Arandas y su añeja tradición tequilera
Encuentra en Arandas bellos campos de agave azul, un delicioso tequila y un pueblo lleno de encantos.
Desde que se pasa por Tepatitlán de Morelos, y después por el Cerro Gordo y San Ignacio que están ya muy cerca de Arandas, se van descubriendo los espléndidos e interminables paisajes de tierra colorada y agaves azules, ésos que aquí, la gente conoce como mezcalillos.
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Proceso del tequila en Arandas
Estos campos han regalado tequila desde épocas prehispánicas, y después, ya en la Colonia, aparecieron las técnicas de destilación que habían inventado los árabes siglos atrás, y las barricas, y toda una tradición tequilera que hasta hoy persiste intocada, o quizá, más bien, más viva que nunca.
Entre estos infinitos y bucólicos campos de agave, se van atisbando a lo lejos, los primeros jimadores que buscan los corazones del agave, y un poco más allá, algunas fábricas tequileras que miran hacia los agaves.
El Alteño es una de estas fábricas artesanales que han perdurado de generación en generación. En la visita, lo primero que se observa al interior de sus enormes muros de ladrillo rojo, son los jimadores con todas las piñas obtenidas en su jornada, a un lado, los hornos esperan repletos, aquí han de ser cocidas las piñas durante varias horas, después, serán trituradas y prensadas para extraer sus mieles.
En uno de los galerones más amplios, descansan los toneles de madera, ahí, las mieles agaveras pasan por su proceso de fermentación, justo antes de pasar a los alambiques de cobre para ser destiladas. Finalmente, en los sótanos, el tequila se almacena en barricas de roble blanco, donde habrán de reposar justo el tiempo necesario, es decir, según el añejamiento deseado. Inútil, quizá decir, que al final del recorrido, la degustación es el mejor momento, y claro que, unas botellitas para la casa nunca están de más.
Arandas en el corazón de los Altos de Jalisco
Santa María de Guadalupe de los Arandas, fue fundada en 1762, y esta zona, antes de la llegada de los españoles, fue la frontera entre el Imperio Purépecha y sus vecinos no siempre amistosos: los chichimecas.
Como suele suceder, en Arandas la visita conviene realizarla desde su plaza central, que en este caso se trata del Parque Hidalgo, siempre concurrido y colorido.
El lugar presume una bella fuente, su monumento a Hidalgo, un poco usual campanil al nivel de la calle donde descansa una enorme campana que es la quinta más grande del mundo y la primera de América.
A un lado, se yergue espléndido el Templo del Señor San José Obrero de elegante estilo neogótico, fue erigido en 1879 y obtuvo el rango de parroquia en 1989.
El templo presume de una hermosa portada de estilo gótico flamígero, su acceso es por un arco ojival con un gran rosetón arriba, sus dos torres son espectaculares, y en el interior, llaman la atención sus amplios espacios cubiertos de bóvedas ojivales con hermosas filigranas que descienden por sus nervaduras, y también las hermosas columnas que enmarcan los vitrales góticos.
Bajando por la calle Hidalgo, se llega hasta la bulliciosa Plaza de Armas que presume de un agradable quiosco, amplios portales, y la Parroquia de Santa María Guadalupe construida en 1780, con una espléndida portada de estilo barroco, en este caso sobrio y elegante.
En esta misma plaza resulta muy interesante e icónica la Alcantarilla, que fue la primera casa de Arandas, justo en este punto era donde se detenían las diligencias, y es que era el único pozo de agua del lugar, el que abastecía entonces a toda la población.
Otro lugar sin duda emblemático en Arandas, es el Puente de Guadalupe (1897) que es el antiguo acceso a la ciudad, el sitio que se encuentra rodeado de un verde y agradable entorno, es hoy el lugar predilecto de los lugareños para sus días de campo y eventos familiares.
Por las noches, Arandas, tiene muy buen ambiente, en el Parque Hidalgo suele presentarse un mariachi, y desde el Café de la Viuda, en una de las esquinas, se puede disfrutar y sentir la vida nocturna de la ciudad, y es que por aquí desfilan las bellas mujeres de Arandas luciendo sus mejores galas, y también los hombres, que a caballo y con sombrero de ala ancha parecen salidos de alguna película mexicana.
Las haciendas de Arandas, de tiempos inmemoriales
En los alrededores de Arandas, entre milpas e infinitos campos de agave, se van descubriendo algunas de las haciendas que son parte fundamental de la historia de la región, lo que en realidad dio origen a lo que hoy es Arandas. Por los caminos rurales de tierra colorada, por el viejo camino que va a Guadalajara, se encuentra la Hacienda de Guadalupe, desde la lejanía se divisa la hermosa cúpula de su capilla, y entre los viejos muros de esta hacienda, cuenta la leyenda, que en el siglo XIX había más gente que en Arandas. En Guadalupe, con la práctica de un sistema de riego avanzado para el siglo XIX, pudieron cambiar los cultivos tradicionales de maíz y frijol por el trigo, la linaza y sobre todo por el agave azul.
La Hacienda de Santa María del Nopal, también muy cerca de Arandas, es uno de los lugares históricos más interesantes de toda la región, y es que aquí llegaron los primeros españoles en los primeros tiempos de la Colonia, puntualmente la familia Hernández Gamiño, es decir, la hacienda es del siglo XVI, y todavía hoy, se yergue legendaria y nostálgica frente a un hermoso pequeño lago donde se refleja toda su historia, y en el lugar también moran extensos y bellos jardines con árboles centenarios y algunas esculturas clásicas detrás de los setos, y de la arboleda.
Hoy, la propiedad es habitada por los descendientes de la familia, que por cierto, están en la mejor disposición de pasear al visitante por el lugar. En el viejo casco, todavía son hermosos los corredores y los portales, y los amplios patios, y las habitaciones todavía habitadas por muebles de época y rumores de bonanza, y afuera, la hojarasca envuelve los viejos sillares de adobe, de una de las haciendas más bellas del estado.
En fin, Arandas y sus haciendas centenarias, sus fábricas tequileras, sus soberbios e infinitos campos de agave, su tierra colorada, sus bellas mujeres, y sobre todo su gente franca y amistosa es una de las joyas turísticas de nuestra geografía, un pequeño rincón que resulta inolvidable, con por supuesto, aromas de buen tequila.
Tips:
En Arandas no hay que dejar de probar las suculentas carnitas de Jaime’s, un manjar soberbio en un ambiente muy mexicano, para acompañar la carnitas hay un excelente queso fresco, empanas caseras y soberbias tortillas hechas a mano, claro está que el maridaje es con los tequilitas de la casa.
¿Cómo llegar a Arandas?
Desde la Perla Tapatía, la mejor manera para ir a Arandas es tomando la autopista 80 que va a San Juan de los Lagos, y a poco más de cien kilómetros, pasando la desviación de Tepatitlán de Morelos, está la desviación hacia Arandas, que a partir de este punto se encuentra a menos de 50 kilómetros.
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