Sara Pérez Romero, «la primera dama de la Revolución Mexicana»
Activista política, primera dama y madrina de Emiliano Zapata, Sara Pérez de Romero perteneció al grupo de mujeres revolucionarias que escribieron la historia de México en el siglo XX.
La historia de México se ha escrito por hombres y mujeres, quienes desde sus distintas trincheras han dado todo de sí por defender el modelo de nación que consideran el más razonable. Este es el caso de Sara Pérez Romero, una mujer que se entregó por completo a la causa de la Revolución Mexicana, en aras de constituir una sociedad más democrática.
Sara Pérez de Romero, también conocida como Sarita, nació en San Juan del Río, Querétaro, el 19 de junio de 1870. Hija de un hacendado, quedó huérfana de madre a temprana edad, por lo que su infancia fue errante. Su formación académica la realizó en la Ciudad de México y, posteriormente, en el Colegio de Notre Dame de San Francisco, California. Fue durante su estancia en la institución estadounidense que Sara conoció a las hermanas Mercedes y Magdalena Madero, con quienes entabló una relación amistosa.
En 1897 inició un noviazgo con Francisco I. Madero. Tras seis años de relación, contrajeron matrimonio civil en la Ciudad de México. Un día después, el 27 de enero de 1903, la pareja se casó religiosamente en el Centro Histórico de la Ciudad de México. Su residencia oficial la fijaron en San Pedro de las Colonias en Coahuila, lugar que sería conocido como «la cuna de la Revolución Mexicana», pues fue allí donde los Madero iniciaron su activismo político.
Sara Pérez Romero, una mujer revolucionaria
Sara Pérez Romero fue una partícipe del movimiento político emprendido por Francisco I. Madero, mostrando su apoyo en la circunstancias más difíciles. Entre sus acciones más radicales, se encuentra el haber vivido en prisión con Madero cuando éste estuvo encarcelado en Monterrrey en 1909. Sara no cumplía ninguna sentencia. Asimismo, consiguió el dinero para pagar la fianza y hacer libre a Madero.
De acuerdo con Francisco Suárez Farías del Departamento de Política y Cultura de la UAM Xochimilco, Sara llegó a ser ridiculizada por los medios de comunicación, «calificándola como «sarape de Madero, jugando con el nombre de Sara, el origen coahuilense de don Francisco y el hecho de que el Presidente se hacía acompañar por ella a todas partes.»
Sin embargo, su papel no se limitó al de una esposa incondicional. Sara también organizaba eventos proselitistas, arengas y organizaba tropas. Participó en los movimientos obreros y realizó homenajes a las víctimas del régimen de Porfirio Díaz. Asimismo, fue la lideresa del Club Caridad y Progreso, y fundó Cruz Blanca Neutral por la Humanidad.
«Era admirable. Fue ejemplo de abnegación y virtudes. Hondamente se preocupó por la situación económica de los soldados, a quienes trató como hijos. A veces nos llevaba hasta cobijas a nosotros, los soldados de la guardia presidencial de Madero.»
General de División Francisco L. Urquizo.
Del golpe de Estado a la viudez
En 1911, Madero y Sarita se convirtieron en padrinos de bodas de Emiliano Zapata y Josefa Espejo. Sin embargo, la relación con de los Madero duraría poco con El Caudillo del Sur, pues en noviembre de ese mismo año los revolucionarios rompieron a través del Plan de Ayala, en el que los zapatistas desconocieron y acusaron a Madero de traicionar las causas campesinas.
El 09 de febrero de 1913, Victoriano Huerta impulsó un golpe de Estado contra Francisco I. Madero, evento que es conocido como la Decena Trágica. Tras la presidencia interina de 45 minutos de Pedro Lascuráin, Victoriano Huerta asumió el poder de México e inició una dictadura militar. Ante los riesgos, Sara Pérez Romero tuvo que exiliarse en Cuba y Estados Unidos hasta 1921. El matrimonio no tuvo hijos, aunque siempre lo anhelaron.
De acuerdo con Suárez Farías, tras el golpe de Estado, «la casa de la familia Madero Pérez, ubicada en las calles de Berlín en la colonia Juárez en la Ciudad de México, fue saqueada e incendiada a fines de febrero de 1913.»
Vuelta de su exilio, Sara vivió en su casa de la calle de Zacatecas en la colonia Roma hasta su muerte. Falleció el 31 de julio de 1952 y fue sepultada en el Panteón Francés de la Ciudad de México. Hasta el final de su vida vistió ropa de luto.
«Al fallecer contaba con la casa antes citada, una pensión de 30 pesos diarios que le continuaba asignando el gobierno federal y escasos bienes. Doña Sara y el presidente Madero no tuvieron descendencia directa,aunque sí innumerables sobrinos y sobrinosnietos.»
Informa Suárez Farías.