Museo de El Lencero (Veracruz)
Esta vieja y encantadora hacienda es, con mucho, uno de los mejores lugares del territorio veracruzano; tanto por su mágico entorno, como por el actual uso al que se le ha dedicado.
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Su historia se remonta a épocas cercanas a la conquista de México, cuando un soldado de las huestes de Cortés, de nombre Juan Lencero, solicitó autorización en 1525 para establecer una pequeña y modesta posada que sirviera como estación en el camino entre el puerto de Veracruz y la capital de la Nueva España, para intercambiar animales de carga y alimentar a los pasajeros en tránsito hacia aquella. Con el paso del tiempo la humilde posada evolucionó hasta convertirse en una estancia ganadera de considerable extensión, que perteneció a diversas familias de la región.
El lugar volvió a ser noticia en 1842 cuando fue adquirido por el general Antonio López de Santa Anna, quien tenía además otras tierras y haciendas en el área. Los cambios de dueño del lugar no se hicieron esperar y así en 1856 la hacienda y sus amplios terrenos le fueron confiscados a Santa Anna por el gobierno de Comonfort y puestos a la venta pública; cuatro años después fue adquirida por la familia Gorozpe y después se sabe que hacia 1900 perteneció a don Manuel Ibarra.
En 1948 la compró don Rafael Murillo Camacho y en 1969 pasó a manos de doña Lourdes Ortiz Monasterio, quien la conservó hasta 1981 para después venderla al gobierno del estado.El continuo ir y venir de los diversos dueños, aunado a los cambios políticos y sociales del país, influyó de manera determinante en la disminución de su territorio, pues en la actualidad sólo cuenta con un área jardinada y las construcciones que formaban parte de la casa principal, una casa anexa, la capilla y las dos avenidas de acceso.La historia de la colección que hoy día exhibe este singular museo, tiene que ver también con el paso de sus variados habitantes a lo largo del tiempo, pues fue dotada de un nutrido mobiliario.
El museo consta de lo que se pudieran llamar 24 salas, que en realidad son las habitaciones y aposentos que formaban parte de la vieja hacienda, y aunque es difícil resaltar los objetos más importantes que se encuentran expuestos -debido principalmente a que todos son de muy buena calidad-, diremos que se pueden observar muebles de factura francesa de diversos estilos, principalmente roperos y cómodas del siglo XIX con bellas lunas biseladas; lámparas checoslovacas de cristal cortado, un comedor y servicio de mesa de origen francés; colchas tejidas a mano con finos bordados y tapetes; algunos instrumentos musicales; camas de latón entre las que se encuentra una que se dice perteneció al general Santa Anna; muebles de baño y al fondo de la construcción, en las viejas caballerizas, dos bellos carruajes antiguos.En general el mobiliario se presenta como si aún la regia casona se encontrara habitada, lo que será o es un agradable ambiente para el visitante.La capilla anexa es de estilo neoclásico, más curiosa que bella, pues sus proporciones parecen haber sido adaptadas un poco a fuerza para que contrastaran con el conjunto arquitectónico que la rodea. Se dice que el general Santa Anna la mandó construir para celebrar en ella su boda con la joven Dolores Tosta.
Ubicación: Zona Militar y la Academia de Policia
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