Caricatura política en México, humor y crítica desde el siglo XIX
La caricatura política mexicana surge unos años después del final de la Independencia y hoy es una tradición consumada en los periódicos del país
La caricatura primero hizo reír, después hizo ver y ahora hace pensar”.
Robert de la Sizeranne, historiador de arte
La caricatura política se define como una representación exagerada de actores políticos y sus opiniones, decisiones y acciones en general; con el fin de transmitir un juicio de valor cargado de sarcasmo e ironía.
Ahí donde algunos solo ven “monitos”, otros descubren una crítica feroz y humorística que busca influir en la opinión pública emitiendo una postura, la del realizador y casi siempre la de los editores del periódico donde se publica; sobre personajes y acontecimientos políticos, desde un nivel local, nacional o internacional.
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El nacimiento de la caricatura política en México
Definida técnicamente como caricatura o cartón periodístico, es considerado la forma más antigua de periodismo. La palabra caricatura proviene de caricare, voz que significa cargar o acentuar rasgos y fue propuesta por Aníbal Carracci, pintor y grabador italiano, en el siglo XVI.
Los cartones durante la Independencia de nuestro país
En primer lugar, hay que mencionar que en México, la caricatura política es parte de una rica tradición gráfica.
Asimismo, el nacimiento de la caricatura política en México se registra en 1826, con el surgimiento del periódico Iris, del cual desafortunadamente no existen copias pero sí la prueba de su existencia, pues fue pionero en publicar ilustraciones con leyendas explicativas que satirizaban a las políticos de la época, como hacían los diarios europeos con las guerras napoleónicas.
Sin embargo, se sabe de otras publicaciones previas, como El Despertador Americano, fundado en 1810 en Guadalajara por nada más que Miguel Hidalgo y Costilla; y el Ilustrador Americano, creado por José María Morelos y Pavón dos años después.
Posterior al Iris, otros diarios que publicaron de forma regular caricatura política fueron Don Simplicio, en 1845 y El Calavera, en 1847, que ridiculizaron incontables veces a Antonio López de Santa Anna y a Lucas Alamán, entre otros.
Les siguió los pasos La Orquesta, un semanario que se publicó a partir de 1861 con cartones en contra de las políticas de Benito Juárez pero que curiosamente, lo apoyó durante la intervención francesa y en su lucha contra el Clero. El periódico dejó de imprimirse en 1873, pero hasta la fecha, La Orquesta es considerada una de las mejores publicaciones satíricas en la historia de la prensa mexicana.
La caricatura política en México a finales del siglo XIX
En los últimos años de ese siglo, florecía en México la publicación de ingeniosos cartones, pues había más de 30 diarios circulando en el país y algunos de los más famosos fueron El Ahuizote, que se definía como “Semanario feroz aunque de buenos instintos. Pan, pan; vino, vino; palo de ciego y garrotazo de credo, y cuero y ténte tieso”.
Otros diarios relevantes fueron El Padre Cobos, semanario de 1870 descrito como «Periódico alegre, campechano y amante de decir indirectas… aunque sean directas»; San Baltazar, La Carabina de Ambrosio, La Mosca, Mefistófeles y Fray Gerundio, entre muchos otros; la mayoría de corte liberal pero aún así críticos de los gobiernos de Juárez, Lerdo de Tejada y Porfirio Díaz.
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El porfiriato a través de los cartones de la época
Para 1855 nació El Hijo del Ahuizote, diario que se caracterizó por combatir al régimen de Porfirio Díaz con tremendas caricaturas y artículos incendiarios, lo que provocó que todos sus colaboradores fueran encarcelados y el periódico desapareciera en 1902. Es innegable la influencia de este diario y otros, en la legitimación de las ideas que gestaron la Revolución mexicana.
No obstante el trágico final de los colaboradores de El Hijo del Ahuizote, dos valientes publicaciones lo sustituyeron: El Colmillo Público y El Ahuizote Jacobino. Sin embargo, sufrieron desenlaces similares. Por ejemplo, Jesús Martínez Carreón, caricaturista del primero, fue encarcelado y en 1906 murió de tifo, enfermedad que contrajo en la cárcel.
Más tarde y a pesar de la inestabilidad y censura de los años posteriores al estallido de la Revolución, continuaron surgiendo grandes grabadores, como el famoso José Guadalupe Posada, ilustrador del periódico El Diablito Rojo, que con sus catrinas hacía una mordaz crítica social a las clases más adineradas en el país.
Finalmente, en lo que resta del siglo XX, la creación de la caricatura política se afina como una importante arma para los editores de periódicos: Excélsior (1917), El Universal (1916) y unomásuno (1977); así como de revistas: Hoy (1937-1990), Tiempo (1942-1976) y Proceso, surgido en 1976. Todos reflejaron, y algunos siguen reflejando a través de sus cartones, diversas posturas políticas.
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