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Las cuevas sagradas y la pirámide del sol

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En la década de 1970 los arqueólogos realizaron un hallazgo formidable: debajo de la Pirámide del Sol se encontró una cueva a la que se entraba justo por el frente de la pirámide.

La excavación llevó algún tiempo, ya que a lo largo de la cueva, que llegó a tener 102 metros de largo, se encontró toda una serie de interesantes vestigios.

En su interior había muros construidos por los teotihuacanos de trecho en trecho, además de piedras trabajadas que servían como canales por donde corría el agua. Al llegar al fondo de la cueva, ésta terminaba en lo que parecía ser una flor de cuatro pétalos, siendo cada pétalo una especie de cámara que en mucho recordaba las famosas siete cuevas de que nos habla la Historia Tolteca-Chichimeca.

El hallazgo despertó de inmediato el interés de los investigadores. Su ubicación en la fachada principal y exactamente al centro de ésta, no dejaba lugar a dudas en cuanto a su importancia y a su relación con la Pirámide del Sol. Hoy se acepta que la construcción del monumento en los primeros 150 años de la ciudad obedecía a la presencia de la cueva. También se ha discutido si ésta era artificial o natural, es decir, si ya estaba antes de que llegaran pobladores al Valle de Teotihuacan, como ocurre con otras cuevas que hay en el área, o por el contrario, había sido excavada por el hombre. Sea como fuere, pensamos, lo importante es que, natural o artificial, era necesario que existiera para construir sobre ella el edificio que representaba el centro del universo: la Pirámide del Sol, si bien datos recientes indican que hubo construcciones previas.

Y aquí entramos al terreno de lo mítico y lo simbólico. ¿Qué representa la cueva para el hombre prehispánico? Sabemos actualmente que la cueva tiene dos aspectos simbólicos fundamentales. Por un lado significa la entrada al inframundo, al lugar de los muertos. Por otro, es la matriz que puede parir pueblos y, por lo tanto, dar vida. Así, vemos cómo en ella está presente la dualidad esencial del mundo prehispánico: la vida y la muerte. Si analizamos con detenimiento la representación de las siete cuevas (Chicomoztoc) de donde surgen los pueblos toltecas-chichimecas para desplazarse hasta Cholula, veremos claramente cómo el interior de la cueva está revestido de piel, es decir, simboliza la matriz que pare pueblos.

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A lo anterior hay que unir otro aspecto importante. La Pirámide del Sol representa, al igual que muchas pirámides para los distintos pueblos prehispánicos, un cerro sagrado que contiene agua en su interior. Esto la convierte en el altépetl o “cerro de agua”, alrededor del cual se asienta la comunidad. Siempre hemos sostenido que la Pirámide del Sol, en los inicios de la ciudad, simboliza el centro del universo y por ende representa el cerro sagrado que guarda el agua. Ya hemos comentado que estos conjuntos que simbolizan el centro del universo revisten varias características, entre las que se hallan las siguientes: su orientación es hacia el poniente; tienen una gran plataforma que los separa del resto de la ciudad, y guardan relación con el agua y con el sacrificio. Pues bien, solamente en la Pirámide del Sol y más tarde en La Ciudadela, concretamente en el Templo de Quetzalcóatl, están presentes tales características. En cuanto al sacrificio, ya hablamos de los entierros masivos en este último edificio y de la importancia de los mismos. Por su parte, en la Pirámide del Sol, explorada por Leopoldo Batres a principios de siglo, este arqueólogo reporta que en cada esquina de los cuatro cuerpos del edificio encontró restos óseos de infantes.

De las cuevas podemos comentar que hay varias que han sido excavadas. La mayoría de ellas se localizan detrás de la Pirámide del Sol o hacia el sureste de la misma. En el interior de dos de ellas, que se encuentran juntas, se pudo observar que había una laja clavada en el piso y piezas de cerámica a su alrededor. Esta especie de marcadores, en el caso de una de las cuevas, tenía relación con el paso del sol que la alumbraba al penetrar por la estrecha oquedad que servía de entrada a la cueva. En varias cuevas se han encontrado entierros de épocas posteriores, lo que bien puede relacionarse con lo ya dicho acerca del significado de las cuevas.

Todo lo anterior queda en el plano de lo simbólico. Vayamos ahora a algo que de inmediato llama la atención de quien contempla este monumento por primera vez. ¿Cómo y quiénes construyeron esta enorme masa arquitectónica? La pregunta no es fácil de responder. Sin embargo, diremos que una ciudad como Teotihuacan muestra elementos que hacen pensar que fue planeada desde los inicios de la misma. Sólo con una organización social bien controlada se pudo llevar a cabo la construcción de estos enormes monumentos. Debieron de utilizarse rampas para subir los materiales de adobe y piedras en grandes cantidades. La mano de obra ocupada debió ser abundante y con colaboración de varios especialistas. En toda construcción teotihuacana, ya fuera de grandes dimensiones o de menor tamaño, debieron estar presentes los siguientes participantes: personas dedicadas a la obtención de la materia prima necesaria, como la madera y los diferentes tipos de piedras, volcánicas o calizas, para hacer el estuco; un director de la obra y posiblemente sus auxiliares.

Gente dedicada a la primera fase de la construcción, esto es, comenzar la edificación con núcleos de adobe o piedra y lodo, hasta revestir el edificio con piedra careada, para ello se necesitaban albañiles especializados, quienes ya utilizaban plomadas de piedra. Peones en general que ayudaban al albañil, y maestros en el trabajo de la madera.

En la segunda fase de la construcción, una vez terminada la “obra negra”, intervenían los especialistas en preparar el estuco que recubriría el edificio, para lo cual tenían que quemar la piedra caliza para convertirla en cal, que mezclada con arena y agua adquiría la consistencia adecuada. Después se colocaba sobre la piedra.

La tercera fase de la obra se dedicaba prácticamente a los acabados, y en ella tomaban parte los pintores, los preparadores de pigmentos y los escultores.

A partir de lo anterior podemos imaginar la gran cantidad de personas involucradas en la construcción de la Pirámide del Sol, o en general de la ciudad de Teotihuacan.

Fuente: Pasajes de la Historia No. 4 El milenio teotihuacano / noviembre 2000

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