Oaxaca, luz y fina trama
Descubre en la ciudad de Oaxaca, el fantástico universo tejido de Natividad Amador, artista cuya original obra está inspirada en los famosos diseños de Francisco Toledo. ¡Admírala en un singular museo!
Si me dijeran pide un deseo, preferiría ir a Oaxaca. La tierra que ilumina los caminos –siempre ancestrales– que nunca olvidas. Lugar de ilusiones que conquistan corazones. Espacio todo cultura. Tiempo permanente de fecunda savia creadora. Ir a Oaxaca es regresar a la semilla, al ideal del hombre y de la naturaleza, reencuentro movilizador de nuestras vidas. Contacto real de la historia no sólo hecha de héroes y mitos, sino de voluntades en vencer miserias humanas junto al reto de existir.
Los hilos ligan entre ellos estados de existencia. La urdimbre une mundos y la trama, desarrollo. Estar en Oaxaca, entre telares, es hilar el tiempo o el destino de un territorio único también, como viajero.
Les cuento que cuando pedí un deseo, se me dio Oaxaca; busqué un transporte cómodo, rápido y económico; busqué dónde quedarme y elegí el Hostal de La Noria, hermoso caserón de principios del siglo pasado, de estilo colonial oaxaqueño, refugio para el más exigente viajero. Reconocido como uno de los hoteles más bonitos y confortables del Centro Histórico, el hostal está a sólo dos cuadras del zócalo de la ciudad. Lugar para el descanso como antaño, al pie de enormes columnatas con bella herrería y muebles antiguos, de ensueño. Desayunar en el patio central no tiene precio, y más, cuando descubrí a escasos 20 metros, el lugar que da comienzo a esta aventura. Justo enfrente, está ubicado el Museo Textil de Oaxaca. Pero todo tiene su principio.
La personalidad del recinto
El edificio que alberga el museo fue parte del antiguo convento de Santo Domingo Soriano, la segunda fundación dominica en América, establecida en 1529. En el siglo XVII, debido a los continuos sismos, la construcción sufrió graves daños; para costear su reconstrucción, los dominicos vendieron parte de sus terrenos a Don Miguel de Bustamante. Entre 1764 y 1771, la propiedad pasó a manos del comerciante y hacendado español Ángel de Antelo y Bermúdez, exportador, nada más y nada menos que de grana, la tinta textil oaxaqueña por excelencia. Don Miguel construyó en esos terrenos su residencia de dos pisos, con fachada de cantera verde y una tremenda puerta labrada. Tiempo después, la casa pasó a las manos de la orden de los betlemitas, de ahí al señor Simeón Martínez –que por poco la destruye– y en 2002, una inmobiliaria con las mismas intenciones que Martínez, la retuvo, hasta que la Fundación Alfredo Harp Helú compró el área del Ex convento de San Pablo y la casa Antelo. Pero todo tiene un propósito…
Universo armónico
Se realizó una extraordinaria restauración para recuperar, conservar y consolidar las edificaciones antiguas que se mantenían en pie; al final se integró al conjunto la Capilla del Rosario, que formó parte del antiguo convento de San Pablo. El patrimonio arquitectónico virreinal se pudo rescatar y en este nuevo espacio recuperado se instaló un flamante museo contemporáneo.
Entrar al Museo Textil de Oaxaca transporta al pasado y eso vivifica. Estamos tan llenos de ideas prefiguradas, de supuestas verdades, que creemos saberlo todo y al final, son puras imaginaciones enmascaradas de conocimiento y niebla. Este viaje por la historia del vestuario a través de las colecciones del museo, rompe cualquier estereotipo; vemos, in situ, un universo de colores, texturas, formas de estar cerca de la naturaleza, y sin querer, comenzamos a convivir armónicamente con la trama universal de ser todos en uno. Testigos y cómplices de nuevas rutas de existir gracias a los recintos sagrados del tejido.
