Apuntes sobre la zona arqueológica de Malinalco
La actual población de Malinalco se levantó sobre las ruinas de los que fuera un asentamiento indígena que custodiaba el acceso al Cerro de los Ídolos, donde los mexicas levantaron un majestuoso centro ceremonial. Aquí te presentamos algunos detalles.
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Durante la época de esplendor del mundo mexica, numerosos fueron los pueblos que sucumbieron ante el poder de las armas de los ejércitos tenochcas, principalmente en los valles cercanos a la antigua capital indígena, México-Tenochtitlán.
Hacia la segunda mitad del siglo XV, y después de la muerte del primer Moctezuma, llamado también: Ilhuicamina, es decir, “el flechador del cielo”, sus nietos, Axayácatl, Tizoc y Ahuízotl, quienes ocuparon de manera consecutiva el solio sagrado de Tenochtitlán, rápidamente se dieron a la tarea de conquistar nuevas provincias con el firme objetivo de ensanchar aún más, las fronteras del pujante imperio conformado por su abuelo.
En la región de los valles de Toluca, tanto Axayácatl como Tizoc mantuvieron constantes enfrentamientos bélicos que culminaron con la total rendición y sometimiento del pueblo matlatzinca, el cual, aprovechaba hasta el más mínimo descuido de los guerreros mexicas para levantarse en armas inmediatamente.
Por esta razón, los altos dignatarios tenochcas decidieron establecer bastiones o asentamientos de carácter militar que pudieran asegurar la obediencia y el tributo de los pueblos conquistados en el área; de esta manera nacieron: Calixtlahuaca y más tarde, hacia 1501, durante el reinado de Ahuízotl, Malinalco.
Malinalco es una pequeña zona arqueológica que se encuentra en lo alto de un monte (el Cerro de los Ídolos), desde donde la magnífica vista del lugar, nos permite apreciar con perfección, la traza y el diseño original del poblado colonial del mismo nombre.
Sin duda, la edificación más importante de Malinalco es el llamado Templo de los Guerreros Águila y Jaguar, una verdadera joya de la arquitectura prehispánica, pues se trata de una construcción monolítica trabajada directamente sobre la misma roca que conforma al cerro; la entrada del templo es la representación de la boca de un serpiente que abre sus fauces amenazadoramente, mostrando su lengua, la cual se extiende a manera de un gran tapete que permite al visitante, adentrarse en el mágico mundo de la religión de nuestros antepasados los mexicas
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