¡Hasta las manitas! Conoce la historia de los odres y esta frase mexicana
¿Te has puesto "hasta las manitas"? Te contamos cómo nació esta frase mexicana y su vínculo con los odres.
En las fotografías que quedan sobre las antiguas pulquerías de México casi por accidente aparecen odres, unos costales de aspecto globoso a un costado de los bebedores.
¿Qué son las odres?
Al investigar qué eran descubrí que se trataba de bolsas hechas con la piel completa de chivos o cerdos desollados, a las que desde tiempos bíblicos se les conoce como odres.
Sí, una vez sacrificado y despellejado, la piel de estos animales era rapada hasta quedar lisa para luego ser sometida a un proceso de curtido.
Las extremidades como patas y rabo eran selladas con cáñamo para solo dejar una abertura en la parte en donde alguna vez estuviera la cabeza del animal.
Por ese acceso se vertían el aguamiel, es decir el líquido que los tlachiqueros succionan con el acocote.
Una vez con los odres llenos de aguamiel estos eran transportados a las barricas de fermentación de las haciendas pulqueras, el odre pues era una herramienta fundamental en el proceso de elaboración del pulque.
Cuando los comerciantes de pulque asistían a los expendios, era común escuchar la frase «hasta las manitas», como forma de indicar que se quería el odre lleno. Con el paso del tiempo el dicho cobró un significado análogo, para referirse a cuando una persona persona consumía tanto alcohol hasta que se embriagaba y ya alcanzaba su propio límite.
Odres, medios de transporte tradicional
Aunque en la mediateca del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) existen fotografías que hacen constar que estos sacos de piel también eran usados para transportar el pulque de las haciendas a los expendios.
Y también hay registro de su uso para trasladar otras bebidas como el “lapo”, que se trata de pulque combinado con mezcal, jugo de caña y panela, muy tradicional en San Juan Miahuatlán y San Gabriel Chilac, Puebla, durante la matanza conocido como “mole de caderas”.
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Javier Gómez Marín, un apasionado investigador del pulque, explica que en tiempos remotos los “laperos” llegaban con sus odres llenos de su bebida a las matanzas de chivos para servirles “lapo” a los matanceros, pues éstos creían que la bebida guardada en estos recipientes los llenaba de fuerza y valor para realizar la ardua tarea de sacrificar animales.
A cambio los “laperos” recibían patas, vísceras y algunos cortes de poco valor de los animales sacrificados.
No existen datos precisos acerca de cuándo los odres empezaron a ser usados en territorio mexicano para el proceso de realización del pulque. Sin embargo, tal como los vemos en las fotografías antiguas de expendios de pulque, se puede asegurar que fue posterior a la llegada de los españoles, pues fue con los conquistadores con quienes arribaron el cerdo y el chivo.