Una noche entrañable con nuestros muertos en San Pablo del Monte, Tlaxcala
San Pablo del Monte es una comunidad hablante del náhuatl en Tlaxcala. Año con año asisten a los panteones para brindar con pulque por los que ya partieron.
Hay lugares y partes de nuestro México que guardan tradiciones, costumbres que con el avance de la tecnología se vuelves visibles y creemos que tienen poco de realizarse, cuando la realidad es que llevan décadas dándole sentido y cultura a una comunidad, barrio o población. Les platicaré de un lugar ubicado a 2600 metros sobre el nivel del mar (msnm) en el estado de Tlaxcala, dentro de la cabecera de San Pablo del Monte, un municipio colindante con Puebla y a faldas de la Matlatcuéyetl, mejor conocida como La Malinche.
La comunidad es muy reservada, son hablantes náhuatl y, por desgracia, la discriminación a su lengua ha provocado que muchos se aíslen o dejen de enseñar tan hermoso idioma. Incluso algunas costumbres han sido modificadas para no sentirse fuera de la modernidad y caer en el olvido.
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Un último brindes con nuestros muertos en San Pablo del Monte
Una de estas costumbres es la velación de los difuntos en los panteones en el día previo a Todo los Santos, donde las tumbas de los familiares fallecidos se adornan con flores naranjas, rojas y blancas, se colocan veladoras e incienso y copal, para después compartir los alimentos y estar con ellos toda la noche.
Antes el camposanto se encontraba a un lado de la iglesia en el centro de la comunidad, pero el crecimiento poblacional obligó a trasladarlo a la periferia del pueblo.
“Nuestros abuelitos después de poner la ofrenda en casa, con mole, pan, atole de maíz y una cervecita o pulque –ríe–, acudían al panteón, aquí en el centro, y adornaban el montón de tierra con flores que ellos cosechaban. Les ponían maíces, velas, después traían un poco de pulque y un taquito para acompañarlos”, dice una mujer originaria del pueblo.
Se convive toda la noche en la tumba, rezando y platicando de los momentos en vida, recordando esas experiencias felices y tristes. Actualmente se sigue realizando esta velación y acompañamiento de los familiares en el panteón.
Se realiza en dos lugares: en el antiguo panteón en el centro del pueblo y en el camposanto de la comunidad, donde percibirás las luces de las velas al anoche como si de un encuentro entre la vida y la muerte se tratase. También, es un reencuentro ancestral donde el respeto, amor y recuerdo “a los que se nos adelantaron” perdura, donde la muerte se vuelve nuestra amiga por unas horas y convive con lo vivos riendo, cantando, comiendo y bebiendo.
Las imágenes corresponden al 2019, antes que la pandemia cerrara panteones para la celebración al día de muertos en 2020. Este año las condiciones sanitarias nos permitirán reencontrarnos nuevamente esta fiesta de colores que lleve varios siglos celebrándose.
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