La insólita casa de Mario Ávila en Tepoztlán
El artista salvadoreño -nacionalizado mexicano- Mario Ávila, nos abrió las puertas de su increíble morada, a los pies del Tepozteco, para descubrir los sorprendentes detalles que integran los interiores del mágico conjunto.
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Entrar a la casa de Mario Ávila, en Tepoztlán, es como “entrar a una madriguera”. Basta echar un vistazo a las formas orgánicas de la construcción y percibir la humedad y los colores de sus paredes recubiertas de barro. Sin embargo, una mirada más atenta permite ir descubriendo detalles que nadie mejor que el artista puede explicar.
Mario Ávila llegó a Tepoztlán con la idea de pintar y tocar la guitarra, pero se quedó prendado del volumen de sus montañas y del olor del barro, a tal grado que lleva dos décadas construyendo su mayor obra de arte hasta el momento.
Sublimar la materia
Probablemente uno de los espacios más sorprendentes de la casa es la entrada, ya que alberga un relieve de Buda y Jesús. La escena muestra al segundo, que en un gesto de servicio y compasión lava los pies a Buda, mismo que está representado muerto, con la intención de sugerir que ha alcanzado la iluminación.
A propósito de esta inusual bienvenida, Ávila comenta que le atrae la figura de Jesús por su profundo anhelo de sanar y servir, y que en Buda encuentra también esos valores, así como la enseñanza del desprendimiento y de dejarse fluir con la vida. Es por ello que de este posible encuentro, nuestro anfitrión quiso que brotara una fuente de agua fresca que recibe a los visitantes con un agradable mensaje, que más que contar una historia, como el resto de los relieves de la casa, representa una propuesta.
Relieves de barro
Pasando la entrada, casi todos los muros de la casa tienen relieves que representan fragmentos del Evangelio de Marcos. Su autor eligió este pasaje de la Biblia porque cuenta la historia de Jesús desde su Bautismo hasta la Resurrección y porque, en su opinión, es el que conserva los rasgos más cercanos a su figura.
Actualmente hay alrededor de treinta relieves por toda la casa, incluyendo uno a color que muestra a un personaje que está entre el plano físico y el espiritual y otros que están sobre el techo de la cama, son los únicos realizados por niños. Cuando los hicieron, Ávila daba clases a un grupo de infantes y decidió contarles la historia de Jesús y la importancia que tendría ese espacio para descansar, luego les preguntó qué es lo que se les ocurría hacer en relieve y una de las niñas respondió que le gustaría representar “Cuando Jesús termina la tormenta y se pone a descansar”. Dichos relieves aún conservan los nombres de sus pequeños artistas y Mario un buen recuerdo de la singular tendencia de los niños a transgredirlo todo.
Hay algunos que no están terminados, otros que hay que rehacer, como el que narra la “multiplicación de los panes” y otros que faltan, porque Mario quiere empezar a incluir varios sobre Buda.
Edén que crece sólo
Casi todas las plantas que hay en el jardín se dieron solas, es por eso que cuando se lo “chulean”, Ávila se limita a decir que se ha ido haciendo a sí mismo. Hecho que da muestras de que la naturaleza no se equivoca y que esta explosión de vida -aparentemente arbitraria-, ha sabido mezclarse bellamente con los asientos orgánicos concebidos por el artista para ser tragados por la vegetación a su antojo. Como si el escenario no fuera ya suficientemente alucinante, planea construir un corredor para pasear por el jardín y ver las montañas que rodean a Tepoztlán, así como una ventana que fusione el interior de la casa con la vida del vergel.
Por su parte, en la azotea hay más de esos singulares asientos para acomodarse bajo el sol a ver las montañas, unos relieves que imitan el impresionante telón de fondo que se despliega frente a los ojos y otro recordatorio de que los milagros sí existen.
En el futuro, el artista planea hacer formas de iguanas, huevos y serpientes, para celebrar la vida de los alrededores que tanto observa y quiere.
Alma de artista
Después de dos décadas de dedicarse a construir con sus propias manos cada rincón de su espacio, espera poder terminar su casa en cinco años y dice que le gustaría que algún día se convirtiera en un parquecito que la gente pudiera visitar y sentir como suyo.
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