Tres razones para visitar el campanario de Catedral
El repiqueteo de las campanas de las altas torres de Catedral no sólo nos llaman a misa, nos recuerdan también que en ese campanario se guarda una importante parte de la historia de este edificio.
Primero: la estrecha y empinada escalera que nos eleva a la base del campanario; segundo: la veintena de cuerdas que se concentran en una escalera de madera ahora inutilizada, listas para hacer sonar las campanas; y tercero: el aire a historia, a tradición y misterio que un lugar así guarda. Visitar las torres del campanario de la Catedral de la Ciudad de México es una experiencia, perdonen la expresión, realmente religiosa.
La culpa la tiene Victor Hugo (así, sin acento); también la misma Catedral, edificio que, seas o no creyente, impone con sus dimensiones y con ese halo místico que rodea a todos los edificios religiosos. Sí, pero más culpa tiene el escritor francés.
Visitar estas torres recae en inquietudes que podrían ir más allá de conocer la historia de esta gran edificación; responden, al menos para mí, a una curiosidad literaria por situar en pleno Centro Histórico a la figura del contrahecho antihéroe: el Jorobado de Notre Dame; de también encontrarme en lo más alto, de ver las cuerdas que doblan las campanas, de mirar hacia abajo, de viajar a un pasado muy importante para la historia nacional.
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Cada una de las dos torres de la catedral mide 67 metros de altura; y aunque cuenten con espacios para albergar 56 campanas, actualmente cuentan con 35 , 23 en la torre oriente, 11 en la poniente y una que se encuentra fuera del campanario. La pieza más antigua tiene por nombre Santa María de la Asunción (llamada cariñosamente La Doña), y tiene un peso de 7 toneladas, y fue fundida en 1578; sin embargo, la más importante de todas, la llamada Santa María de Guadalupe, fundida en 1791, tiene un peso total de 13 toneladas.
Lo primero que se puede ver después de conquistar los 68 escalones de ascenso, es la escalera de caoba en un espiral ovalado que ocupa el centro del campanario. Esta escalera, a pesar de mostrar varios remaches actuales, se ha mantenido en pie desde mucho antes del año 1813, fecha cuando la Catedral Metropolitana estuvo definitivamente terminada.
Otro de los atractivos de este recorrido es que, para llegar de una torre a otra, debemos caminar por encima de la catedral, por sus cúpulas, techos y bóvedas. Es sobre algunas de estas que se pueden lograr fotografías increíbles tanto de las torres mismas, como de la plancha del Zócalo capitalino y de los edificios circundantes. Perdiendo el miedo a tropezar y familiarizándonos con los recovecos podemos sentir lo mismo que Quasimodo experimentó al correr, explorar y treparse, como un mono o una gacela, por los muros de sus torres en París.
Si existiera un personaje protagónico de las campanas de Catedral, no seria un jorobado, serían ellas mismas. Sobre todo, la que está marcada con una cruz roja, la cual permaneció por tres décadas sin badajo y en silencio al haber tirado a un joven que intentó tocarla; hoy ésta ya resuena como las demás, gracias a que recibió el perdón papal en el 2000.
Desde esta altura y mirando el paisaje que se muestra de la ciudad, no queda más que pensar en que estas campanas no sólo suenan a diario para llamar a misa, sino que también han sonado en momentos históricos del país (coronación y fallecimiento del Emperador Agustín de Iturbide, o la convocatorio al pueblo mexicano a defenderse ante la invasión estadounidense de 1847) también repiquetearon durante la noche del 2 de octubre de 1968.
¿Dónde está?
Catedral Metropolitana
Plaza de la Constitución – Zócalo
Centro Histórico, Ciudad de México
Metro: Zócalo (Línea 2)
Datos
Ingresando a la Catedral por el frente, al principio del pasillo derecho, hay un módulo donde se pueden comprar los boletos para visitar las torres del campanario.
Costo: $20 pesos
T. 5510-0440
Lunes a domingo a partir de las 9am.
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