Los perros feroces que se usaron en la Conquista para someter a indígenas
Esta es la historia de cómo los perros feroces se usaron durante la conquista de la Nueva España.
Los «espectáculos obscenos» que los perros feroces realizaban a fuera de las iglesias, así como los ataques de las cientos de jaurías conformadas por razas temibles que atacaban a los viandantes fueron el pretexto con el que en 1790 se expidiera en México el mandato de que todo aquel can que rondara por las calles después del toque de queda fuera matado a palos por los serenos.
La intención real era acabar con la sobrepoblación canina que había recaído sobre la Nueva España. Las crónicas de la época versan que durante las masacres los ladridos de dolor lejanos no dejaban conciliar el sueño a los habitantes, y al despertar el olor característico de las mañanas era cortado por un tufo a sangre cuajada.
La llegada a México
Para explicar cómo México, o al menos el centro de éste, se llenó de perros en 1790, habrá que regresar 295 años atrás a partir de dicha fecha, de manera precisa al 24 de marzo de 1495, cuando Cristobal Colón desembarcó de la Isabela con 200 soldados, una veintena de jinetes y otra veintena de «perros corsos» para enfrentar a una 100 mil indios de las tierras recién descubiertas.
Es probable que cuando las crónicas hacían referencia a los «perros corsos» de Colón se refirieran a una raza de animales grandes y oscos criado en Italia, cuyos antepasados como el mastín fueron criados para la guerra.
Así Colón habría traído a América a aquellos perros, que, como se explica en la Brevísima relación de la destrucción de las Indias, elaborado por Fray Bartolomé de las Casas, eran animales criados con el propósito de moler a los indios y así lo hicieron. La recompensa alimenticia para esos animales fue la carne y sangre proveniente de cuerpos indígenas.
La técnica de sometimiento de los pueblos indígenas no cambió con los años, en su camino a la conquista del imperio azteca, Hernán Cortés hizo uso mortífero de sus canes; una de las más recordadas fue la conocida como masacre de Cholula en 1519 y luego en la caída de Tenochtitlán en 1521.
Pero aún hay pasajes más oscuros de la conquista en donde los perros fueron el medio; es el caso de lo que se llamaron: «aperreamientos» los cuales habrían sido organizados por Cortés o su gente cercana.
Éstos consistían en meter a varios mastines, «hambreados durante varios días», a una especie de corral como los de las corridas de toros. A ellos eran arrojados miembros de la nobleza azteca y caciques indígenas, a quienes se les daba la oportunidad de defenderse con un simple palo.