El sorprendente barro punteado de Michoacán
En el pueblo de Capula, Michoacán, es famoso por sus artesanías de barro, en particular aquellas decoradas con minúsculos puntos de colores. Aquí te contamos más sobre las tradicionales ollas de barro punteado.
Olvídate de la rutina y escápate:
Adrián Téllez, guía de turistas Tlalpujahua y mariposas monarca
Hay un pueblo en Michoacán llamado Capula. Su gente es gente de barro y posee la costumbre de adornarlo con minúsculos puntos de colores. No son de gustos simples, se inclinan por intrincados diseños donde flores, pájaros y peces son los protagonistas.
La tierra
Desde el principio, la vida de los seres humanos ha estado ligada a la tierra bajo sus pies. En ella encontraron el barro, un material capaz de interactuar con el agua, con el fuego. Al manipularlo, descubrieron que podían transformarlo en objetos que iban a facilitar sus días.
La alfarería
Aquel hallazgo fue el principio de la alfarería. Surgieron entonces los especialistas en la paradoja del barro: para que la húmeda y maleable arcilla adquiera firmeza y se torne duradera es preciso someterla a altas temperaturas, hornearla y remover el agua que tanta plasticidad le otorgaba.
El papel de las ollas
El quehacer de los alfareros responde tanto a un afán estético como funcional. En México, la cotidianeidad en las cocinas depende de tres formas de barro: la cazuela, el comal y la olla. En esta última todo ocurre. Se usa para almacenar lo mismo agua que pulque, para preparar caldos o frijoles, atole y chocolate.
El barro de Capula
Al oeste de Morelia, en Michoacán, existe una pequeña villa de alfareros. Sus días están hechos de platones, tazas, floreros, vajillas. Decoran las piezas con flores, peces y pájaros, las saturan con intrincados patrones a base de puntos finos y uniformes.
Una pareja de artesanos
En Capula viven Pedro Ruiz Martínez y su esposa, Odilia Pineda. Ella fue quien elaboró esta olla cuarterona. Ambos practican con esmero el arte del barro punteado. A veces, se valen además de otra técnica, la del petatillo, aquella que tanto se acostumbra en Tonalá, Jalisco.
Costumbres propias
Para darle vida a sus piezas, Pedro y Odilia preparan su propio barro, sus propios colores –generalmente óxidos y anilinas mezcladas con tierra blanca–, así como la greta que otorga ese acabado brillante a los objetos. Elaboran incluso sus pinceles, hechos con cola de ardilla.
Punteado
Cuando se trata del decorado, la multiplicidad de diminutos puntos impresos sobre el barro de Capula otorga movilidad a los diseños. Flores y animales se ven rodeados entonces de una nube punteada que parece sostenerlos. Rojo, negro y blanco, o verde, azul y amarillo son muchas veces las tonalidades elegidas.
Petatillo
Hay piezas adornadas no solo con puntos. Su superficie lleva también el dibujo de delgadas y entrecruzadas líneas, dispuestas a manera de cuadrículas casi imperceptibles. Cuando Pedro y Odilia recurren a ellas, las pintan negras sobre verdes o blancas sobre azules para obtener contrastes.
Agradecemos a la tienda y al Museo de Arte Popular (Revillagigedo 11, Centro, CDMX) por el préstamo de esta pieza de colección privada.
¿Quieres escaparte a Michoacán? Descubre y planea aquí una experiencia inolvidable