El Tlalocan, un paraíso de agua para las almas
El Tlalocan es un lugar regido por Tláloc, dios del rayo, la lluvia, los terremotos y la agricultura. Las almas que moran ahí son plenamente felices.
El Tlalocan es el paraíso al que llegaban las almas de las personas que morían ahogadas, fulminadas por un rayo o por enfermedades relacionadas al agua. Es uno de los sitios más paradisíacos descritos por los mexicas.
Este lugar es regido por Tláloc, dios del rayo, la lluvia, los terremotos y la agricultura. Esta deidad es una de las más importantes del panteón azteca.
Su nombre Tlaloctli, significa en náhuatl “néctar de la Tierra”, el vino que la embriaga para que produzca exuberante vegetación.
En figuras y códices, Tláloc aparece con la cara cubierta por una máscara compuesta de dos serpientes. Ambas forman un torzal a manera de nariz con los cuerpos enroscados en torno a los ojos y sus colas sirviendo de bigotes. Además, tiene asignado el color azul, que es el de las aguas.
¿Qué es el Tlalocan?
El Tlalocan es un enclave placentero de la mitología mexica en el que la abundancia se hace manifiesta. Ahí crecen toda clase de árboles frutales, maíz, calabaza, tomates, chiles, entre otras cosas. Por estas características, descritas en los textos de Fray Bernardino de Sahagún, la vida en este lugar es plenamente feliz.
Posteriormente, se descubrió en Teotihuacán un mural en el que hay una representación de lo que los indígenas le narraron a Fray Bernardino. Este descubrimiento permitió conocer de manera gráfica lo que narraban los escritos.
Además, es una palabra proveniente del náhuatl que significa «el lugar del néctar de la tierra» o «el lugar de Tláloc», deidad que gobernaba el sitio junto con Chalchiuhtlicue, su consorte. Es importante señalar que se le considera como el primer nivel de los Trece Cielos de los aztecas.
Al Tlalocan accedían las almas de aquellas personas que morían ahogadas o debido a otras manifestaciones del agua, fulminado por rayo, inundaciones o enfermedades asociadas al agua. Inclusive era el lugar reservado para los que morían deformados físicamente.