¿Por qué parece sangrar el árbol de chicozapote?
En una de mis últimas visitas al bello Quintana Roo, me llevaron a conocer el bosque tropical de Felipe Carrillo Puerto. Ahí conocí de cerca al árbol de chicozapote, que ya no quería sangrar…
Olvídate de la rutina y escápate:
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Este sabio y milenario árbol de chicozapote (Manilkara zapota), especie que parece ser nativa de México, ha representado sustento para miles de familias a través de los años, ha sido medicina para el cuerpo del hombre, y ha jugado una importancia crucial en la preservación de los bosques tropicales de Quintana Roo.
Una historia del chicozapote
Es de verdad muy duro ver de cerca cómo hacen “castrar” al árbol del chicozapote, y pensar que esa es su historia y de siglos. Castrar significa subir lo más que se pueda y hacer surcos con el machete, primero surge el rojo vivo y después brota blanca la codiciada resina que es recolectada por un morral de cuero (la producción de chicle en Quintana Roo comenzó en 1917).
Vuelan de mí muchos sentimientos hasta sus ramas, altísimas, y me conecto con agradecimiento al gigante, que en su nobleza, ha entregado todo para los seres a su alrededor.
Durante la producción chiclera
Por suerte, al ver la importancia que tenía para la economía, los habitantes de los bosques tropicales se dieron cuenta que requerían mantener los chicozapotes y el conjunto de la selva para que no se extinguiera. Así, la chiclería permitió crear una tradición forestal basada en la preservación y el conocimiento de los bosques de la región. De hecho, gran parte de las selvas que hoy subsisten en la entidad son los bosques que los ejidos chicleros mantuvieron. (Fuente: Info Rural).
Actualmente existen algunos pobladores en Felipe Carrillo Puerto que aún trabajan de manera artesanal el chicle.
Medicina viva
Más que agradecer a este milenario ser: a su fruto, semillas, corteza y tallo les atribuyen propiedades curativas contra la disentería y diarrea, además tiene la propiedad de bajar la fiebre. Como las semillas contienen resinas y grasas, se emplean como diurético. En algunas zonas del país se hierven varias hojas para tomarse tres veces al día como té para normalizar la presión alta. Fuente: Conabio.
Es así como viví de cerca la dádiva del chicozapote, lo vi escurrir para regalar al hombre un sustento; vi también hervir dentro de una humilde casita la resina, humear el cazo mientras la charla de la vida en la selva se daba lenta… como las horas corrían aquella tarde en el bosque tropical.
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