Carlos Girón, el inolvidable clavadista mexicano
Es considerado uno de los mejores clavadistas del planeta, sin embargo por culpa de una polémica decisión no se llevó el oro en los Juegos Olímpicos de Moscú 1980.
El mexicano Carlos Girón será recordado como uno de los mejores clavadistas que ha dado el planeta. Sin embargo, por alguna razón, su talento nunca fue galardonado con una presea dorada.
Tal vez el ejemplo más claro de ello fue en los Juegos Olímpicos de Moscú 1980, cuando en las competencias en el trampolín de tres metros, nuestro connacional se enfrentó al tú por tú contra el soviético y favorito para ganar el oro de ese año, Aleksandr Portnov.
Carlos Girón pierde la medalla de oro por una polémica decisión
Ambos iban bastante parejos en las calificaciones, pero Portnov cometió un error, un clavado fatal que le daría la clara ventaja a Girón. Y cuando el mexicano ya tenía casi segura la medalla de oro en el bolsillo, los jueces, de la manga, en una de las decisiones más polémicas de la historia de los olímpicos, permitieron al soviético repetir el clavado. Venció.
Carlos Girón, con toda la rabia por la evidente injusticia de la que había sido objeto, no tuvo de otra más que aceptar la plata. Ya en el pasado había sentido esa mezcla de éxito y fracaso.
Nacido en Mexicali, pero criado como clavadista en Acapulco
Llegó al mundo en Mexicali, Baja California, el 3 de noviembre de 1954. Sin embargo su madre lo llevó a vivir a Acapulco en donde aprendió el arte de clavarse desde La Quebrada, así como sacar monedas en el malecón donde partían los turistas estadounidenses rumbo a la pesca del pez vela.
Pero por un giro de la vida se marchó a vivir con su padre a la Ciudad de México, un momento decisivo pues sería en la capital mexicana en donde comenzaría a tomar clases de clavados en la Unidad Morelos del IMSS, con el entrenador Jorge Rueda.
La difícil misión de ganar una medalla
La primera competencia internacional que ganó fue el Campeonato Centroamericano Infantil de Clavados, realizado en El Salvador. Era tan pequeño que lo primero que hizo con el dinero que le dieron por esa competencia fue comprarse unos pequeños carros de juguete en las calles de aquel país.
Al poco tiempo, y con tan solo 16 años de edad, se convirtió en campeón nacional de clavados, desbancando a José de Jesús Robinson. Fue así como se volvió en la ficha fuerte para los Juegos Olímpicos de Munich 1972, pero para ello tenía que ganar en el Campeonato Olímpico de Clavados de Suecia al favorito, Klaus Diabiasi, quien ya había logrado oros en juegos olímpicos pasados, y además, era considerado el mejor del mundo.
Carlos Girón, un clavadista que quedó en la memoria de los Juegos Olímpicos
Nadie creyó que Girón pudiera ganar a Diabiasi, pero lo logró, ganando su pase para Munich 1972, pero también logró convertirse en una figura pública mundial. Sin embargo en aquella edición quedó en octavo lugar por la mala ejecución en uno de sus clavados.
En los Juegos Olímpicos de Montreal 1976 obtuvo el noveno lugar en la plataforma y el séptimo en el trampolín, mientras que en Moscú la plata, pero con la sensación de haber merecido el oro, como se explicó al inicio de este texto.