Las nieves de Dolores Hidalgo, una aventura para el paladar
Las hay de camarón, aguacate, mole, cerveza y muchos otros sabores. Qué son, las nieves de Dolores Hidalgo en Guanajuato.
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Viajé de fin de semana hasta Dolores Hidalgo, Guanajuato. Días antes ya me había puesto en contacto con Pepe, un chico que se dedica a ser guía de turistas en este Pueblo Mágico. Nuestra cita fue en la Plaza del Grande Hidalgo. La Plaza, además de ser hermosa y de tener una estatua del cura Hidalgo, está rodeada de puestos de nieves, así que después de comer, no dudé en probar esas exquisiteces. Mientras saboreaba una de las nieves, Pepe comenzó a contarme que esta delicia fue una de las aportaciones del cura Hidalgo, el conocido Padre de la Patria, quien llevó varios oficios a este lugar que ahora lleva su nombre —Dolores Hidalgo— y se dice que dentro de estas actividades estaba la de hacer nieves.
Mientras Pepe me contaba sobre Hidalgo, el señor Aguilar —de las Nieves Aguilar— nos interrumpió para agregar que, en la época del Cura, las nieves solo se hacían de sabores comunes como vainilla y limón. Así permaneció la tradición por mucho tiempo en este pueblo, pero al ser un lugar tan popular, los sabores tuvieron que renovarse. Así, los neveros se atrevieron a preparar lo que parece una locura:
Nieves de mole, chicharrón, aguacate, cerveza y hasta de nopales con camarón.
La propuesta puede parecer en exceso atrevida, sin embargo, son riquísimas. Mis favoritas fueron la de aguacate y la de camarón, sobre todo porque estas últimas tienen trocitos de camarones, es como comerse un coctel muy frío. Las presentaciones son varias, puedes pedir tu nieve en barquillo, vasito o una canasta de galleta si lo tuyo es comer mucho.
Cabe mencionar que lo exótico no es lo único atractivo de estas nieves, sino también la atención. La gente de Guanajuato crea un ambiente familiar y muy agradable. Además, los neveros impulsan mucho la idea de comunidad pues no compiten entre ellos, de hecho, tratan de no llevar los mismos sabores para no afectar a los otros neveros. Lo único que sí es «ley» es inventar nuevos sabores, y parece que entre más excéntricos mejor. Me pregunto si después se harán nieves de pozole, yo las amaría. Por último, y después de que mi estómago quedara a reventar por tanta delicia, con una sonrisa y un “volveremos” nos despedimos del señor Ramírez para reemprender el viaje por este bello Pueblo Mágico. Probar las nieves sin duda fue un buen inicio.
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