Xel ha hasta Chetumal
Xel Há nunca puede omitirse, aunque sea muy conocido. La coloración del mar, que presenta varios tonos de azul, así como los bancos de peces que nadan a unos cuantos metros de la orilla, es una grata experiencia.
Xel Há nunca puede omitirse, aunque sea muy conocido. La coloración del mar, que presenta varios tonos de azul, así como los bancos de peces que nadan a unos cuantos metros de la orilla, es una grata experiencia.
Después de visitar Tulum, tanto las ruinas como las playas situadas al norte y al sur de la muralla, conviene desviarse un poco del camino hacia Chetumal para conocer Boca Paila, que se encuentra ubicada en la reserva ecológica de Quintana Roo, en el camino a Punta Allen.
Una pequeña cabaña resguarda la entrada a la reserva, y aunque el paso es libre, un custodio se ocupa de anotar los nombres de los visitantes o simplemente de permitir el paso.
Después de la entrar, se recorren alrededor de 10 kilómetros de terracería, por una angosta vereda de tierra blanca, bordeada de una espesa vegetación de mesura mediana, típica del Caribe que impide el acceso al mar. En el camino se divisan los ranchos de propiedad privada, así como unos cuantos bungalows y un restaurante, ambos en buenas condiciones.
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Más adelante, aproximadamente a 20 minutos de iniciado el recorrido, se halla otra pequeña entrada, la primera de todo el camino de terracería. Es Boca Paila, hermosa y extensa playa de lúcidas arenas blancas que contrastan con los suaves azul y verdes oleajes del mar. El lugar resulta atractivo por ese peculiar paisaje de aislamiento y quietud que se respira en el ambiente; en la playa hay tirados maderos aislados y algunos troncos de árboles o palmas desprovistos de ramajes producto de los incontenibles vientos del sureste; deshechos de algas marinas, las recurrentes aguas del mar, el rumor del viento, el canto de las aves y ese silencio envolvente que provoca la sensación de que este es el último rincón del mundo.
Boca Paila se vuelve exclusiva por su tranquilidad pues muy poca gente llega hasta ahí. Es el sitio ideal para una larga caminata y la recolección de conchas, restos de corales y piedras marinas; parada que permite reposar libremente sobre la arena o tomar un refrescante baño, en la playa que pareciera ser un olvidado refugio de la naturaleza.
Más adelante de Boca Paila se retoma al camino a Chetumal para conocer Punta Allen y las playas de la reserva de Sian Ka’an, repletas de cocotales en una de las playas más blancas y con el agua más azul y clara de los mares de México.
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De regreso al crucero de Tulum, se toma el camino hacia Chetumal. La siguiente desviación se localiza en Majahual, paraíso escondido en el sur del Caribe mexicano. En Majahual, hay varios cenotes de inmensa belleza, así como una gran extensión de playas solitarias, es también un punto de paso hacia Tampalam y Punta Herrero, hacia el norte. Y hacia el sur, el camino nos lleva hasta Xcalak, punta que asoma al Caribe como vigía ante la inmensidad azul del paisaje donde surge la aurora.
Casi al final del recorrido, se retorna primero a Majahual para proseguir en dirección a Chetumal, camino donde encontraremos la Laguna de Bacalar con su naipe cromático que forma un espejo donde el cielo se reconoce.
En Chetumal termina este viaje por el mar. Vale la pena, después de asimilar esta marejada de imágenes, se cambie el azul por el verde, en dirección a Escárcega, para conocer las innumerables zonas arqueológicas a la orilla del camino.