Entre telares y lienzos fuimos descubriendo los espacios: taller de restauración, bodega de textiles, biblioteca, tienda y un centro de enseñanza. Sus exposiciones, memorables, por ejemplo:
– Pinthila, pinturas bordadas por la juchiteca Natividad Amador, que surgen al integrar su hilar y la obra de artistas plásticos oaxaqueños como José Villalobos, Francisco Toledo, Gabriel Macotela, Luis Zárate y Demián Flores, por citar algunos. Impresionante.
– Disfrutamos también de las fibras que atan a México: Izote, del Colectivo de Arte Textil Contemporáneo. El conjunto de obras es el resultado de la combinación de materiales orgánicos: fibra de izote, algodón, plátano, bugambilia, ixtle, alpaca, lana, coyuche, semillas, cáñamo, papel de china, henequén, maíz, bejuco, sanseviera, flor de pitaya, palos de Campeche y Brasil; todo en teñido natural. En este lugar se mezclan no sólo fibras textiles, sino tradición y actualidad, artista rural y urbano, tejido oaxaqueño y otras culturas.
Cuando viajamos, debemos recuperar intuición y olfato, no sólo de pan vive el hombre. Para no perder el aliento textil, me fui rumbo a Teotitlán del Valle –espacio sagrado zapoteco–. Aquí viven maestros tejedores que traman tradición y modernidad, sueños y realidades en espléndidos tapetes. Encontré un artista especial, hijo de artesanos. Pero todo tiene su génesis…
Entre sueños y nahuales
Había una vez una de tantas familias, fundadoras de riqueza cultural,formada por Estanislao e Isabel padres de Soledad, Mario, Zoila y un niño especial que aprendió rápidamente a tejer y solito comenzó a diseñar sus sueños y juegos infantiles, Pantaleón Ruiz se llama. No voy a contarles una historia de príncipes y rosas, sino de voluntad de construir destinos creadores a pesar del abandono. Aquí en Teotitlán, de 2,000 años de vida, también llegó la necesidad de emigrar a Estados Unidos para trabajar y ayudar a la familia; sucedió con los bisabuelos, abuelos, y el propio Estanislao, hasta que le llegó a su hijo Pantaleón que se fue de bracero con la cabeza llena de duendes y se llevó el río y los fantasmas zapotecos. Este hombre además de buscar el dinero necesario para el hogar, encontró “del otro lado”, la necesidad de pintar, estudiar y combinar telar y lienzo. Fuimos a su casa-taller y encontramos a una familia como en los buenos tiempos, aquellos que vivían artísticamente nuestros abuelos; ustedes pueden ser testigos pues este hogar recibe a cuantos estén interesados en la artesanía y el arte que se respira por los cuatro costados. Aquí se funde el misterio zapoteca y la practicidad posmoderna de hilvanar pasados con presentes, sobre cualquier superficie inspiradora.
Pantaleón trabaja desde el cuerpo, literalmente. Me cuenta que abandonó los pinceles por sus manos y pies, dejó la academia y regresó a la fuente salvaje –de ser libre– retomando a sus ensoñados espíritus. Ha expuesto su obra en San Rafael y San Francisco California, Texas, Oregon, Oaxaca, y la Ciudad de México; este año vuela a Europa lleno de sueños y nahuales. Entré a Teotitlán del Valle admirando sus creaciones textiles y salí fascinado con Pantaleón y sus visitaciones profanas de auténticas rupturas.
Siempre hay un regreso, depende del viaje inicial, y Oaxaca regalará transformaciones, detonará nuevos caminos espirituales. No dejen pasar una experiencia semejante, siempre les estará esperando.
Si me dijeran una vez más pide un deseo, desearía ir a Oaxaca, tierra de fina trama.
Cómo llegar
Para Teotitlán del Valle desde Oaxaca de Juárez, toma la carretera Panamericana y en el Km 11, hacia el este, en dirección al Istmo de Tehuantepec, encontrarás esta maravilla.
Contactos
Hostal de La Noria
Av. Hidalgo 918, esquina Fiallo, Centro Histórico.
Tels. 01 (951) 501 5400 y 01 800 202 3920.
Museo Textil de Oaxaca
Calle Hidalgo 917, esquina Fiallo.
Tel. 01 (951) 501 1104.
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