Semana Santa en Tecoripa, Sonora
Alejandra nos comparte su vivencia en su visita a las tierras de su padre durante una fecha muy tradicional de México: la Semana Santa en Tecoripa, Sonora. ¡Acompáñala en su viaje al pasado!
En la historia del estado de Sonora este pueblo de construcciones de adobe, calles de terracería, fue muy importante dentro de la ruta de las misiones debido a que allí se encontraba una fundidora de oro macizo de objetos religiosos y campanas. Los propios misioneros se encargaban del transporte de estas reliquias en carros tirados por mulas hacia los distintos pueblos, por lo que tardaban semanas en llegar a los diferentes destinos. Actualmente de la fundidora sólo existen algunos muros rodeados de pastizales.
La iglesia de Tecoripa fue fundada en 1619 por los misioneros jesuitas Francisco Oliñano y Martín Burgensio. En aquel entonces el pueblo contaba con 2,750 indígenas pimas.Hoy en día el templo se mantiene en buen estado y conserva con orgullo sus campanas, cuyo sonido es admirado por propios y extraños. Durante más de dos siglos el campanario se mantuvo al pie de la iglesia; sin embargo, recientemente fue elevado a pequeñas cúpulas con el fin de una mejor conservación, ya que es uno de los pocos elementos que se conservan de aquellas reliquias fundidas en metales finos en el pueblo. Tecoripa tiene como santo patrón a San Francisco de Borja, cuya imagen se venera en procesión cada 10 de octubre; y cada 15 de agosto se recuerda a la Virgen Dolorosa.
La Semana Santa en Tecoripa inicia el jueves con el lavatorio de pies, ese día se representa la Pasión de Cristo, la cena de los doce apóstoles y la bendición del pan; en esta ocasión se presentaron doce jóvenes provenientes de Tijuana como misioneros en esta tierra caliente y difícil. A mi llegada a Tecoripa vinieron a mi mente recuerdos de mi niñez, ya que mi padre nació en este pueblo y la gente me recordaba al igual que lo recordaban a él. Fui invitada a algunas casas de los que fueron amigos de mi padre donde me convidaron al café de talega, el famoso pan que es delicioso y no podía faltar el bacanora. Al día siguiente me trasladé del rancho que fue de mi padre a Tecoripa, muy temprano en la mañana para seguir presenciando el Viernes Santo.
Aquí me encontré a cuatro señoras que son las organizadoras de esta semana y a la vez cantoras durante todo el evento y me invitaron a sus casas para seguir platicando sobre la Semana Santa y los recuerdos de mi padre. Los nombres de estas señoras son María Cerezer Lucero de Pazos (su esposo fue guía de mi padre), María Jesús Pazos Cerezer, Mercedes Pazos y Josefa Espinoza Cota. Estas mujeres me explicaron que desde 1695 se ha hecho este tipo de eventos en Semana Santa. La primera presidenta del patronato fue Demetria Fontes, y la segunda fue mi abuela Aurelia Lucero de Platt, esto por el año de 1910.
El viernes por la mañana emprenden los ofrecimientos del aposentillo. Aquí sale el Sirineo en caballo, que es un vaquero del pueblo y que ayuda a llevar la cruz del señor. Hay cuatro niñas vírgenes: las Tres Marías y una Verónica que le ayudan al Señor; cuando estas niñas salen en la caminata las cantoras entonan: mujer piadosa le ofrece un lienzo y por premio recibió su premio sagrado. Lloraban las mujeresde Jesús el quebranto que por este llanto le dice sus deberes, si a ti Jesús le quieres seguiré por ti llorando. El libro que usan las cantoras es pequeño, data de 1837 y su nombre es Acompañar a Jesucristo con la Cruz a Cuestas. Me pidieron que si encontraba otro libro con este título se los hiciera llegar. En el libro hay un himno muy especial: En bosque espeso de útiles olivos. Hasta la muerte triste se lamente. Aquel que es gozo celestial y puro De ángeles santos que el imperio pueblan Postrado gime: de divina sangre Arroyos corren por la oscura cueva, que la consagran y la santifican siendo de todos primordial iglesia. Ese mismo día se encuentra la procesión del Santo Entierro del Señor, donde ya está crucificado y lo llevan a sus aposentos. Las cantoras cantan en latín.
En toda la Semana Santa se encuentran los fariseos, que usan tennabaris y tambores como los indios yaquis, y son quienes pagan la manda por todos los pecados que han cometido. Hay cuatro capitanes que son los que ponen orden en las procesiones que se hacen en estos tres días y los cuales tienen que pagar un módica cuota de 20 pesos a la comisaría de Tecoripa. El Sábado de Gloria las cantoras hacen sus rezos en la iglesia mientras los fariseos son azotados por niños del pueblo que aún no han cometido pecados tan fuertes como los de ellos; aquí ya se purifican para vivir otros años sin penas o con ellas, dependiendo la vida que lleven; a esto le llaman “pagar sus condenas con la vida”. El último día lo pasé con la señora de más edad del pueblo, Josefa Espinoza “la Chepita”, ella me platicó que cuidó a mi padre junto con sus hermanos cuando mi abuela murió (murió muy joven). Aquí conocí a toda su descendencia, ya que cada año la vienen a visitar sus hijos, nietos y bisnietos desde Mexicali y Hermosillo.
Quema de palo fierro
En el lapso que estuve de visita en Tecoripa me encontré con las mismas historias de todos los días, que pasan en el mundo entero y que no sólo suceden en las grandes ciudades. Me di cuenta que están acabando con el palo fierro, palo verde, mezquite, brea, guayacón y otros pequeños árboles en desarrollo. Conversé con el doctor del pueblo y me comentó que la quema de estos árboles se hace para exportar carbón, sólo que los lugareños ganan muy poco y los que ganan más son los proveedores. Me dijo que había cerca de doscientos lugares cerca del pueblo y que había una considerable contaminación, dice: “como si anduvieras en las grandes ciudades”.
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