y pedir gracias. Los nazarenos, que suman cientos, ahora llevan una corona de espinas con flores en la cabeza. Después de la alocución del obispo en la iglesia, continúa la escena de la última Cena en el Jardín Cuitláhuac; sigue el Lavatorio de los Pies; el Prendimiento, y la Oración del Huerto. Los parlamentos no coinciden con la Sagrada Escritura, se han transformado al correr de los años según el gusto de los participantes; lo mismo sucede con otros episodios que los lugareños han agregado.

El Viemes Santo congrega multitudes; la presencia de los encargados de la seguridad y de los primeros auxilios a los visitantes es muy evidente. Llevan a Cristo de la cárcel a la explanada, donde hay una columna; ahí se suceden varios episodios. La gente se estremece conmovída por la representación, cuando Jesús vestido de blanco es azotado con unas ramas teñidas de rojo. El rumor aumenta cuando la muchedumbre inicia el recorrido al Calvario-Cerro. La subida es difícil para los penitentes, actores y espectadores que quieren presenciar la escena; algunos se conforman con los periscopios de cartón adquiridos allí mismo. Todos deben llegar al lugar de las tres caídas, del encuentro con la Verónica, la Samaritana y las santas mujeres.

Viacrucis Iztapalapa / La Marmota Azul
La procesión avanza lentamente, entre los árboles, en medio de sollozos, lamentos, lágrimas, desmayados y gritos de quienes ofrecen su mercancÍa, desde comida y sombreros, hasta refrescos y aparatos para ver mejor el espectáculo. Los soldados romanos, los más de mil nazarenos que llevan sus cruces a cuestas, los judíos, se entremezclan con los espectadores, las santas mujeres, los apóstoles. Todos ellos, que han estado en todos los momentos, llegan hasta el lugar donde están las tres cruces. La actuación del Cristo, que llena de fervor a los espectadores e imparte intensa emoción a todas las ceremonias, llega a la culminación con la Crucifixión. En el lugar sagrado del cerro, en la cruz más grande se coloca a Jesús.

Viacrucis Iztapalapa / La Marmota Azul
La mujer que hace el papel de la Virgen, vive sus mejores momentos cuando «Dolorosa» recibe el cuerpo del crucificado; le habla y lo conduce hasta donde se inicia, en la tarde, la Procesión del Silencio. Por las calles de los ocho barrios llevan una imagen del Señor de la Cuevita que cargan unos jóvenes encapuchados. La gente que ha vivido intensamente el drama de la Pasión regresa a sus casas. Con el tiempo, la representación ha cambiado: de los atrios de los templos al cerro, de las imágenes y Cristos-niños a los jóvenes cuidadosamente seleccionados por su tipo y estatura, de los parlamentos originalmente hablados ahora cantados en algunos episodios. Han ocurrido transformaciones en las actuaciones, vestuarios, pelucas y maquillajes; en las escenografías y en la extensión del recorrido, aunque los elementos básicos se mantienen a través de los años.  Suspendida durante la Revolución, cuentan los lugareños que el propio general Zapata prestó los caballos necesarios para su realización.

La iglesia ahora alienta una representación paralela, diferente a la popular, que considera no está apegada a los textos bíblicos; es de hecho, el reconocimiento de dos puntos de vista: por una parte el de la tradición escrita y sancionada, la litúrgica en el interior del templo, y por otra la celebración callejera que va más allá de una escenificación, pues en ella convergen los ideales, las esperanzas de acabar con muchas de las dificultades de la vida; es más que teatro, es el enlace entre el pasado (el drama) y el presente, la búsqueda de reconocimiento de los organizadores y de los que participan, el gusto de los que toman parte como actores, o como espectadores. Todo ello permite que la fiesta, ceremonia o representación continúe por lo que significa no sólo para los de Iztapalapa sino para la nación entera.

autor Conoce México, sus tradiciones y costumbres, pueblos mágicos, zonas arqueológicas, playas y hasta la comida mexicana.
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